SD Huesca

COLABORACIÓN

Esos locos bajitos

Esos locos bajitos
Esos locos bajitos
GOFI

Anhelaba revivir la capitulación de Boabdil ante las huestes aragonesas cuando las hordas del sultán se engrandecieron y, en un salto en el tiempo, los oscenses fueron un remedo de los locos bajitos de Joan Manuel Serrat. Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se hace, que eso no se toca. Nos pareció que son de goma y que les bastaban los cuentos de los de Míchel para dormir. Pero despertaron y el contraataque nos sumió en la desesperación. Un mazazo que debió ser evitado, porque la frustración ha sido de las que ponen a prueba el reblar.

Por partes. El Huesca jugó un estupendo partido durante la práctica totalidad de los 93 minutos, pero hay que concienciar a los jugadores y al entrenador de que no se puede tirar en faltas de concentración el trabajo hercúleo desarrollado hasta tejer esa tela de araña que afanosamente acaba en goles a golpe de sudor y de lágrimas.

El problema no es que Pedro Mosquera, en el que asoman signos de agotamiento, falle en el minuto 43 y ponga en bandeja el empate. El diagnóstico es que, ganando 0-1, a dos del descanso no puede irse todo el equipo al ataque alegremente y dejar huérfana la retaguardia.

Y los dos últimos goles del Granada vienen precedidos de un asalto a la desesperada en la que pudimos haber sentenciado. Pero, al menos -y éste me parece un grave debe de Míchel ayer-, el Huesca se podría haber protegido al final con un central más ante las arremetidas de un rival plagado de artillería frente a defensas pequeñitos salvo los dos centrales. En los relevos, todos bajitos por una torre como Mir. Un central más hubiera sido una bendición. Tiene que reflexionar el entrenador, porque el "jogo bonito" tiene sus límites y sus circunstancias. Competir es la palabra.

No seamos tampoco cenizos, no nos dejemos llevar por la ira. Hubo detalles muy positivos. Un Sandro intenso y brillante, un Borja García más asentado, un Ontiveros desequilibrante, un Álvaro seguro a pesar de los goles (sacó dos chutazos) y una buena circulación que empequeñeció al Granada. Razones de más para lamentar lagunas que iluminan el farolillo rojo.