Huesca

CRISIS ECONÓMICA

El IMV es "insuficiente" para erradicar la pobreza estructural

Raúl Susín cree el ingreso mínimo "adecuado" pero apunta que para contener la crisis en la que ya vivía España antes de la pandemia son precisas más reformas

El IMV es "insuficiente" para erradicar la pobreza estructural
El IMV es "insuficiente" para erradicar la pobreza estructural
P.S.

HUESCA.- El contexto en el que llega elIngreso Mínimo Vital (IMV), medida que ya formó parte del acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos de enero, es excepcional, por la pandemia y la derivada crisis económica. Sin embargo este quiebro en la economía que ha supuesto el confinamiento "no ha hecho más que intensificar la situación de desigualdad en la que estábamos", explica el oscense Raúl Susín, doctor y profesor titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de La Rioja. Por ello, considera que el IMV es "ahora, mucho más adecuado, pero eso no significa que hace dos meses no lo fuera".

Una situación de pobreza estructural señalada por distintos organismos internacionales o por los informes Foessa, "que periódicamente han denunciado que los periodos de crecimiento económico nunca han supuesto una reducción de la desigualdad, con todos los efectos que eso tiene, uno de ellos que "la pobreza es foco de violencia", explica Susín, lo que repercute en el conjunto de la sociedad. Recuerda que también se ha denunciado que "los mecanismos que tenía el Estado español para corregir la situación de desigualdad no eran eficientes y que las políticas redistributivas no eran las más correctas, especialmente en ese sustrato inferior de ingresos, por lo que se llama efecto Mateo".

Por ello, aún considerándola apropiada, este experto en el tratamiento jurídico y político de la pobreza opina que quizás la medida "no acabe de tener en cuenta que las características de la pobreza han cambiado".

Un cambio relacionado con la idea que se tiene de quién es una persona en situación de pobreza, que se ha visto modificada por el hecho de que no hace falta carecer de trabajo para estar en riesgo de pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística, la población en riesgo de pobreza entre personas con trabajo se situaba en 2018 en un 12,3 % para las mujeres y el 13,6 % para los hombres.

Mediante un sistema de círculos concéntricos, Susín explica que, a medida que se producen desequilibrios, la pérdida de trabajo, desde los núcleos de integración se pasa a círculos más periféricos de vulnerabilidad, hasta llegar a la exclusión".

Se producen así unos procesos de sangría que son difíciles de corregir implementando una medida como el IMV de forma aislada o puntual. "Harían falta más medidas como reformas tributarias, la reforma laboral, así como cuestiones relacionadas con la protección del trabajo, evitando su precarización, y también medidas más enredadas, de decrecimiento", pero también otras que sin ser estrictamente económicas, como actuaciones que tengan en cuenta la protección del medioambiente, el género o la edad, es recomendable tener en cuenta si se quiere atajar el problema. "Las sociedades cada vez son más complejas y los problemas que tiene son también más enredados, lo que no permite soluciones unidimensionales, sino que estas deben ser interdisciplinares".

La existencia de indicadores más completos como el Arope, que además de medir la cuestión económica, también observa aspectos como la intensidad laboral o la privación de material severa, "permitirán actuaciones más integrales".

LA NARRATIVA DE LA POBREZA

Pero la lucha contra pobreza requiere también derribar ciertas narrativas que de una forma más sibilina impiden que se pueda abordar el problema de una manera global. Y no sólo aquellas que encasillan a las personas pobres bajo un perfil determinado sino esas que demonizan y criminalizan a quien está en situación de vulnerabilidad. Algo que es más "un relato que un hecho, un discurso ideológico, en el que el pobre no es solo es pobre económico sino también pobre moral porque si está en esa situación es que se lo ha ganado", explica.

Narrativas que han contribuido a generar sociedades cada vez más frágiles, caracterizadas por "procesos de individualización que nos ha desvinculado", explica Susín, en "este nuevo contrato social que se ha ido imponiendo desde los años 70 con el neoliberalismo, del sálvese quien pueda".

Un contexto en el que se han asentado ideas, que empieza a desmontarse, como la de que cuanto mayor sea el PIB, mayor será el beneficio será para todos. "Es lo que suele llamarse "efecto derrame" o "efecto rebalse". Aunque ya se empieza a constatar que solo por ese efecto no se corrige la desigualdad. Para eso lo que se requeriría es una actuación directa de políticas públicas", añade.

Una vez que se desarrolle la media por completo, Susín propone fijar la atención en la práctica política también de administraciones autonómicas y locales, estas últimas de gran importancia debido a que "son las que mejor conocen esas situaciones". Susín explica cómo, por ejemplo, observar en qué van a gastar "la liberación de gasto que supondrá para las comunidades autónomas estas medidas puede resultar una buena manera de medir la voluntad política. ¿Lo van a reinvertir en corregir situaciones de desigualdad y pobreza?", se pregunta. "Eso dependerá de la práctica y eso exigirá otro tipo de evaluación dependiente de los servicios técnicos de las administraciones locales".