SD Huesca

GIRONA-HUESCA - ANÁLISIS

El helicobacter se me manifiesta

Reflexión, tras el partido Girona-Huesca

El helicobacter se me manifiesta
El helicobacter se me manifiesta

V OY A desvelarle, amigo lector, un secreto. Hace más de año y medio, me detectaron el helicobacter pylori, ya saben, esa bacteria que hace la puñeta hasta que un tratamiento ultra la desintegra. Como no se expresa con virulencia, convivo con él, trabaja conmigo, duerme en mi cama, comparte mi mesa y lo someto al duro estrés de mi afición al picante.

Y nada, nada, provoca su manifestación palmaria salvo los finales del Huesca fuera de casa -y hasta dentro alguno-. Este sábado, fue el colmo. Me recordó que está ahí, que es como Teruel, que existe, y que no me quedan más que dos remedios: atiborrarme de pastillas para acabar de una vez por todas con su sufrimiento solidario con mi corazón o cambiar de afición, da igual el golf que la vela (el único deporte que, sin dudarlo, no me gusta), pero nada de fútbol y mucho menos del Huesca.

He tardado en escribir esto lo que otros debieran haber esperado a expeler toda clase de improperios en redes sociales sin que le apurara un helicobacter ni el llamamiento a la mesura.

La de ayer fue la tercera puñalada trapera del fútbol al Huesca en cuatro salidas. No fue el partido en Girona un florido pensil de los de Míchel, como tampoco lo fue de su rival. Choque rudo, áspero, conservador, timorato, entre dos de los equipos con mejor plantilla, conocedores de sus potenciales respectivos. El que marcara uno daría tres veces. Y la expulsión de Mir añadió un argumento a la exigencia de épica, pero la epopeya quedó al final en agua de cerrajas, estéril esfuerzo en inferioridad, porca miseria, fútbol malandrín que tanta desgracia nos das.

Dentro de la tercera tragedia en otros tantos finales apurados, la sobreactuación tampoco ayuda. Mejor dimensionar al rival y las circunstancias. Y sobre todo diagnosticar qué nos pasa. Con exabruptos no se halla el tesoro de las soluciones. Ahora, al rincón de pensar. Llegan las batallas decisivas y en la voluntad está el destino. Exijamos y apuntémonos. ¡Al carajo el helicobacter!