Huesca

OBITUARIO

Fallece Carmelo Luna Perbech, un paradigma de empresario y de oscense

El padre de los toreros Tomás y Diego Luna ha muerto con 83 años de edad

Fallece Carmelo Luna Perbech, un paradigma de empresario y de oscense
Fallece Carmelo Luna Perbech, un paradigma de empresario y de oscense
V. L.

HUESCA.- Los árboles se renuevan y se dimensionan por sus vástagos. Carlos fue simplemente grande, Isabel la amiga invisible cuyas ideas brotan de la lámpara, Tomás y Diego el valor y la bonhomía. Las ramas que brotaron del tronco de Carmelo Luna Perbech y Maribel Sistac. El primero, de 83 años, ha partido este domingo al encuentro de su primogénito. Y aquí, al cargo de Maribel, se suman Ana Marta, Pedro, Carlota y Rebeca en generación en plenitud, Martín, Lorién, Julia y Daniela en el futuro en el que enorgullecerán al abuelo.

Carmelo Luna es el paradigma de la raza empresarial oscense. Su disfrute siempre estuvo en su trabajo, y en la buena mesa con sus amigos. Claro, y en los toros. Todo compatible.

Con apenas 14 años, Carmelo ya era aprendiz en Casa Alegre. Trabajos duros y ansias de crecimiento. En la mayoría de edad, con su amigo Rafael Broto se enrolaron en una petrolera italiana y se dedicaron a participar en sondeos... hasta que en su camino se cruzó Maribel, una guapa modista que le llevó al altar hace 56 años.

Una persona de su inteligencia se decantó por emprender rápido. Primero en el mundo de los áridos, una empresa con la que participó en el asfaltado de la carretera a Benasque. Luego, con la ferretería en la calle Felipe Coscolla de Huesca, el germen de Comercial Luna, el feliz maridaje (en todo) con Boutique Maribel. Ramón y Cajal fue ya el escenario definitivo.

Carmelo Luna ha sido uno de los empresarios más representativos de la ciudad de Huesca y de la provincia. También se dedicó, hasta el final de su actividad, al sector de la construcción e incluso durante años compartió sociedad en una carpintería.

Muy joven, en los años cincuenta, tentó las posibilidades de convertirse en matador de toros y, de hecho, su nombre de Carlupe (acrónimo del real) apareció en carteles. Inyectó en toda la familia (incluida su hija Isabel, que con el capote se manejaba a las mil maravillas) la pasión taurina y arropó las carreras de los dos únicos toreros de la historia de Huesca, sus hijos Tomás y Diego. Hacia ellos tenía, con el cariño inmenso que les profesaba, un grado de exigencia altísimo.

Durante años, recorría con su viejo Mercedes la finca Sistac de Luna en Montesusín, donde pastaban decenas de becerros, novillos y toros bravos. Acariciaba a Lina y Lola, dos vacas que criaron con biberón.

No fue inmune a los golpes de las crisis, pero supo salir, con experiencia, entrega absoluta y mucho ingenio, de situaciones dificilísimas, de suspensiones de pagos y de otras figuras con una gran entereza y una ética absolutamente íntegra. Algunas de estas coyunturas venían ocasionadas por su gran corazón y por esa magnanimidad que le impedía utilizar la palabra "no".

Su familia y sus amigos, nos quedamos con las lecciones de su recuerdo en este infausto tiempo de muerte y tristeza. Descansa en paz, Carmelo, que te lo has ganado trabajando por su ciudad sin límites ni fronteras.