Huesca

CATEDRAL DE HUESCA

Una portada excepcionalmente visigoda en el entorno de la Catedral

Estos restos y estructuras marcan indicios de actividad en el entorno de la Catedral con anterioridad a la presencia de los musulmanes

Una portada excepcionalmente visigoda en el entorno de la Catedral
Una portada excepcionalmente visigoda en el entorno de la Catedral
A.N.

La identificación del arco de herradura situado en el Entorno de la Catedral con la época visigoda incrementa considerablemente el interés de este enclave. Es relativamente fácil encontrar vestigios de época romana, pero es excepcional localizar reliquias de la cultura visigoda. La explicación es tan simple como recordar que desde la disolución de la época romana hasta la incursión de la cultura árabe decreció considerablemente la población, faltó iniciativa y la actividad fue escasa. En consecuencia se construyó bastante menos, por ello los vestigios que puedan aparecer de esa cultura son excepcionales.

Que la ciudad de Huesca tuvo actividad desde aquel receso en adelante es incuestionable pues hay notas históricas aunque escasas de época visigoda. A los árabes, según sus propias crónicas, les costó conquistar la ciudad de Osca que era visigoda. La principal actividad de la ciudad, y se puede decir que la única, fue la relacionada con la vivencia del cristianismo. La presencia de un obispo en cualquier lugar durante la Alta Edad Media fue la principal razón de la existencia de ese lugar y en numerosos casos la única de que los núcleos se mantuvieran vivos. La presencia de un obispo era razón para que un núcleo se considerara ciudad. Desde un obispado se mantuvo relacionado, incluso cohesionado, un territorio.

Documentalmente sabemos que en Huesca había obispo, al menos, desde principios de la centuria del 400. La tradición dice que con antelación hubo cristianos desde mediados del siglo III, a juzgar por el florecimiento de varios santos de Osca. El listado de obispos de Huesca se conoce desde mediados del siglo VI.

No hay por ahora suficiente información para datar con más precisión la puerta de herradura y su arco del Entorno de a Catedral. Lo único que podemos decir es que es anterior a época árabe y que no es mozárabe. En ninguno de los dos casos lo es porque este arco solo es de herradura en el interior de la rosca, en el intradós, mientras que por el exterior, en el trasdós, es de medio punto, es decir de media circunferencia. Los arcos mozárabes y árabes eran de herradura tanto por dentro como por fuera. El despiece de las dovelas, y la radialidad coinciden con los prototipos de época visigoda, lo mismo que la no intercambiabilidad de estas piezas, las dovelas, y el diseño de la pieza central o clave, que de hecho no existe como tal. Con las excavaciones hechas el pasado verano de 2018 en el Entorno de la Catedral fue recuperado el umbral de esta puerta en arco de herradura. En realidad ya lo habían descubierto allá por 1954 cuando Duran Gudiol y el arquitecto Urzola buscaban la base de un alminar hipotéticamente situado en este punto porque pensaron que el arco de herradura era musulmán. Durán nunca dio noticia de que hubieran encontrado el umbral, ni tampoco de que el alto del hueco de esta puerta o la flecha de la misma, fuera de 3,35 metros. Esto hace de ella una puerta muy grande y niega lo que resultaba difícil de asumir: que fuera la puerta de un alminar. Por el contrario es la puerta de una construcción exenta o formando parte de otra más amplia cuyo nivel o suelo lo da el umbral. Bien deseamos estar rastreando la catedral visigoda de Osca.

Hay indicios de otra puerta visigoda en el actual claustro románico de la Catedral. En esta ocasión parece que el arco propiamente dicho pudo ser rehecho y sustituido en época musulmana según sus criterios estéticos, más refinados. El despiece de las dovelas encaja mejor con esta otra geometría. Una tercera intervención fue en época cristiana. Arco Garay había hablado de vestigios de otra puerta visigoda en la parte baja de la portada románica que usó el obispo Colóm en su Palacio episcopal.

Estos restos y estructuras marcan indicios de actividad en el entorno de la Catedral con anterioridad a la presencia de los musulmanes. Estos evidentemente reutilizaron las construcciones que encontraron cuando entraron en la ciudad dando nueva función a estas puertas y lo conectado con ellas. Esta antigüedad contribuye a explicar el acusado deterioro, hasta el extremo de que la más completa de ellas, la primera, haya perdido uno de los apéndices que marcaba la herradura pero, por las razones antes dichas, es incuestionable que el intradós es de herradura.

No hay duda de que la dedicación de los terrenos del Entorno al culto de diversas religiones ha sido continuado y permanente. Se sabía. A unos veinte metros hacia el mediodía del arco apareció el brazo romano de bronce que se custodia en el Museo Provincial. Que por aquí estuvo la mezquita es indudable y que ésta, después de haber servido para catedral durante doscientos años, fue sustituida por el edificio actual, también. La singularidad de este espacio por la información que acumula lo hace de especial importancia y atractivo, invitando a leer cualquier resquicio que con toda probabilidad será información del lugar donde desarrollaban su actividad los obispos visigodos oscenses.

Los vestigios de época visigoda, por ahora, son prácticamente inexistentes en otras ciudades aragonesas, constituyendo la reliquia de Huesca algo excepcional. Su identificación abre nuevos horizontes en la valoración del enclave, en definitiva del Entorno de la Catedral. Es lo que de forma más pormenorizada he intentado poner de manifiesto en el libro "Claustra de la Catedral de Huesca".

Llegados a este punto viene el momento de la poco menos que ineludible exhortación parenética. El arco en cuestión lleva muchas décadas a la intemperie, en situación muy delicada, rodeado de materiales como es el tapial que podría remontarse a la misma época. Hace veinte años, al recomponer el claustro románico, ya éramos conscientes de ello, sabiendo que era urgente proteger el que entonces se conocía como arco de herradura árabe.

Muchas décadas hace que venimos pidiendo auxilio para este paraje, el Entorno. El Entono de la Catedral de Huesca, con su singularidad, riqueza y posibilidades ni está en Zaragoza ni en ningún otro punto de Aragón. Por desidia o por suerte actualmente estos 4000 metros cuadrados con numerosos vestigios en diferente grado de conservación, con información de prácticamente todas las culturas de nuestra historia, y con posibilidades de una plástica visual excepcional lo constituyen en lugar relevante si no prioritario con respecto al resto de las otras provincias aragonesas. Es urgente protegerlo y conservarlo, ofreciendo la posibilidad de ponerlo en valor, es decir "turistizarlo", que parece que es el principal móvil que da impulso a las actuaciones de la administración. Urge actuar de forma razonable. Es inaceptable que las intervenciones sean a petición de circunstancias, como por azar, y con soluciones más propias de la veleidad que de lo razonable y coherente. Eso ha sido hasta ahora la intervención en los últimos sesenta años en la Catedral y su Entorno con resultados que han conllevado tanto o más de destrucción que de protección.

En este momento no hay ningún lugar en Aragón, incluido el Monasterio de Sigena con tanta sobrecarga de historia y posibilidades de evocación, que paradójicamente este más abandonado y necesite más urgente intervención. En la Catedral de Huesca se está haciendo un esfuerzo de mantenimiento sin precedentes en cubiertas, edificios, iluminación, restauración de retablos y capillas, prevención de males mayores como derrumbamientos y eliminación de las razonablemente temibles termitas.

El tema de Patrimonio, Cultura y Educación, que en este país es como el postre alternativo cuando el comensal se queda con hambre, merece superar las pulsiones viscerales y afrontarlo coordinadamente por todas las administraciones. l