Huesca

OJO AVIZOR

La Escuela de Restauración de Huesca y su gran prestigio casi desconocido

La Escuela de Restauración de Huesca y su gran prestigio casi desconocido
La Escuela de Restauración de Huesca y su gran prestigio casi desconocido
P.S.

Si hay algo que llama la atención al entrar a la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón (Escyra), es su potencialidad práctica y, sobre todo, la pasión y las ganas que desprenden tanto los profesores como las alumnas, porque en este centro todas las estudiantes de los diferentes cursos son chicas.

El centro que pertenece al Gobierno Aragón, abrió sus puertas en el año 2001 aunque un año más tarde se trasladó al edificio que ocupa en la actualidad, el antiguo convento de las Capuchinas en la capital altoaragonesa, en una provincia donde "somos ricos en patrimonio cultural", según matiza Ignacio Mustienes, director de este centro.

Se trata de un espacio único en la comunidad y tan solo existen 6 iguales en España donde se imparten estas enseñanzas, equivalentes en la actualidad a un grado universitario. Los estudiantes pueden acceder a él tras cursar bachillerato y superar una prueba propia en lugar de la EvAU o directamente a través del Grado Superior de Artes Plásticas.

Los estudios se realizan en 4 años, al igual que un grado universitario, la diferencia con ellos es el estudio por especialidades, en este caso pintura o escultura, por las que se opta en los dos últimos cursos. Como explica Nuria Miguel, química y docente en la Escuela, primero y segundo son dos cursos niveladores, donde se intenta que los alumnos amplíen las nociones en los campos con los que no han tenido ningún contacto, ya sea en ciencias o en las asignaturas más artísticas.

Pero además de este aspecto, la Escyra se caracteriza por dos elementos, según explica su director, quien a su vez es escultor, historiador del arte y docente en el centro. Por una parte, destaca el reducido tamaño de los grupos donde nunca se superan los 10 alumnos, lo que permite trabajar de una manera distinta. Por otra parte, se refiere a la capacidad de reflexión del alumnado. "Nuestro esfuerzo principal es que los alumnos trabajen con obra de arte real desde el principio y sobre todo que sean capaces de pensar. Valoramos mucho la implicación del alumnado en todas las fases del trabajo en clase pero también la toma de decisiones".

En este sentido, cuando una obra llega a la escuela, los alumnos toman una muestra muy pequeña y la ven al microscopio para saber cómo tienen que trabajar. "Esto es muy importante porque los restauradores son científicos y tienen que argumentar sus decisiones y saber por qué las toman", explica Mustienes.

Todo este proceso es imprescindible para restaurar en una obra de arte. Por ello, en la escuela disponen de espacios de lo más variopintos: aulas teóricas para las clases, talleres de pintura y escultura, un laboratorio de física y química, además de uno de fotografía, el primer lugar donde llega la obra de arte para estudiarla con rayos ultravioleta o infrarrojos. Una vez aplicadas estas técnicas y realizadas las muestras, deciden el tratamiento que se va a aplicar y comienza el "trabajo de campo" sobre la obra.

La gran variedad de espacios hace imprescindible un amplio abanico de materias y especialidades en las que están formados todos los profesores quienes imparten asignaturas de historia, historia arte, procedimiento artísticos, química, (una materia importante para estudiar los materiales de soporte y por los materiales con los que se trabaja), además de biología, ya que muchas obras se ven atacadas por organismos vivos como insectos, líquenes o musgos.

Aunque la restauración es una disciplina enfocada en lo artístico, se trata de una clasificación un poco forzada, según Mustienes, ya que es multidisciplinar y engloba varios sectores. "La restauración es como la ciencia parásita, ya que ella por sí misma no genera procedimientos sino que los toma de otras ciencias como la medicina o la química". Gracias a los avances desde la segunda mitad del siglo XX, al restaurador se le considera un científico que dispone de una buena mano para llevar a cabo todos los procesos de restauración pero no compite con el artista, ya que no puede quedar su impronta. "Cuanto más intervenimos y adulteramos una obra, más perdemos el mensaje que contiene".

Los talleres donde se lleva a cabo la restauración son espacios donde trabajan directamente los alumnos de la escuela. En la actualidad, el grupo de 5 alumnas de 3º de pintura están inmersas en el retablo de San Vicente de la iglesia de Bueña. Tal y como explica el profesor Guillermo Torres, las estudiantes fueron las encargadas de desmontar el retablo de la ermita, y una vez finalizado todo el trabajo, previsto para el próximo curso, se encargarán de montarlo de nuevo y a su vez, explicarán a los vecinos de esta pequeña localidad turolense todo el trabajo realizado, una manera de acercar el conocimiento a los habitantes y poner en valor todo el laborioso proceso.

Mientras tanto, todas ellas trabajan minuciosamente sobre esta obra de arte del siglo XVI. Tres de ellas, tal y como señala Marta Urzay, se encargan entre otras tareas, de consolidar la pintura ya que estaba muy "carquelada" debido a las condiciones de humedad de la iglesia. Esta alumna de 22 años explica que siempre le había gustado el arte pero no desde un punto de vista teórico-histórico sino que prefería "manosear" y esta carrera se lo ofrecía. "Nos enfrentamos a lo que es una obra de arte y sabemos en qué va a consistir nuestro futuro profesional desde el primer año. Estudiamos las obras de arte pero también trabajamos en ellas, lo que es muy interesante".

Por otra parte, el resto de alumnas trabajan en el tratamiento del marco realizado en oro que rodea el retablo. "Lo que hacemos es intentar que el oro no salte en las mazonerías. Ya lo hemos consolidado pero como el estrato está bastante desecho, se está volviendo a consolidar", explica la alumna Itziar Aguado.

En otro de los talleres, Laura Laín, ultima su Trabajo de Fin de Grado, centrado en estudiar cómo la modificación controlada del pH y la conductividad en el agua ayudan a limpiar sin riesgo para la obra de arte, la salud del restaurador y el medio ambiente, un tipo de pinturas conocidas como alquídicas. Tal y como explica su tutora, la profesora y doctora Elena Aguado, "este estudio sigue una trayectoria de 4 trabajos anteriores que han estudiado distintos tipos de películas pictóricas de tipo contemporáneo". Concretamente, la investigación de esta alumna, surge a raíz de unas pintadas que aparecieron en una escultura de Ulrich Rückriem en Abiego. Desde la escuela analizaron las propiedades de la pintura y cómo cambiaban con el frío y el calor, para así afrontar su limpieza sin riesgo, con una solución acuosa.

La visión más científica de la Escuela se concentra en el laboratorio, donde también realiza su labor uno de los profesores de química, Javier Gavín. Este espacio, entre otras investigaciones, es imprescindible para trabajar sobre obras que han resultado dañadas por ataques biológicos como por ejemplo debido a la presencia de termitas o carcomas que destruyen la madera.

Entre los últimos e importantes trabajos que han realizado desde la Escuela, destacan la restauración del vestíbulo de la Estación Internacional de Canfranc tras 4 veranos de trabajo. También han intervenido en la ermita de San Juan en Rasal, o en las campañas de estudio sobre las pinturas murales del monasterio de Sijena. Este verano, continúan su trabajo en la ermita de San Blas en Broto.

La profesionalidad y los resultados en esta escuela son incuestionables. El próximo paso podría ser la conversión de sus estudios en un grado universitario como tal. A pesar de que los alumnos tienen los mismos derechos que los estudiantes universitarios y a efectos profesionales, pueden optar a los mismos puestos, este aspecto en España genera confusión, ya que desde los institutos hay un importante mentalización hacia la universidad, tal y como afirma Mustienes quien explica que "sería interesante y del mismo modo factible, su denominación como estudio universitario, de manera que este centro en Huesca podría impartir un grado". A pesar de que en Europa este tipo de titulaciones se imparten en academias como la de Florencia y son a su vez los centros más prestigiosos, en España "es cuestión de tiempo que la convergencia con la universidad se produzca". Con este paso, se evitaría la confusión y la necesidad de explicar qué es y a qué se dedica este centro que en la actualidad cuenta con un gran reconocimiento especialmente a nivel internacional, donde su prestigio y sus trabajos no pasan desapercibidos para los entendidos y expertos en el mundo de la conservación y la restauración.

LA VIAJERA DEL TIEMPO

Desde la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, han desarrollado un proyecto en colaboración con el Instituto de Ciencia de Materiales para dar a conocer la importancia de salvaguardar el patrimonio, dar a conocer la profesión del conservador restaurador, así como la investigación que se está realizando en este ámbito. La actividad está dirigida a alumnos de secundaria y bachillerato y se presenta este domingo en el Museo del Foro de Caesaraugusta en Zaragoza. Se trata de una especie de "showroom" titulado "La viajera del Tiempo". La iniciativa se inicia con la historia de una joven, Isa Allué, que encuentra en una antigua casa heredada una obra de arte. La joven la lleva a la Escyra y a partir de ahí se inicia la parte más interactiva de la actividad; se enseña el objeto encontrado y junto con los profesionales, una historiadora y una restauradora, los chicos se plantean preguntas, hipótesis y participarán en acciones concretas mediante las cuales se irán desvelando los misterios de la pieza, que se trata de un sarcófago con sorpresa en el interior: la momia egipcia de un gato.