SD Huesca

Huesca, 0 - Valencia, 0

Un equipo para Pacheta

Duelo este sábado en El Alcoraz
Duelo este sábado en El Alcoraz
EFE

LAS LÁGRIMAS riegan el cultivo sobre el que se recogerán los frutos del porvenir. Ni siquiera conviene ocultarlas, porque los indigentes intelectuales que odian al Huesca tampoco las detectarán. El pitido final de Cuadra Fernández (lo de los árbitros y el VAR deberá analizarlo el club con Velasco Carballo porque ha sido demencial y determinante) inundó El Alcoraz de silencio, sólo interrumpido para aplaudir a algunos jugadores. Allí, en la banda, con una tristeza sobrecogedora, permanecía inmóvil José Rojo “Pacheta”, un tipo de una pieza, seguro que invadido por sentimientos de angustia. Es tan menudo que los presentes, quizás porque ahogaban las penas hacia el interior, no atisbaban al entrenador, al ciclón energético, abatido por el descenso. En un momento, una voz reclamó el reconocimiento y se generó un aplauso contenido, porque no estaba el ánimo para exhibiciones.

Esa ovación es la expresión de una correspondencia. Pacheta llegó en una situación muy delicada, rayana en lo terminal, y nos ha hecho creer a todos, hasta morir en el borde de la orilla. Con una plantilla que no había diseñado y a la que intentó adaptar su estilo, sin excusa alguna, esgrimiendo que, si no había permanencia, era un fracaso.

Yo me atrevo a proclamar que Pacheta no tiene motivo alguno sino para sentirse orgulloso. El líder es aquel que consigue que los demás mejoren su rendimiento: los jugadores en el campo, el equipo técnico en la preparación, incluso los directivos en sus conceptos. Moldear, articular un espíritu, un estilo, una ética. A mí, Pacheta, en este mundo en el que los cretinos elevan la voz por encima de los sensatos, me representa. Me representa mucho. Yo le haría vitalicio... o casi. Y, ¡ojo!, he criticado algunas de sus decisiones, pero es que lo cortés no quita lo valiente.

Yo le daría un equipo de Pacheta para Pacheta. Y, a continuación, colocaría una pancarta gigante en El Alcoraz con la doctrina pachetista: “¡Aquí les esperamos los insujetables de San Jorge!”. Y en el autobús otra declaración de intenciones: “¡Qué nos esperen!” Tiemblen todos, que el Huesca se va a dar un paseíto por la Segunda. ¡Arriba los corazones!