SD Huesca

¿Experimentos con gaseosa?

David Ferreiro
David Ferreiro
EP

CUENTAN la anécdota real de un sistema informático fallido en El País que costó la broma de cientos de millones de pesetas. Constatado el fracaso, don Jesús de Polanco (apodado del Gran Poder en la casa) bajó al pertinente departamento y, sin necesidad de mover pestaña, sentenció: “Los experimentos, con gaseosa”. Traducido al román paladino, “a la próxima ya sabéis lo que os espera”, esto es, la metafórica guillotina. Desde aquellos tiempos tardíos del milenio segundo, los tecnólogos de la casa se tientan los machos antes de dar pábulo a las aventuras.

Un wasap interrumpió ayer mi retransmisión en Twitter. Rezaba: los experimentos, con gaseosa. Refería el aforismo a Pacheta y su alineación inicial. No voy a decir, como entonaba la canción, que se equivocó la paloma. Esto es tan subjetivo e interpretable que nada hay más osado que pretender la verdad absoluta.

Dudo que haya muchos a los que gustó el once inicial, el primero de ellos al técnico, a pesar de su discurso certero sobre la disponibilidad de todos los efectivos, y todos a tope. Sin embargo, su cierta audacia tenía varios sentidos: uno, partido contra el líder en su campo; dos, sobrecarga de algunos hombres; tres, amenaza de tarjetas; cuatro, pragmatismo porque el domingo nos la jugamos ante el Getafe, rival directo por si alguien lo olvida. Y un quinto punto ya sugerido: Pacheta tiene fe en todos.

La lástima fue que Siovas, enorme hasta la pifia del segundo tanto, no cazara ese gol en el minuto tres. De haber sido así, en el Wanda hubieran asomado los fantasmas. Pero, como no fue así, el partido en general resultó de lo más digno para el Huesca. Aseado pero sin renuncias ante un equipo que, sin Luis Suárez y Joao Pinto, se cierra en torno así como una tortuga en su caparazón para sacar rápidamente la cabeza.

El resultado fue justo aunque apostaría por el fuera de juego en el segundo gol. Y, dentro de la complejidad de la lid de ayer, me quedo con detalles como los registros que maneja Sandro Remírez. Con Mir más enchufado, tienen que ser letales en lo que nos queda de vida y de esperanza. Cabalgamos. l