Dalila Robayo (Cáritas Huesca): "La gente nos reclamaba la reapertura de los contenedores"

Desde este 11 de mayo llevan los contenedores de recogida de ropa de Cáritas desprecintados, coincidiendo con la llegada de la desescalada por el coronavirus. Unos días en los que, como señalan desde Carinsertas, desde donde se gestiona la recogida y reciclaje de la ropa para su venta en las tiendas de segunda mano, han notado "un pico" de recogida que, sin embargo, no relacionan con la vuelta a la actividad, sino con el cambio de temporada y el vaciado de armarios de los donantes.

"A pesar de haber tenido cerrados los contenedores no hemos notado un exceso de volumen ahora, que por estadísticas coincide con las cantidades propias de estas fechas", explica Dalila Robayo, gerente de este programa de la oenegé. El tiempo de confinamiento también ha coincidido, señala Robayo, con una época, tradicionalmente, de baja recogida. El precintaje de los contenedores se ha llevado a cabo durante cinco semanas, también como medida de precaución ante el estado de alarma, afirma la gerente de Carinsertas, ya que no se quería incitar a la población "a moverse y a realizar actividades más allá de lo permitido".

El desprecintado se ha realizado de forma gradual, primero en los núcleos urbanos y después en las zonas rurales. En total cuentan con 80 contenedores repartidos por toda la provincia, 27 de ellos en Huesca. Aparte de ropa también han recibido accesorios, como mobiliario o juguetes.

Uno de los motivos de la reapertura de los contenedores ha sido también la gran demanda por parte de la población. "La gente nos reclamaba su uso", afirma Robayo, quien reivindica el papel que realiza la organización a la hora de gestionar el contenido que reciben. "Hay que recalcar que la ropa no deja de ser un residuo más y es momento de poner en valor la actividad de reciclaje y aprovechamiento que realizamos que, en otras circunstancias, generaría un alto coste para las administraciones públicas", asegura.

Como señala, en las tiendas se aprovecha para su venta un 10% de la ropa recibida. Al resto, por su mal estado, se le da salida para su reciclaje a otras plantas de País Vasco y Cataluña, aparte del volumen que se envía al vertedero de Fornillos porque no se puede aprovechar. Dadas las circunstancias actuales causadas por la covid-19, la ropa recogida queda en cuarentena durante una semana y a continuación se realiza el triaje correspondiente. La que se va a destinar para su venta en las tiendas sigue todo un protocolo de desinfección con ozono y vapor. "Intentamos aplicar varias medidas para garantizar de esta manera que las prendas no presentan bacterias o suciedad de ningún tipo", afirma Robayo.

Aparte del protocolo establecido se llevan a cabo medidas de seguridad como la limpieza del punto de contacto para abrir y cerrar los contenedores con un producto especial higienizante. La desinfección por ozono también se aplica en las furgonetas antes de manipular la ropa. También han trabajado durante este tiempo en aplicar las medidas de protección en las tiendas, reabiertas recientemente, con la instalación de mamparas de protección, señalizando la entrada y salida de clientes y dotando las instalaciones de geles hidroalcohólicos.

Durante el confinamiento, asegura Robayo, no ha cesado la actividad de Carinsertas ya que garantizar el trabajo de inserción es uno de sus cometidos principales. Así, como asegura la gerente del proyecto, para garantizar los puestos de trabajo se han realizado preparativos para la nueva temporada. De esta forma, de las 27 personas en plantilla, se ha aplicado un ERTE a aquellas actividades que han sido imposibles de mantener, como la limpieza en colegios. Se ha conseguido mantener así 8 puestos y ahora se irán incorporando otros compañeros de forma gradual.