Huesca

CONCIERTOS

Una voz única

Luz Casal deslumbró a más de 7.000 espectadores con una inolvidable actuación

Una voz única
Una voz única
S.E.

HUESCA.- Ella no defraudó. Partía como favorita y realmente va a ser difícil que alguien pueda destronar a Luz Casal como la auténtica reina de estas fiestas de San Lorenzo. Fuimos muchos los espectadores que recordamos la primera vez que la cantante gallega actuó en Huesca. Fue en 1983 en el Estadio del Alcoraz en el marco de la gira "El rock de una noche de verano", que incluía también a Leño y a Miguel Ríos como protagonista estelar. Entonces Luz acababa de editar su primer disco. Han pasado muchos años desde entonces, y ella se ha convertido en una de las mayores divas de la historia del pop español. Una mujer con una trayectoria coherente y siempre atractiva, dueña de un carisma gigantesco y, sobre todo, de una voz única. Porque Luz, al igual que Dylan, Serrat o Michael Jackson, posee una de esas voces inmediatamente reconocibles. Al primer segundo ya se sabe que es ella quien está cantando. Está claro que, con el paso del tiempo, esa voz ha ido adquiriendo también ciertas limitaciones. Pero sigue siendo una voz reconocible y única, personal e intransferible. Una voz que evoca recuerdos pero que no se rinde al pasado. Prueba de ello fue que, sin hacer concesión alguna a la nostalgia, dedicó toda la primera parte de su actuación a presentar casi íntegramente su último disco, "Que corra el aire", aparecido el año pasado. Elegantemente vestida de negro (luego lo cambiaría por dos trajes de rojo intenso), inició ese recorrido con el tema que le da título al disco, una de esas proclamas rock tan queridas por ella, una declaración de intenciones. Siguió con el medio tiempo "Miénteme al oído", el aire soul de "Días prestados" y el emocionante "Lucas", que narra la conmovedora historia de un niño. Con los temas "Volver a comenzar", "Tanto ruido" y "La única verdad" dio por terminado el repaso a su más reciente disco. Aprovechó el momento para presentar a los superlativos músicos de la magnífica banda que le acompañaba: Tino di Geraldo en la batería, Peter Oteo en el bajo, Borja Montenegro y Jorge Fernández Ojea en las guitarras y Josep Maria Baldomà en los teclados. Auténtico lujo. Una banda que sonó limpia y espectacular.

A partir de allí, Luz ofreció una completa panorámica para disfrutar de su mejor cancionero. Es entonces cuando uno se da cuenta de la magnitud de una trayectoria sin tacha. "Entre mis recuerdos", una canción bellísima, sirvió de introducción a un repertorio que continuó con "Un nuevo día", la sensacional "No me importa nada" (quizá una de las mejores canciones compuestas en España en el último medio siglo), el slow "Sentir" o "Besaré el suelo". Y justo en ese momento apareció la Luz rockera y rebelde, la Luz que va a lo suyo, la Luz que se conserva en plena forma, la de canciones como "A cada paso", "Plantado en mi cabeza", "Un pedazo de cielo" (moviendo la melena en plan leona), "Loca", con sus aires de rock sureño, o ese vibrante y divertido "Rufino" que remite a sus primeros tiempos.

Pero faltaba por llegar lo mejor de la noche, el bis. Uno de esos bises que te emocionan hasta casi el llanto. Comenzó con ese bolerazo que es "Piensa en mí" de Agustín Lara y que la gallega interpretó con contención minimalista y llena de belleza. Siguió con una preciosa "Morna" caboverdiana que ha incluido en su último disco, y concluyó con un desgarrado "Te dejé marchar", en el que Luz casi se dejó la voz. Emoción en estado puro. Un concierto para el recuerdo. Una diva que merece ese título.