FÚTBOL - SEGUNDA DIVISIÓN
Popeye el marino contra el destino
Dos reveses en menos de dos semanas no son un castigo doble, sino que se quintuplica
Negar que este domingo todos los azulgranas echamos espumarajos por la boca cuando se consumían 97 minutos de partido sería reivindicar para uno la santidad que -todavía, jajaja- no merece. Dos reveses en menos de dos semanas no son un castigo doble, sino que se quintuplica, sobre todo porque los ánimos del personal están un tanto belicosos y con escasa distancia para apreciar la realidad.
Si es cierto ese adagio que expresa que los reveses fortalecen, el Huesca es Popeye. Brutus no cesa en su intención de raptar a Olivia de su lado, pero el Marino se echa al cuerpo las espinacas y, con su descomunal vigor, ahuyenta el ímpetu dañino del malvado. Míchel tiene que encontrar las verduras fortificantes porque, después de una exhibición de dominio en la primera mitad (quien no lo vea es que se queda con el último vector), las reanudaciones se nos hacen largas, inquietantes, amenazadoras. Y el riesgo de tirar por la borda lo anteriormente bien trazado se multiplica exponencialmente.
El Huesca es de fino trazo y se le ven los tachones cuando ha de tirar de brocha gorda. En buena lógica, la incorporación de Rafa Mir, al que ya anularon su primer gol (justamente), servirá tanto como la de un presumible mediocentro que ayude a Mosquera. Pero este equipo florentino, de mandíbula frágil, tiene que seguir creciendo, sabiendo que los reveses hay que combatirlos en la próxima jornada, mirando con perspectiva el objetivo y sin desmerecer a ningún rival. Aquí, cualquiera gana a cualquiera, por más que hoy desde algunos sectores crean que el Huesca merece los tres puntos por real decreto, o, en román paladino, por la cara bonita.
Ha de tener el cuadro azulgrana también la convicción de que los Brutus de este año son múltiples y sibilinos, capaces de aherrojar nuestras aspiraciones ora con una mirada hacia otro lado cuando hay mano en el área, ora prolongando un minuto más... hasta el zas. Pero, en el camino, Popeye tiene que encontrar su espinaca, y que sea de la marca Míchel. Sin reblar.