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Alavés, punto de inflexión

El Huesca buscará la anhelada y necesaria victoria para no quedar descolgado

Alavés, punto de inflexión
Alavés, punto de inflexión
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HUESCA.- El Huesca quiere convertir el partido del próximo sábado ante el Alavés en el "punto de inflexión" que le permita estrenar el casillero de victorias y empezar a hacer buenos los ocho empates que ha cosechado en las doce jornadas disputadas. A fin de cuentas, la salvación no está a una distancia sideral (tres puntos) y dar un paso largo (ganar) ayudaría a fortalecer el ánimo y la clasificación.

El calendario no permite concesiones. Menos todavía para el Huesca, a quien le espera una nueva reválida para salir de la encrucijada y estrechar el cerco en la lucha por la permanencia. Y sobre todo, no quedar descolgado. El empate en Granada, con las connotaciones que le rodearon, quedó ensombrecido en dos minutos. Los que precisó el equipo nazarí para neutralizar la clara brecha en el marcador que había abierto el tercer gol, el primero de Okazaki en la Liga Santander.

Esas tablas in extremis del Granada dejaron muy tocados a los jugadores y al cuerpo técnico encabezado por Míchel. El entrenador vive su momento más duro y difícil desde que aterrizó en el Huesca.

Hasta ahora nadie en el club ha discutido su apoyo hacia Míchel. Al contrario, el propio técnico, en las declaraciones a Movistar antes del choque de Los Cármenes, afirmaba sentirse plenamente respaldado pese a no conocer todavía la victoria y ocupar el farolillo rojo.

Pero Míchel no es ajeno a la realidad del fútbol. Si como jugador ya debió tener numerosas experiencias con cambios de inquilino en los banquillos, como entrenador ya lo vivió en sus carnes en Vallecas, donde era el ídolo de la afición y fue despedido antes de acabar la temporada unos meses después de haber guiado al Rayo a Primera División. Todos saben que la figura del entrenador es el hilo más fino y el más débil en situaciones de crisis. No hace falta dar ningún ultimátum -que no lo hay-.

Hasta ahora Míchel ha gozado de la confianza total y unánime, es cierto, y eso no parece haber cambiado porque nadie se ha pronunciado en sentido contrario. Pero el clima de preocupación por la falta de victorias es el síntoma inequívoco de que esa confianza o esa defensa a ultranza que le ha acompañado se empieza a tambalear. En definitiva, a Míchel, como a cualquier entrenador, le mantendrán o lo sacarán del banquillo los resultados. Nadie tiene fecha de caducidad.

Entre tanto, la plantilla azulgrana prepara dentro de esa "tensa calma" el choque con el Alavés. Habrá que ver si Míchel propone cambios, de jugadores o de sistema, o da continuidad a lo que tan buen resultado en líneas generales le dio durante 87 minutos en Granada y que saltó por los aires en un visto y no visto.

Hay futbolistas que están llamando a la puerta, caso de Gastón Silva, que puede adaptarse al eje de la zaga o al lateral izquierdo. Porque si algo se está viendo, tal como llegan los goles es que nadie parece intocable. En Granada no se cerraron bien los centros y los duelos aéreos en los dos últimos goles locales y en el primero se "rubricó" una desafortunada acción que nació de una pérdida en el área nazarí que propició una transición, una pérdida de Mosquera y un balance defensivo desordenado que supuso el gol de Luis Suárez. Jugada que ya había tenido un par de precedentes con anterioridad en sendos balones perdidos por el propio Mosquera y Mikel Rico.

La entrada de Doumbia en el segundo periodo también puede ser el anuncio de una posible titularidad.

Y en cuanto a sistemas, tampoco se descarta que Míchel se incline por una defensa de cinco, algo que reconoció haber ensayado la semana pasada.

Desde la dirección deportiva, el mensaje de Rubén García, en las declaraciones que hizo a este periódico en la víspera del partido contra el Sevilla, iba en doble dirección. Por un lado, dijo, "para plantearme un cambio de entrenador o de jugadores tendría que ver que no funcionan muchas cosas y como lo que veo es todo lo contrario, la confianza en Míchel y en la plantilla es total".

Y, por otra parte, su mensaje fue remar todos en la misma dirección, "ir todos a una porque somos el Huesca, no un club con 80.000 abonados y gran potencial económico y deportivo. Hay que tener sentido común y más estabilidad de la que se tiene normalmente en el mundo del fútbol".