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La filosofía y las claves del éxito, en la doctrina de Xisco Muñoz

Al nuevo entrenador del Huesca le gusta dominar todos los registros, ve fundamental el espíritu de equipo y proclama que el fútbol es su vida

Xisco Muñoz, al frente del Huesca.
Xisco Muñoz, al frente del Huesca.
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HUESCA.- Xisco Muñoz, el héroe de Watford, como antes lo había sido del Dinamo Tblisi, ha asegurado en más de una ocasión sentirse “un afortunado por seguir teniendo el fútbol en mi sangre”. En unas declaraciones a la revista Panenka, tras el extraordinario éxito que supuso el ascenso del equipo británico a la Premier, remarcaba que”mi vida es un peaje muy caro” porque “el futbol es mi vida”.

Una vida que empezó en su colegio de La Salle, continuó en el Mallorca y poco a poco fue escalando peldaños para ir haciendo realidad su sueño de futbolista hasta que dio el salto a Primera de la mano del Tenerife y se coronó más tarde con el Valencia, donde se encontró con un equipo ganador que conquistó la Liga, la UEFA y la Supercopa de Europa.

Si algo distingue al nuevo entrenador del Huesca es que, ante todo, disfruta y quiere que quienes le acompañan, lo hagan también. Inocular en todos la misma pasión y el veneno que tiene el fútbol. “He tenido la suerte de vivir las tres partes del fútbol. He sido un aficionado más. Un aficionado que iba a animar al Mallorca en la grada, o incluso desde el mismo césped, siendo recogepelotas. He podido ser futbolista profesional, y vivir títulos, momentos mejores, momentos peores, ascensos, descensos, competiciones europeas. Me siento un privilegiado de haber podido ver de verdad lo que es el fútbol. De haber vivido de todo, todas las caras de este deporte. De haber podido estar en el primer nivel. Me siento un afortunado tanto por las alegrías como por las penas, porque tanto las primeras como las segundas me han servido para aprender a valorar mucho más las cosas. Y ahora como técnico también me siento un privilegiado, porque en dos o tres años de carrera voy a entrenar en la mejor liga del mundo, o en la mejor liga del mundo junto a la española. He podido disfrutar esas tres partes del fútbol, aprendiendo muchísimo de cada una de ellas. Y ahora quiero continuar disfrutando y mejorando como entrenador”, señalaba en Panenka.

De futbolista a entrenador, indicaba, la única distancia era el medio metro de estar dentro a estar fuera. Para mantenerse en pie en el escenario su lucha ha sido, como técnico, la de la igualdad de condiciones sin que “nadie sea menos ni más que nadie”. Y Xisco Muñoz, hacía una declaración de intenciones acerca de su relación con los jugadores y que a buen seguro será el mensaje que ha transmitido a su nuevo vestuario: “Me gusta que mis futbolistas sepan que estoy a su lado, que sepan que yo sé lo que es ser futbolista. Yo he estado ahí. Yo sé cuando te intentas escaquear. Sé cuando lo haces bien, cuando lo haces mal. Sé lo que sientes cuando lo quieres hacer bien y lo haces mal. Sé cuando tienes miedo a hacer cosas, que es un gran problema del fútbol y del mundo actuales: yo no quiero causar miedo en el vestuario, yo quiero transmitir confianza. El fútbol depende del error. Hay que ser valiente, hay que convivir con el error y persistir. Estamos en una sociedad en la que parece que equivocarse es malo. Hay que ser honestos: tengo 40 años, estoy empezando y me puedo equivocar. Todos podemos equivocarnos. Vamos a intentar hacerlo todo de la mejor manera posible, pero vamos a probar. Vamos a equivocarnos. Vamos a aprender. Vamos a generar. Podría limitarme a dar opiniones ventajosas, porque al final hoy tenemos tantas tecnologías que puedes repasar las jugadas hasta encontrar lo que quieres, pero prefiero ser muy cercano. Porque es como lo siento, además. Me gusta respirar lo que respiran ellos. Me gusta sentir lo que sienten cuando ganamos y cuando perdemos. Pero, además de esa cercanía, también debes estar preparado, porque al exfutbolista que entra en un vestuario como técnico se le tiene respeto los 15 primeros días, y después si no estás preparado y no le ofreces soluciones el futbolista deja de creer en ti”.

Se muestra valiente en sus palabras y los hechos, en su corta pero intensa y exitosa carrera como entrenador, avalan esa misma valentía en el juego de sus equipos. No en vano, tanto en el Dinamo Tblisi como en el Watford tuvo que remar contra corriente para celebrar los triunfos. Su mentalidad ganadora ha sido clave, aplicándola a un sistema por lo general sustentado en el 4-3-3 y, fundamentalmente, apelando al espíritu de equipo con la formación de un bloque sólido. “Nos hemos hecho fuertes en los momentos difíciles, hemos crecido en los momentos difíciles, hemos crecido y hemos apostado todos por una idea, por el trabajo y creo que ha sido todo muy fácil. Creo que hemos conseguido levantar a un equipo que no era regular, el gran problema por el que vinimos nosotros. Hemos logrado ser regulares, que era lo que hacía falta”, indicaba en respuesta a las claves del éxito en el Watford y que se pueden trasladar al Huesca perfectamente. Desde la categoría (Segunda División) hasta la falta de regularidad que ha mostrado el conjunto azulgrana y que le mantienen en una posición muy tibia en la tabla.

Le preguntaban en otra entrevista sobre el estilo con el que se ve representado, además del protagonismo con el balón que quiere que se vea en el campo y que en Huesca hemos podido apreciar en los últimos entrenadores. “Hay que intentar ser dominadores de todos los registros. Además de querer ser protagonistas también debemos controlar las transiciones y el balón parado”.

Y todo eso, “siendo honesto, disfrutándolo, intentando no ser ventajista, intentando dar soluciones a los chicos, dando resultados siempre... El haber sido futbolista también me permite saber qué es lo que pueden pensar mis jugadores. He intentado ofrecer lo mejor de mí como persona y entrenador. Entre ellos también han hecho mucho para que esto saliese bien. Tenían una idea muy sólida para saber qué es lo que había que hacer para salir de allí”.

El reto que tiene por delante sabe que es mayúsculo, lo mismo que su pasado reciente en los banquillos de Inglaterra o Georgia, donde ha tenido que sacar lo mejor de sí mismo y el máximo rendimiento de los futbolistas para obtener, en el caso del Watford, el mayor porcentaje de victorias en la historia de la Segunda División británica, en el convencimiento de una mirada siempre positiva a su trabajo y a los objetivos y a la presión que todo eso conlleva, que asume con todas las consecuencias.