SD Huesca

FÚTBOL / PRIMERA DIVISIÓN

Sin tiempo para profecías

El Huesca empieza a tener poco margen de error

S.D. Huesca en el partido ante el Getafe.
S.D. Huesca en el partido ante el Getafe.
Rafael Gobantes

Con lo que estamos viviendo esta temporada, creo que habría que incluir las opiniones balompédicas que vertimos unos y otros en el frigorífico de los productos perecederos. Son pocas las veces en las que los caprichos de la pelotica aportan solera a lo predicado, siendo lo más habitual que los balonazos semanales de realidad manden nuestros sermones directamente a la basura.

Reconozco que el domingo esperaba bastante más de la SD Huesca ante el Getafe. Los de Bordalás, cuya propuesta futbolística denosto rotundamente, no dieron opción a los azulgranas y se llevaron los tres puntos de El Alcoraz dejándonos a más de uno de sin postre y, lo que es peor, con el casillero de puntos a cero en una semana horribilis que conviene olvidar lo antes posible.

En plena indigestión de tan inoportuna torrija, un par de estadísticas publicadas esta semana agravaban la acidez del reflujo moral: por un lado, la que en virtud de las ocasiones generadas situaba al Huesca confortablemente en media tabla en una hipotética clasificación de “merecimientos”; y, por otro, la que, reforzando el mensaje de la anterior, nos muestra cómo es el equipo que menos rentabiliza sus goles en puntos (0,87 puntos por gol) de toda la categoría.

Con todo, tal como vengo repitiendo desde hace semanas, la tozuda realidad es que nada importan tanto la posición actual en la tabla como el cúmulo de cábalas que tanto nos gusta hacer basándonos en aquello que pudo ser y no fue. Siguen quedando jornadas por delante para los (cada vez menos, eso sí) implicados en la pelea por la permanencia y, si bien, el Huesca empieza a tener poco margen de error, sumar va a seguir siendo harto complicado para todos.

No tenemos tiempo, por tanto, para profecías: ni estábamos salvados hace dos semanas ni desahuciados a fecha de hoy. Como el montañero que busca hollar la cima, conviene centrarse en el próximo paso (en nuestro caso, la Real Sociedad), sin que lo lejos o cerca que se encuentre el objetivo despiste lo más mínimo nuestra atención. A lo mejor hemos perdido la senda y nos toca rasparnos un poco entre zarzas, pero mantengamos la fe, esbocemos una sonrisa y sigamos disfrutando del camino, que todavía estamos muy vivos y se avanza más andando que hablando.