SD Huesca

COLABORACIÓN

Fiesta de consolación

Fiesta de consolación
Fiesta de consolación
GOFI

HUESCA.- Afirma Alberto Sabio en el magnífico introito de Aragón Desgajado que los exiliados españoles tuvieron la virtud de no conformarse con una fiesta de consolación en el andén de la historia. Me vino a la memoria esta expresión del a la sazón director del Instituto de Estudios Altoaragoneses porque tengo la sensación de que los discursos nostálgicos de Míchel tienen mucho que ver con una especie de renuncia a la mejora, una cesión caballerosa de espacio a la fatalidad, con la elegante impresión que otorga la declaración, partido tras partido, de su homólogo rival: que si el Huesca merece más, que si juega muy bien, que si acaricia el cuero... Lo que se callan, más que nada para no despertar la reacción de quien lleva ya nueve empates (hasta tal punto que la suerte y la casualidad hay que dejarlas enlazadas con la lotería), es que entrar hasta las entrañas con faca de bandoleros en cada acción a balón parado frente al área azulgrana es misión tan fluida que ni James Bond en Goldfinger frente a las medidas de seguridad terribles de los malos penetraba con tanta facilidad. Siempre hay un fallo... y es susto o muerte.

No hay mayor incapacitación para la mejora que no analizar y reconocer los defectos. En el fútbol, son once por equipo y la misión del entrenador es conjuntarlos para suplir los defectos de unos con las virtudes de otros, la lentitud de un defensa con la velocidad del compañero, las carencias técnicas o tácticas con la esplendidez de los colegas.

No pinta bonito para el Huesca, salvo que -insisto- nos conformemos con levitar en el andén del presente que pronto será historia. Quizás haya que buscar algún método innovador y yo propongo el mío para aprovechar fortalezas y debilidades. Que, en el primer tiempo, Míchel Sánchez sea el entrenador. Los primeros 45 minutos oscilan entre la esplendidez y la solvencia, si bien no hay demasiada verticalidad. Pero son de los que gustan a los comentaristas que, como decía esta semana Mendilíbar, prefieren llamar transiciones a los contraataques. Y en la segunda, que dirija el segundo para los cambios. Y, en medio, un psicólogo. Una prueba. Quizás sea exitosa.