SD Huesca

OPINIÓN

Al desván

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Al desván
Gofi

El Huesca está para psicólogo. Ya sé que habrá quien piense que quien debiera intervenir es el cirujano, e ir directamente a la cabeza. Pero, viendo el partido ante el Éibar, como toda la temporada, es mejor realizar, además de la recuperación física de quienes andan justos o saturados, una sesión en el desván, porque el paciente padece esa terrible impotencia de quien considera que está desempeñando sobresalientemente su trabajo y, cuando llegan los resultados, son manifiestamente insuficientes. No dan para la supervivencia. Y cada vez se ve más exigido. Y aún puede disfrutar de tiempo, pero las premuras van acortando los plazos y las necesidades. Hay que compensar las deficiencias pretéritas en las que, paradójicamente, constata que en él concurren virtudes superiores a sus compañeros... pero no hay rendimiento.

Sea psicólogo o quizás coach, o los dos, en las citas hasta el 20, ante mi Osasuna y en mi Sadar donde tenemos la opción de ganar y la alternativa es vencer, al jefe Míchel y a los jugadores habrá que explicarles que un campo de fútbol es como una carpintería, donde un descuido te desangra. Como una instalación eléctrica, en la que las negligencias provocan una descarga fatal. Como una obra de construcción que requiere una malla de seguridad. Por eso, si están terminando prodigiosamente una mesilla, un empalme o una pared y se produce un resbalón, todo se viene a pique. Cuando mejor estaba este sábado el Huesca, una acción entre centrales fue su condena.

El psicólogo y el coach también les dirán que, cuando se desata una adversidad, hay que recomponerse y, cuando se empieza a enderezar la faena, no hay que reblar, hemos de ser constantes. El gol de Mir (más balones hay que habilitar para el murciano) hizo justicia, pero el cansancio se apoderó de algunos de los bastiones como Ferreiro, Mosquera y Rico. Y, entonces, irrumpieron refrescos muy pocos frescos, sin confianza en sí mismos, sin espíritu. Y, claro, como el fútbol es una cuestión de marca personal, su reputación se devalúa en paralelo a su aportación. Y la fe de la afición merma. Y todos vivimos de ella. FSSR. Al desván.