SD Huesca

COLABORACIÓN

El futuro en nuestras manos

Partido Barcelona-Huesca disputado en el Nou Camp.
Partido Barcelona-Huesca disputado en el Nou Camp.
EFE

La noche del lunes no fue la mejor para visitar el Camp Nou. Nos recibió un Barça renacido, con Laporta debutando como presidente en su segunda etapa en el club catalán y con Messi celebrando un nuevo récord, convirtiéndose en el jugador que más veces ha vestido la camiseta blaugrana.

Y al final pasó lo que realmente todos esperábamos: nos encontramos con un Messi superlativo. Y cuando esto sucede, da igual quien esté en frente, el Barça termina arrollando a su rival porque el rosarino, a día de hoy, sigue todavía dos escalones por encima del resto. Como apuntó Rafa Mir, “jugar con Leo Messi es hacerlo con uno más“.

Dicho esto, el Huesca estuvo en su línea de siempre. Llegó con cierta facilidad a área contraria, pero no termina de mejorar en facetas que son determinantes si se quiere conseguir la salvación. Y atrás, este equipo no trasmite la seguridad defensiva que busca Pacheta con esa línea de 5. Y basta un dato demoledor: 8 goles encajados en los últimos dos partidos. A lo que hay que añadir la alarmante facilidad con la que nos generan ocasiones.

También, aunque suene contradictorio, nos cuesta mucho reaccionar de forma positiva a un gol a favor. Al igual que cuando nos pusimos por delante en Éibar, o remontamos el tanto inicial en contra con el Celta, este pasado lunes, después de que Rafa Mir hiciera el 2-1 de penalti, encajamos el 3-1 de Mingueza apenas 5 minutos después. A balón parado, por cierto. Y siendo, para los amantes de las estadísticas, el primer gol que logra el Barça esta temporada de saque de esquina. ¿Casualidad? No creo.

Pero, a pesar de todo, sigue habiendo opciones de permanencia. Y más de las que parecen. Este sábado empieza el tramo decisivo del calendario frente a Osasuna. El choque con los navarros -teorías de Pacheta al margen- es una auténtica final. Un partido que marcará el devenir del equipo, y puede que determine si nuestro futuro está o no de nuevo en la élite. Es el momento perfecto para reengancharnos, completar una jornada perfecta y rozar de nuevo la salvación con los dedos.

Una victoria nos daría esa tranquilidad necesaria de cara a lo que viene (Levante y Elche) y más con un parón de selecciones por medio. Porque, como digo, el sábado empieza lo bueno sabiendo que la salvación todavía está en nuestras manos.