SD Huesca

COLABORACIÓN

La ponderación y la botella

El Real Madrid aplasta al Huesca

La ponderación y la botella
La ponderación y la botella
GOFI

No se estila mucho, en estos tiempos de nervios desatados, el uso de un término como es el de la ponderación, que a la sazón es virtud. Decía Sócrates que al juez le corresponden cuatro características: escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente. Acostumbrados al vértigo, reaccionamos exclusivamente a lo que sucede hasta donde alcanza nuestra memoria, que viene a ser cinco o diez minutos, y olvidamos que, para juzgar una unidad completa, hemos de observar cuanto acaece en la generalidad. Luego, llegaremos o no a acuerdo sobre el rendimiento o la eficacia, pero de esa manera seremos capaces de glosar el conjunto, anteponiendo la mesura al extremismo.

Nadie en el minuto 39 de ayer, antes del zapatazo de Hazard, hubiera dicho con ojos azulgranas que aquello estaba siendo un desastre. Sergio y Rafa Mir incluso habían tenido sus opciones y el Huesca controlaba aceptablemente la situación. Para completar el juicio, convendría recordar que enfrente estaba el campeón de Liga que tiene, además, a un jugador que cualquier rival odiaría si no fuera porque es discretamente elegante y seductor en sus formas, como es Benzemá. Quince minutos después del 0-0, había un 3-0 y las redes disparaban todos los improperios del averno.

La delicada situación del Huesca procede, sin embargo, de haber caído con el Cádiz y no ganar a Elche y Valladolid. Lo de Anoeta o el Di Stéfano entra en lo habitual, y en el resto el regusto de juego, que no de resultados, es tan grato que ayer lo reconocía Valdano.

Otra cuestión, querido Míchel, es si conviene acudir al campo de un Real Madrid a jugar cara a cara, porque es probable que te la partan. No seré yo quien discuta más allá de algunos jugadores que me parece que manifiestamente hacen pocos méritos para confiar en ellos pese a los fuegos de artificio del pasado año. Sí, apreciado míster, me gustaría que empezáramos a cargarnos todos de argumentos para la ilusión. Ahora mismo, esa botella con la que tanto juegas la vemos medio vacía (tirando a agotada). Rellénala, que puedes.