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JACETANIA - GENTE DE AQUÍ

Celia Casas: "Los coros han evolucionado mucho y pueden interpretar cualquier cosa"

Suma casi 50 años en el Orfeón Jacetano, al tiempo que dirige la Coral San Feliciano de Sabiñánigo y la Coral de Santa Eulalia de Berdún

Celia Casas, en la exposición que se clausuró del 60º aniversario del Orfeón Jacetano.
Celia Casas, en la exposición que se clausuró del 60º aniversario del Orfeón Jacetano.
R.G.

Nacida en Zaragoza, Celia Casas llegó a Jaca con 7 años y se siente “montañera”. Diplomada en Dirección Coral, es una persona sencilla, entusiasta y enamorada de su trabajo. Realizó sus estudios en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza y cursó dirección coral con Enrique Azurza, Nuria Fernández y Javi Busto durante diez años a través de la Federación Aragonesa de Coros.

Es historia viva del Orfeón Jacetano, en el que lleva casi 50 años, habiendo entrado con 13. Dirige el grupo desde hace 30 años y estuvo otros 19 como contralto. Además, de 2005 a 2007 presidió el grupo, que celebra su 60º aniversario. También dirige la Coral San Feliciano de Sabiñánigo y la Coral Santa Eulalia de Berdún, cuya continuidad está en el aire.

“Conocer a compositores y directores te abre la mente a la hora de trabajar”

Celia Casas empezó en el Orfeón Jacetano durante la época de su primer director, Tomás Asiáin. Con su sucesor, Lorenzo de las Cuevas, estuvo dos años como subdirectora. “Él fue quien me lanzó a hacer cursos y el primero fue de canto como contralto con The Scholars, grupo vocal inglés impresionante. Tenían complicidad, interpretaban cada obra como un teatro, hacían chanzas…y qué voces, cómo cantaban.. Escuchar cada día un bajo profundo, tener de compañeros a varios contratenores. Aquello me marcó”, explica. Su primer curso de dirección fue con Martin Smith, que imparte cursos de Dirección Coral en Daroca. “Después, ya no paré de hacer cursos”.

Durante dos años, fue vicepresidenta de la Federación Aragonesa de Coros, liderada por David Tellechea, el que fuera director de la coral de Graus, “con Javi Busto, afamado compositor y director de Hondarribia; y Enrique Azurza, director del coro Hodeiertz de Tolosa”. “Con ellos y poco más tarde con Nuria Fernández, de Madrid, organizaron con la Federación Aragonesa los cursos de dirección al que fuimos las primeras mujeres. No era habitual que hubiera mujeres dirigiendo coros”.

Por entonces, se hicieron “cursos intensivos en Panticosa, Graus, Jaca, Ejea, Borja y sobre todo, Huesca”. “Era una semana trabajando de nueve de la mañana a diez de la noche con Javier, Enrique y Nuria, varias semanas al año”, recuerda Celia, que continuó su formación en numerosos cursos por toda España. “Conocí a muchos de los mejores compositores y directores y directoras del planeta. Eso te abre la mente a la hora de trabajar. Siempre aprendes mucho de ellos. Mi último curso en 2019 fue con Gary Graden y Ambroz Copi”.

El Orfeón trabajó con grandes orquestas, “lo que siempre es satisfactorio para los coralistas, porque se sienten más arropados y es toda una experiencia”. “Cada concierto es diferente y emocionante”, como explica, contenta con sus coralistas. “Algunas veces, me he sentido como en éxtasis de lo increíble que sonaban… Generalmente, eso suele suceder con la música sacra, que te transporta”.

Con Celia Casas, el Orfeón ganó certámenes en Benasque, Ejea y Autol (La Rioja). “Los concursos son muy estresantes, es una experiencia dura, pero si ganas es fantástico”, declara, orgullosa del grupo, que grabó varios discos y ha viajado mucho, destacando una gira por Argentina. Además, durante cuatro años fue la directora invitada de la Orquesta de Southampton (Inglaterra) en España.

“Mi sueño sería hacer una escuela coral”

El Orfeón llega a sus 60 años con “la gente muy ilusionada tras la pandemia y eso es gratificante”. “Es un grupo muy humano que arropa a la gente con sus esperanzas, con sus temores y sus sueños”.

“El mío -apunta- sería hacer una escuela coral. Hay muy buenos músicos aquí y diseminados por los pueblos, tanto instrumentistas, como solistas o cantantes, pero es difícil unirlos en proyectos comunes, sobre todo por los ensayos. Sería fundamental hacer una apuesta en común, tanto instrumental como coral. Un gran Coro que nos representara a todos y una Orquesta que abarcara todo el Pirineo, para que cualquier asociación o grupo pudiera trabajar con ellos de manera mucho más fácil y económicamente más factible”.

La directora destaca el nivel de los coros de País Vasco y Navarra, donde el Orfeón intenta dejar el pabellón bien alto. “Nos invitan todos los años y sabemos que están nuestros profesores, amigos, colegas… Vamos al examen y salimos con nota, lo que da ánimos para continuar”, afirma, orgullosa de sus coralistas. “En casa lo hacen muy bien, pero fuera se crecen, son muy competitivos; al final, todo es trabajo y eso da resultados”.

Uno de los retos que se marca a medio plazo es encontrar un subdirector. “No para escapar de mis responsabilidades, porque me encanta trabajar en esto, sino porque me gustaría dejar ese legado a alguien. Habiendo llevado al grupo al lugar donde está no me gustaría perder eso, porque hemos trabajado muy duro y avanzado muchísimo”, declara.

El Orfeón ensaya en el edificio de Capuchinos, en la calle del Carmen. Tiene 36 componentes y su repertorio engloba más de 2.000 obras. “Con un coro puedes hacer cualquier cosa. Han evolucionado mucho”, explica. “Siempre hay compromisos y hay que cantar música sacra o del Renacimiento, pero en este coro se interpreta todo tipo de música”, concluye, animando a los jóvenes jaqueses a unir sus voces a esta gran familia.