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CICLOTURISMO

Albania, el país de las águilas, en bici

Cinco oscenses realizaron una ruta de 600 kilómetros por el territorio durante ocho días

Los cinco amigos que compartieron ruta en Albania.
Los cinco amigos que compartieron ruta en Albania.
S.E.

El pasado mes los cicloturistas oscenses Germán Vidal, Joaquín Gracia, Jose Luis Zabala, José Ramón Castillo y Vicente Puyal realizamos una ruta en bicicleta de ocho días por Albania, en los que recorrimos 600 kilometros y superamos 8.000 metros de desnivel. Shquiperia o Albania es el país de las águilas, animal reflejado de manera llamativa en su bandera. Y aunque su nombre suena lejano, Tirana se encuentra a escasas dos horas y media en avión desde Barcelona.

Al día siguiente de aterrizar en Tirana comenzamos la ruta, no sin antes ser asesorados por Armand, el responsable de la agencia de bicicletas. Estaríamos los primeros días en zona montañosa, para terminar en la costa del Jónico, frente a la isla de Corfú, e ir subiendo por ella en dirección a Vlorë.

Emprendimos la marcha hacia Elbasan en la primera jornada, en cuyas inmediaciones pernoctamos. Pudimos contemplar, desde las alturas de un puerto de montaña, el imponente “Acero del Pueblo”, inmenso complejo metalúrgico.

Ya en el segundo y tercer día, las piernas nos llevaron a cruzar la frontera y poner otra muesca en la lista de países visitados. Recorrimos durante dos jornadas el Parque Nacional Galicica, en Macedonia del Norte, rodeando los lagos fronterizos de Ohrid y Prespa. Con la noche pisándonos los talones, llegamos a Korcë. Se trata de una ciudad de tamaño semejante a Huesca, muy animada, con una extraordinaria catedral ortodoxa y unas plazas y callejuelas muy pintorescas.

De allí salimos hacia un curioso lugar rodeado de montañas recomendado por el guía. Un rincón paradisíaco: Farma Sotira, granja con cabañas en la que, a falta de calefacción, tuvimos que quitarnos el frío con fuegos. Toda esa jornada habíamos rodado en paralelo a la frontera con Grecia, en una zona muy poco poblada y de sube y baja.

En el quinto día, con una lluvia incesante y tras un descenso de más de mil metros, llegamos congelados a Permet.

Aunque rodamos casi siempre juntos, en ocasiones nos gusta disfrutar de los parajes en soledad. Fue el caso de esta jornada, en la cual cada uno hizo la guerra por su cuenta, buscando sólo llegar al alojamiento y darse una buena ducha de agua caliente. Fueron sólo 66 kilómetros. La ruta era absolutamente espectacular, pero el agua y el frío nos impidió degustarla.

Esa noche uno de nosotros se vio afectado por una gastroenteritis. El afectado le echó arrestos y continuó en bici, aunque fueron días complicados.

De Permet seguimos a Gjirokastër o Gjirokastra, una preciosa ciudad Patrimonio de la Humanidad y lugar de parada obligatoria. Una recomendación es perderse –literalmente- por sus estrechas y empinadas calles, y visitar su castillo o “kalaja”. Originarios de aquí son dos figuras en la historia de Albania: el escritor Ismael Kadare y el dictador Enver Hoxha.

Puente camino de Gjirokastra.
Puente camino de Gjirokastra.
S.E.

De Gjirokastra seguimos por un amplio valle en dirección a la costa –al fin escapamos de las montañas- para dormir en un hotelito a la misma entrada del Parque Nacional de Butrinto, frente a la isla helena de Corfú. Butrinto es también Patrimonio de la Humanidad por su importantísimo yacimiento arqueológico, que podemos recorrer prácticamente en soledad. El sitio daría para una enciclopedia entera sólo para narrar la cantidad de civilizaciones que pasaron por aquí.

Tras esa visita, iniciamos nuestro octavo y último día de bicicleta. La idea es seguir la línea costera hacia el norte para dormir lo más cerca posible de Vlore, donde al día siguiente nos vendrán a buscar para llevarnos de vuelta a Tirana.

La costa del Jónico es sencillamente preciosa incluso en un día de lluvia como el que tenemos; escarpada en algunos tramos y con pequeñas playas que van salpicando el paisaje. La ruta es un trazado de multitud de toboganes o casi puertos que nos terminan por machacar. En el final de la jornada, podemos atisbar desde lo alto un increíble refugio para submarinos abandonado en la zona de Porto Palermo. Llegamos a Himare, casi de noche, y todavía nos da para celebrar el final de la expedición con un baño en el mar.

Así damos por concluida la ruta, dedicando el día siguiente a visitar la capital, su museo de historia, sus búnkeres, la enorme plaza dedicada a su héroe nacional Skanderbeg y contemplar cómo cada vez la forma de vida occidental se va imponiendo en las ciudades. Tirana es, hoy en día, una ciudad con una gran vida bulliciosa y gentes amables y cercanas. El resto del país tiene mucho recorrido por hacer, pero con un gran potencial turístico por explotar.