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La entrevista

Artemi Gavezou: "Para ser una buena gimnasta hay que tener constancia, pasión y creatividad"

La subcampeona olímpica y bicampeona del mundo ha impartido dos clases magistrales a casi cien niñas de Huesca y Barbastro

Artemi Gavezou, este sábado en Huesca.
Artemi Gavezou, este sábado en Huesca.
Rafael Gobantes

Para ser una buena gimnasta “hay que tener constancia, pasión y creatividad”, tres cualidades que Artemi Gavezou empezó a desarrollar con 6 años, cuando se apuntó a gimnasia rítmica.

Las capacidades físicas pueden mejorarse entrenando, pero lo más importante es que te guste y que mantengas un compromiso a lo largo del tiempo”, asegura la subcampeona olímpica, nacida en Salónica (Grecia) en 1994.

Aunque nunca se planteó que llegaría a lo más alto, de pequeña Gavezou seguía trabajando en casa después de entrenar en su club, donde soñaba que un día sería tan elegante como la ucraniana Anna Bessonova, su gran ídolo.

Siendo solo una adolescente, la gimnasta formó parte del equipo individual de Grecia, pero decidió marcharse en 2012 para unirse al conjunto de España, país natal de su madre.

De 2013 a 2016, Gavezou y sus compañeras obtuvieron una infinidad de medallas, como una plata olímpica y dos oros mundiales, un éxito que la selección nacional no conseguía desde los años 90.

Lo mejor fue la interacción y el compañerismo, ya que en Grecia mi experiencia fue más solitaria”, valora la joven, que también vivió situaciones amargas.

“Lloré muchísimo. A veces tenía dolores, no me salían las cosas, fallaba en algunas competiciones y me sentía decepcionada conmigo misma”, reconoce.

No obstante, “tanto los momentos buenos como los malos influyeron en nuestro éxito”, enfatiza.

Y es que en Río 2016, Gavezou y sus compañeras se convirtieron en el único conjunto que clavó sus cuatro ejercicios.

“Nuestro objetivo era enseñar nuestro trabajo y terminar con buen sabor de boca, y así fue. Después, la medalla supuso una gran recompensa”, recuerda.

Pese a su alegría, la competición fue un atraco a mano armada por parte de las rusas, que ganaron el oro con grandes fallos.

Nos dio rabia, pero eso es responsabilidad de las jueces y no nos podemos meter en su trabajo, así que nos quedamos con lo bueno”, dice quitándole hierro a la polémica.

Tras los Juegos, Gavezou decidió retirarse y confiesa que en ese momento se sintió muy perdida.

“Tenía 22 años y creía que ya había logrado el objetivo más grande de mi vida. Me preguntaba: ¿Ahora qué hago?”, rememora.

Poco a poco, la joven se propuso otras metas como sacarse la carrera de Administración y Dirección de Empresas y los cursos de entrenadora y jueza de gimnasia, tres títulos que hoy luce con orgullo.

Actualmente, Gavezou trabaja en el departamento de contabilidad de Repsol y sigue ligada al deporte entrenando dos días a la semana e impartiendo clases magistrales, como las que dio este sábado a casi 100 niñas en el Club 90 Huesca y el Club 2000 de Barbastro.

“Para mí supone una gran satisfacción transmitir mis conocimientos a gimnastas que están empezando”, comenta.

Hasta hace unos años, una de esas niñas del Club 90 era Inés Bergua, actual conjuntera del equipo español. “Veo a este grupo con posibilidades. Son como una piña, como lo éramos nosotras”, termina Gavezou, quien desea que la gimnasta oscense llegue tan lejos como ella.