SD Huesca

PRIMERA DIVISIÓN - ANÁLISIS

El retorno de la crueldad

Son innumerables los partidos en los que la balanza se ha desequilibrado en los minutos finales

El retorno de la crueldad
El retorno de la crueldad
GOFI

No crean esa patraña de que los desastres fortalecen. Somos todos lo suficientemente mayorcitos como para saber que anima más una victoria que una derrota y que pensar, como decía Cicerón, que un revés puede ser útil es en sí mismo una inmoralidad o una tontería. Ayer el Huesca retornó a la senda de la crueldad máxima. En realidad, no le ha abandonado. Son innumerables los partidos en los que la balanza se ha desequilibrado en los minutos finales. Es posible, incluso, que sea una herencia de la anterior etapa, o una inercia que cuesta resolver, porque además la de ayer fue una reminiscencia, un "dejà vu": dos faltas, dos rechaces y adiós.

Teníamos motivos para la ilusión. No por las bajas del Madrid. Nacho es internacional y es difícil encontrar en él un resquicio para lamentar la baja de Ramos. Lo mismo sucede con Mendy o con Odriozola. Casemiro, Kroos y Modric es una constelación. Y Vinicius, Asensio y Benzemá una banda organizada dispuesta a ajusticiar. De cancerbero dejan a Courtois. Y, con todo, el Huesca no sólo compitió de verdad sino que dispuso de oportunidades para haber sentenciado en un arranque de la segunda mitad deslumbrante, en el que una y otra vez hizo tambalear al gigante blanco.

El Huesca es hoy un equipo reconocible, con aspiraciones de ceder el farolillo rojo. Tres centrales fornidos, dos laterales que son puñales, un centro del campo que con seguridad encontrará variantes con la recuperación de jugadores y un ataque que se edifica sobre un Rafa Mir que se ha tomado un reconstituyente para poner en jaque a los defensas y los porteros. Ayer le acompañó Okazaki, pero las alternativas son múltiples.

Pese al dolor de la derrota, los síntomas exigen dormir, reflexionar sobre los errores y establecer una balanza de las fortalezas y las debilidades para adquirir la consciencia de que este Huesca tiene por delante un apasionante desafío, un encuentro con la historia. Si alguien no cree que hay mimbres, está en su legítimo derecho de apearse. Y los que no, todos a una, a abrazar la fe. Fe sin reblar.