Huesca

FERIA TAURINA

Lea Vicens y Pérez Langa abren la puerta grande en la última de feria

El aragonés logra su segunda salida a hombros consecutiva en el coso oscense

Lea Vicens y Pérez Langa abren la puerta grande en la última de feria
Lea Vicens y Pérez Langa abren la puerta grande en la última de feria
P.S.

HUESCA.- Las ganas del público y la permisividad del presidente se tradujeron en orejas en la tarde que cerraba la Feria de La Albahaca 2019. Podríamos desgranar el festejo en dos partes bien distintas; un primer tiempo con tres animales mansos, sin ritmo ni transmisión en la que tan solo Lea Vicens logró puntuar con una oreja de poco peso. En el segundo acto, unos animales escasamente mejores que se dejaron torear por unos toreros que fueron a por todas y lograron, en parte, lo que pretendían.

Desde el paseíllo inicial Lea Vicens ya se ganó al público de Huesca y lo cierto es que de los tres jinetes, fue la que más verdad puso en el toreo. El segundo animal del festejo brilló por su ausencia de ritmo y no tuvo continuidad en las embestidas. La francesa se mostró un escalón por encima de su oponente y quizás eso fue lo que le premió con un apéndice sin mayor relevancia. Emprendió su faena con un buen rejón de castigo, trabajó de lo lindo con Diluvio y Deseado clavando banderillas al cuarteo. Vislumbró el escaso motor del toro y no lo abrasó. La estocada trasera hizo caer al toro de un plumazo y el respetable se levantó de su asiento para agitar el pañuelo. La primera oreja de la tarde tenía dueña.

En su segundo adversario, Lea practicó el toreo de verdad con un animal que estaba por la labor. Tampoco era complicado que la situación mejorase visto lo visto. Con algo más de ritmo en las embestidas, la francesa aprovechó para calar entre el público, siempre benévolo, que jaleaba hasta cuando la jinete no acertaba en sus movimientos con los palos. La idea era buena, la ejecución no tanto. Con el público metido en el bolsillo, se dio el lujo de una última banderilla cargada de torerismo. La estocada fue premiada con dos orejas en forma de puerta grande, concedidas por un público y un presidente, ambos, conformistas.

El aragonés Pérez Langa repitió cartel de donde salió victorioso la pasada feria. Por segundo año consecutivo, el bilbilitano ha logrado abrir la puerta grande después de una actuación con, quizás, excesivo premio. Desorejó al toro que cerraba la feria, exactamente igual que sucedió hace un año. Desde el primer segundo, el aragonés fue a por todas recibiendo al de La Castilleja en la puerta de chiqueros. Unos primeros minutos dubitativos, en los que incluso sonaron los pitos del respetable, se transformaron en el éxtasis de la plaza, que veía cómo se agotaba el último animal de las fiestas de San Lorenzo. De primeras no logró entender al toro, pero se lo llevó a las tablas y ahí sacó lo mejor del animal. Pérez Langa se entregaba, sin nada que perder y a base de piruetas y banderillas a dos manos encandiló a los presentes para, igual que Lea, meterse al público en el bolsillo. Las dos orejas fueron a parar hasta el rejoneador que le abrían la puerta grande. Por ganas no será.

La faena en su primer toro se quedó en agua de borrajas. Un animal de más a menos, que se fue apagando por el momento sin ningún tipo de destello. Se fue a las tablas, junto al burladero y ni con grúa lo hubieran despegado de allí. Incluso llegaba a retroceder ante la presencia del caballo. El manso animal, antes de recibir la estocada, cayó al suelo.

Sin pena ni gloria pasó Leonardo Hernández por la plaza de toros de Huesca. Silenciado en ambos toros, el extremeño no tuvo su tarde a pesar de intentarlo.

El "lo que mal empieza, bien acaba", se convirtió en este caso en un "lo que mal empieza, mal acaba". El animal que abría el festejo fue un horror, una mansedumbre con cuernos al que fue imposible meterle mano, tropezando y cayendo al suelo hasta en tres ocasiones. No se vio ni una embestida con clase. El toro, seguía en su mundo, y hacía caso omiso a Leonardo, que lo intentaba por cada rincón del albero. Al final, el manso optó por quedarse en los medios y de ahí no se movió. El jinete falló con el hierro y tuvo que descabellar. En su segundo toro, el extremeño intentó lucir con banderillas al violín y alguna que otra pirueta. Dos fallos con el rejón de muerte silenciaron una actuación que nadie recordará.