SD Huesca

sd huesca

El Alcoraz cumple 50 años

José María Mur fue el presidente que construyó el gran patrimonio de la SD Huesca y que se inauguró el 16 de enero de 1972

Luis Sanclemente, Nacho Lacarte y Raimundo Bambó con El Alcoraz reformado al fondo.
Luis Sanclemente, Nacho Lacarte y Raimundo Bambó con El Alcoraz reformado al fondo.
PABLO SEGURA

HUESCA.- “Alcoraz: nuevo campo de fútbol digno del Huesca y de Huesca”. Tal día como hoy, hace 50 años, un 16 de enero de 1972. Era el gran titular del periódico Nueva España de aquel frío domingo de invierno. Poco antes de las cuatro de la tarde, en los prolegómenos del partido de liga de Tercera División entre el Huesca y el Deportivo Aragón, el párroco de San Pedro Cándido Casasnovas procedió a la bendición del nuevo estadio del club azulgrana, la joya de la corona de la época y todo un hito en la historia del fútbol oscense que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un extraordinario patrimonio.

El encuentro finalizó con victoria azulgrana (2-1), goles del Huesca en los primeros minutos del segundo tiempo. Borbón fue el primer goleador de El Alcoraz. Tras recibir de Ortega desde la derecha, el extremo controló con la derecha y tal como le vino remató con la izquierda desde fuera del área. Y poco después, Mendiara, tras acción de Franganillo I, logró el 2-0. De penalti acortó distancias Sigi para el Aragón. El Huesca, dirigido por Lelé, formó con Jover, Villacampa, Mariano, Valentín, Galbis, Ausaberri, Borbón, Ortega, Mendiara, Franganillo I y Franganillo II.

Aquella instalación ejemplar y moderna en ese momento que se “inventó” José María Mur ha tenido sus vaivenes y un golpe de pedal fantástico en la última época, con obras constantes desde el ascenso a Segunda División en la temporada 2007-08 y un punto de inflexión con el salto a Primera División, en la campaña 2017-18, con una transformación integral en apenas tres meses para la puesta en escena del equipo en su histórico ascenso a la máxima categoría. Obras que aún hoy continúan, lo mismo que los proyectos que hay a corto, medio y largo plazo y que están dejando El Alcoraz en un estadio moderno y con la tecnología punta que exige LaLiga para convertir los partidos en un espectáculo antes, durante y después de su celebración con las retransmisiones televisivas.

En más de una ocasión, cuando se habla de El Alcoraz, se ha tildado a la figura de José Mari Mur, fallecido recientemente, como “visionario” cuando por su cabeza rondaba la idea de construir un campo de fútbol. Futbolero cien por cien, Mur recordaba que le prepararon el camino a la presidencia sus dos predecesores, Aurelio Auseré y Adolfo Calvo, cuando lo nombraron vicepresidente.

Una vez al frente del club, en 1967, empezó a hacer realidad su sueño o su proyecto vital, que de todo hay tras la larga época en la que el Huesca había transitado por la instalación de tierra de San Jorge, propiedad del entonces ministerio de Educación y Descanso. “Desde que jugaba al fútbol pensaba con contar con un campo de hierba. Cuando accedí a la presidencia en 1967, la ilusión de construirlo con el apoyo de los directivos fue patente”, dijo el mismo día de la inauguración, y con firmeza hizo una declaración de intenciones que cinco décadas después se antoja como una sentencia: “Una sociedad, sea del matiz que sea, debe tener su propio patrimonio, y en nuestro caso, ese patrimonio debe ser un campo de fútbol”.

Así que se empezaron a sentar las bases a partir del medio millón de las antiguas pesetas que habían quedado en caja con la buena gestión de la directiva que cedió el testigo a Mur. Era lo necesario para echar a andar.

Cinco años antes de su inauguración ya empezaba a gestarse El Alcoraz. El 6 de octubre de 1967 la junta directiva tomó el acuerdo en firme de construir el campo. El día 9, en una reunión extraordinaria de ex presidentes, directivos y socios destacados se aprobó. Se habían mirado terrenos en diferentes ubicaciones, con pretensiones económicas desorbitadas por parte de los propietarios, pero fue el directivo Gabás quien propuso la ladera sur de San Jorge, donde había un extenso campo de cultivo cuyo propietario, León Belío, ofrecía unas condiciones económicas muy asumibles. Se suscribió un documento con opción que después pasaría a ser propiedad del club previa la entrega de 500.000 pesetas. Belío dio todo tipo de facilidades y rebajas, hasta dejar la venta en 400.000 pesetas.

El Huesca informó de su proyecto a las autoridades, que mostraron el apoyo a la idea pero consideraron que sería mejor para el club disponer del alquiler en exclusiva y a precio simbólico del campo deEducación y Descanso de San Jorge por 99 años. Pero en marzo de 1968 las mismas autoridades indicaron que esto no podía ser.

El Huesca, con la maquinaria ya en marcha y su idea del nuevo campo (el proyecto fue visado el 14 de febrero de 1969), acudió a pedir una subvención de la Federación Española de Fútbol, cuyo presidente José Luis Costa, recibió a la directiva el 29 de mayo de 1969.

El 27 de octubre, se comunicó la concesión de 2 millones a fondo perdido para el terreno de juego. Hubo también un préstamo de 2 millones de la Delegación Nacional de EF y Deportes (con un aval personal), a devolver en 10 años y que fue perdonado cuando se puso en marcha el Plan de Saneamiento del fútbol español por parte del Consejo Superior de Deportes.

Para la construcción del campo, el Huesca suscribió un préstamo con el Banco de Crédito de la Construcción de 3,7 millones de pesetas, a amortizar en 15 años y que con el paso del tiempo acabó por impagos en una subasta por valor de 9.950.000 pesetas que ganó el Huesca el 17 de febrero de 1986. Se propuso la idea de crear una sociedad paralela, CF Huesca SA, para cubrir esa cantidad que contó con la participación de 163 aficionados que aportaron dinero, además del propio Huesca, que había anticipado por ley el diez por ciento para acudir a la subasta y que hizo el número 164 los integrantes de una sociedad que finalmente no pudo ser registrada y por tanto no se constituyó.

El campo, no obstante, siempre ha sido propiedad del Huesca y su coste final, entre pitos y flautas, fue de alrededor de 15.

Para cubrir la financiación al inicio, José Mari Mur y sus directivos recurrieron a todo tipo de iniciativas. Hubo una aportación de los socios y entre los 1.400 que había respondieron 700 con un promedio de mil pesetas entre las reticencias de una afición que no veía nada hecho y que planteaba dudas sobre la obra que se quería acometer. Rivas, una “operación papel” y un festival pop fueron otros de los recursos de los que echaron mano los dirigentes. Entre unas cosas y otras ya se había llegado a 6.512.000 pesetas de ingresos, que sumados al medio millón alcanzaban los siete “kilos”. Ni el Ayuntamiento ni la Diputación dieron apoyo económico, sí moral, y con suerte la cesión de apisonadoras y camiones para los movimientos de tierras.

José Mari Mur tiró de sus amigos para sacar adelante la obra. Entre ellos, el arquitecto Raimundo Bambó, recién acabada su carrera en Barcelona, y el aparejador Luis Pie, ambos grandes aficionados y devotos del Huesca.

Fue Bambó el encargado de redactar el proyecto. El Huesca había adquirido una superficie de 25.000 metros cuadrados y el campo ocupaba una extensión de 13.000. El arquitecto recuerda con una sonrisa que se tuvo que empezar a hacer la casa por el tejado. Esto es, por el terreno de juego (con unas dimensiones de 105x70), porque la subvención de 2 millones de la Federación era exclusivamente por el rectángulo de juego. Así que, metidos en faena, el primer trabajo fue poner el drenaje, que precisó de más de 3.000 metros lineales de tubos, 2.500 metros cúbicos de grava lavada y otros 2.000 metros de tierra vegetal procedente de la ronda sureste. Para la hierba, y con la colaboración de Luis Usón, se hizo un siembra de cinco especialidades. La zona rocosa que había junto a la esquina en la que se situarían el bar de General y la casa del conserje precisó de dinamita con una serie de voladuras. Y para el nivelado del campo se contó con la ayuda de los hermanos Gómez Nogarol, de Lascasas. Colaboración que también se extendió, entre otros, a la empresa de Tomás Félix con la instalación eléctrica.

Las obras, que se iniciaron el 26 de enero de 1970, tuvieron su punto culminante casi dos años después, el 16 de enero de 1972. En realidad, la inauguración se hizo todavía con trabajos pendientes, porque la tribuna aún estaba por rematarse, tarea que se hizo en verano. Pero alrededor del terreno de juego, con el césped ya asentado -una alfombra que mereció el aplauso de la revista France Football por ser de lo mejorcito de Europa-, creció la instalación, entonces con capacidad para 5.263 espectadores, todos sentados , a una distancia de 45 centímetros por persona. Y “en caso de apuro” se contemplaba ampliar en pasillos unas 2.000 localidadesde pie. La Tribuna Cubierta tenía capacidad para 451 espectadores y la pendiente de cubrir en verano 528. Cuatro vestuarios, dos barras de bar, cuatro taquillas, aparcamiento para 700 vehículos, cinco puertas y una de servicio completaban un campo que mientras se construía ya tenía publicidad en las vallas que separaban la grada del terreno de juego.

“Lo contemplo y siento la satisfacción de haber cumplido con un deber hacia Huesca. Huesca necesitaba un campo como éste”, dijo José Mari Mur, quien ya avanzó que se había hecho con la perspectiva de ser ampliado porque se dejó incompleto.

Evolución: 9.000 espectadores y una inversión de 14 millones de euros

De aquella heroica construcción, equivalente a la batalla de El Alcoraz que da nombre al campo, queda el recuerdo, la misma ubicación y la geometría pero con una evolución espectacular de acuerdo con las exigencias de LaLiga para las retransmisiones televisivas.

Las primeras intervenciones serias coincidieron con el ascenso a Segunda División y las obras se fueron sucediendo durante la década siguiente hasta cubrir la General y la ampliación y cubierta de la tribuna central. El ascenso a Primera División, en 2018, aceleró la transformación integral con la nueva Tribuna de Gol Norte, después la de Gol Sur, la creación de los palcos VIP y más recientemente la ampliación de la Tribuna de General y los nuevos palcos VIP en dicha zona, la habilitación de las cuatro esquinas (oficinas y Fundación ya en marcha en el Norte y restaurante y museo en el sur, estas dos últimas pendientes de ser rematadas), el cambio total del césped y nuevo drenaje con los sistemas más modernos, la adquisición de terrenos para ampliar el parking, la colocación de las cuatro torres de luz led de 40 metros de altura cada una con 344 kw de potencia y un sinfin de obras y detalles llenos de complejidad con una inversión de unos 14 millones de euros y una admirable dirección del arquitecto Nacho Lacarte, que se ha visto rodeado también de empresas y amigos para sacar adelante este ambicioso proyecto del “nuevo Alcoraz”, que todavía tiene retos pendientes.

Precisamente, DIARIO DEL ALTOARAGÓN reunió al primer y último arquitecto de El Alcoraz, Raimundo Bambó y Nacho Lacarte, para un especial sobre el estadio y su historia que verá la luz el próximo día 22, festividad de San Vicente. Bambó, que tuvo la oportunidad de ver por vez primera las “tripas” del reformado estadio, se encontró “impresionado” de la obra y quiso “felicitar efusivamente” a su colega, mientras Lacarte mostró su satisfacción por haber llevado a cabo su “mayor reto” profesional -en su día hizo también el Planetario- y puso el acento en “la valentía” de Mur, Bambó y todos cuantos hicieron El Alcoraz hace 50 años y que estas últimas obras habían intentado “realzar” lo que se hizo entonces.