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MOTOR/RALLY DAKAR

Themis López: “Lo más emocionante fue cruzar la última línea de meta”

El oscense logró completar la prueba junto al piloto Joan Font, cosechando un muy meritorio decimosexto puesto

El oscense Themis López vive su primer Dakar.
El oscense Themis López vive su primer Dakar.
Rodrigo Barreto

El oscense Themis López descansa estos días en Huesca tras haber vivido su primer Dakar, y además con el éxito de conseguir completarlo tras quince días por el desierto de Arabia Saudí en los que ha tenido que vivir casi de todo.

Y es que lo primero y fundamental es que, ya de vuelta, puede decir que es todo un dakariano tras cruzar la meta. “El objetivo claro era sobrevivir, llegar a la meta y completar toda la prueba. No es un reto fácil ni mucho menos y ha tenido de todo. En la primera semana la lluvia y el frío nos complicó mucho las cosas y luego se nos dio mejor”.

El momento de cruzar la meta es de los que no va a olvidar nunca. “Lo más emocionante sin duda fue cruzar la última línea de meta. Empecé a llorar de emoción, de nervios, de todo, se juntaron muchas cosas. Y luego está la ceremonia en el podio, cuando subes al escenario y te dan la medalla junto a todo tu equipo y delante de todo el mundo. Es un momento muy chulo, único, con toda la parafernalia de una prueba tan grande”.

Themis tenía muy claro que lo que ha vivido en este inicio de año, tratando de explicarlo a alguien ajeno al mundo del motor, es como participar en la mayor competición posible. “Es como estar en un Mundial de fútbol o en unos Juegos Olímpicos. Es el máximo exponente del automovilismo en cuanto a raids se refiere. Se puede comparar en motor al Mundial de Fórmula 1 o a las 24 Horas de Le Mans. Lo puedes ver desde fuera e imaginar, pero cuando estás dentro es cuando realmente aprecias lo grande que es un Dakar y todo lo que le rodea. Y luego la repercusión que tiene a nivel internacional, y también personal, es otra historia”.

Le ha tocado disputar el Mundial como copiloto con el piloto catalán Joan Font, alguien para el que solo tenía buenas palabras. “La verdad es que le conocí en octubre, cuando surgió esta oportunidad, y todo ha sido super rápido. Era un reto doble, hacer el Dakar y además ayudar a un piloto al que no conocía prácticamente nada. Pero Joan, además de ser un gran piloto, es una persona muy entrañable y lo ha hecho todo muy fácil. La convivencia ha sido muy buena durante todo el rally”.

Aunque habitualmente compite como piloto, Themis se había preparado para ser copiloto con diferentes cursos, y surgió esta opción, que desde luego se puede decir que le ha doctorado. “No suelo copilotar, y me he encontrado un nivel altísimo. Ha sido un aprendizaje diario”. La navegación por zonas inhóspitas y de desierto era todo un reto, pero lo ha resuelto con nota. “Salíamos atrás y te encuentras ya con todo marcado, con muchas huellas, y en ese sentido puede ser algo más fácil que si vas delante abriendo, pero sobre todo la primera semana se nos complicó porque se nos hizo de noche algún día y pierdes las huellas, o atraviesas zonas de dunas, ahí tuve que exprimirme, y la verdad es que me sirvió la experiencia previa que tengo de haber participado en otros rallies, y la que vas cogiendo cada día de Dakar. Cogimos todos los waypoints (los puntos de referencia de paso obligatorio en cada etapa) y eso quiere decir que al final el trabajo estuvo bien hecho”.

El ‘McGyver’ de los espárragos

Durante los quince días de carrera sobre todo dos incidentes marcaron la marcha del buggy de Themis y Joan. El primero, la rotura en los espárragos, las piezas que sujetan una rueda al chasis, que les hizo perder una rueda, y el segundo, el quedar encallados en la corriente de un río. “Llevábamos 160 kilómetros de etapa y la fatiga del material hizo que se rompieran. Hicimos un invento con el resto de espárragos de las otras ruedas. Al final tienes que reponerte y seguir como sea, y la experiencia en otras carreras hace que pienses en soluciones. Yo compito además en un vehículo parecido y eso desde luego me ayudó para pensar una solución. Y lo del río sí que pensábamos que ahí se acababa el rally. Estuvimos hora y media. Probé con la pala, con las planchas, pero no había manera de sacar el buggy de allí, y no llegaban los camiones porque también se atascaban. Suerte que nos ayudó y nos sacó un camión”.

Precisamente este incidente muestra el espíritu de un Dakar, solidario, que es otra de las señas del rally. “Hay mucho compañerismo y es una de las grandes cosas del Dakar. Todos queremos terminar, está claro, pero si ves un volcado te paras al menos a preguntar si están bien. Todos nos ayudamos y es parte del espíritu del Dakar”.

La carrera discurrió por Arabia Saudí, y los veteranos hablan de una de las ediciones más duras. “En Arabia la más dura segura, y comparando con otras en otras zonas, de las que más. La lluvia y el frío de los primeros días añadió mucha dureza”.

Y el ‘empty quarter’, el cuarto vacío, la zona de desierto en la que no hay nada en kilómetros y kilómetros, que era uno de los principales miedos para los participantes, al final no fue para tanto. “Lo temíamos, pero al final por temas de logística las etapas fueron algo más cortas y por tanto más sencillas, pero en términos generales no quitaron dureza”.

De aquí a Cádiz, cada día

Su día a día en carrera era algo rutinario, pero desde luego muy duro. “En el Dakar están los tramos cronometrados, pero también los enlaces, que son muy largos. Cada día te levantabas, veías a qué hora salías, y tras desayunar y prepararte, te subías ya al coche para hacer el primer enlace. Repostabas y salías para hacer la etapa, y luego otro enlace hasta el campamento. Al final cada día eran muchos kilómetros. Hubo uno de hasta 925, como ir hasta Cádiz en un buggy que desde luego cómodo no es, que hace mucho ruido, y que cuando llegas, sabes que al día siguiente es lo mismo. El día de descanso tardó en llegar y al final se hace duro. Es un desgaste más mental que físico. Me había preparado antes y lo llevé más o menos bien, procurando estar bien concentrado en cada momento y aprovechar bien los momentos de descanso”.

Una de las cosas curiosas, o hasta inquietantes, es el poco apoyo de la población local al rally. “La prueba la quieren los dirigentes del país, pero no la gente. No hay afición y la caravana era como una burbuja muy protegida, supersegura, con mucha policía”.

Otra experiencia es poder convivir con pilotos como Carlos Sainz, Loeb o Al Attiyah. “Como decía antes, es como jugar el Mundial y tener al lado a Messi o Cristiano Ronaldo. Además Joan Font tiene muchos años de experiencia, conoce a todo el mundo y así un día cenabas con Carlos Checa y Laia Sanz y otro día te tomabas un té con Nasser Al Attiyah, en eso sí que ha sido una experiencia chula”.

Volver, sí, pero al volante

Pensando en el futuro, lo que realmente le gustaría es volver, pero como piloto. “Me encantaría volver, pero como piloto. El presupuesto es altísimo y es un problema, pero voy a trabajar para que pueda llegar algún día”.

Por último, sobre lo que más le ha sorprendido, ahora que ya ha vivido un Dakar desde dentro, ha sido el tamaño del evento. “Impresiona la dureza, pero sobre todo el nivel organizativo. Es algo descomunal. César Abraldes es comisario del Dakar desde hace años y antes me hacía videollamadas para enseñarme cómo era todo, pero no te haces a la idea de todo lo que conlleva hasta que no estás dentro. Y luego también me ha impresionado el paisaje y las etapas. Un Dakar es algo muy grande, y no se puede comparar con nada más en el motor”.