Huesca

HISTORIA

Luis López Allué, el prohombre que da nombre a la plaza de moda

Alcalde, escritor y periodista, el autor de "Capuletos y Montescos" que también firmó como Juan del Triso protagonizó una etapa apasionante de la política y el progreso de la provincia

HUESCA.- La plaza Luis López Allué, por algunos denominada del mercado en atención a su actividad de reunión social, ha recuperado a través del ocio y de su esplendor arquitectónico la condición de centro neurálgico de la ciudad. A la belleza de edificios tan emblemáticos como el de La Confianza, el de la casa de Federico Balaguer o de Almacenes San Juan, y el de la Confederación Empresarial, se ha sumado en el foco la truculencia de los errores en los informativos nacionales que la han situado, en las informaciones pandémicas, en Cataluña, Valencia o Andalucía.

La propia crisis del coronavirus, con sus restricciones en los interiores e incluso la bonanza meteorológica para el disfrute de sus terrazas han inducido una utilización superlativa. El colofón ha sido el árbol navideño de Julio Luzán, cuya exuberancia lumínica añade encanto a este ágora nuclear de la historia cultural y social de Huesca.

Y, sin embargo, cabe preguntarse cuántos de los clientes de las terrazas son conscientes de que la plaza que ocupan recibe el nombre de uno de los más ilustres oscenses de la historia de los últimos siglos, tanto por su labor literaria (con su propia identidad o el seudónimo de Juan del Triso) como la dirección de El Diario de Huesca e incluso la alcaldía. En nuestros tiempos, de él se diría que es "un influencer". Y, sin embargo, es un gran desconocido que merece la pena rescatar, por su compromiso, al plano que merece.

ABOGADO DE BUENAS CAUSAS

Luis María López Allué, hijo del abogado Francisco López y de Joaquina Allué, nació en Barluenga el 27 de marzo de 1861, estudió en Huesca y remató sus estudios en Derecho Civil y Canónico en Zaragoza. Emprendió sus pinitos en la abogacía en Madrid, aunque muy pronto (junio de 1884) retornó a Huesca, tirado por su vocación de trabajar por la tierra pese a su prometedora carrera en la Corte.

Sus inquietudes le llevaban a colaborar en los medios de comunicación (editó la efímera revista "Huesca por dentro") y también a participar en la carrera política, una vez culminado su reclutamiento militar. Incluso con 21 años fue anunciado entre las cuadrillas de aficionados que torearían en la Plaza de Toros de Zaragoza como segunda espada en abril de 1882.

Sus inclinaciones políticas le llevaron a concurrir por el Partido Posibilista frente a los conservadores en 1885, y en 1889 fue elegido concejal, e incluso formó parte del Comité Republicano Histórico a las órdenes de Domingo del Cacho.

Su alcaldía, que estrenó el 1 de enero de 1894, fue efímera, aunque en ella volcó todo su entusiasmo, que era desbordante. Apenas unos meses después, tras una interpretación que regularizaba la designación que le había llevado al sillón, dejó de serlo para entregarse a la administración de las tierras del patrimonio familiar y Barluenga y posteriormente a su cargo de juez municipal en la capital.

PASIÓN POR LA ESCRITURA

Sin embargo, la gran vocación de Luis López Allué era la de escribiry, de hecho, colaboró con Heraldo de Aragón y la publicación Aragón, pero su gran desempeño profesional llegó en El Diario de Huesca fundado por Manuel Camo y Nogués y definido como Periódico Liberal, que dirigió desde 1912. En él, volcaba su pasión por el desarrollo de la provincia de Huesca y su proyección hacia la política nacional. De hecho, de su firma emergió una apuesta decidida por una nueva formación creada por el general Polavieja y José Canalejas y Méndez, con ideario suscrito por José Ortega y Gasset, en 1898, en plena depresión colectiva por el desastre de Cuba. Canalejas, presidente del Partido Liberal, llegó a ser presidente del Gobierno, y fue asesinado el 12 de noviembre de 1912. López Allué, en su necrológica, acusó al anarquista Manuel Pardiñas, el asesino, de ser el heredero de Erostrato que en su insania incendió el templo de Diana. Tal era el nivel retórico de aquel periodismo.

Imparable en su actividad creativa, inspirado por el conocimiento del prójimo y por el deleite de las tierras del Somontano, se entregó a la literatura y su prestigio se disparó con la novela "Capuletos y montescos", con un éxito de crítica espectacular en toda España hasta el punto de que Mariano de Cavia llegó a asegurar que "el Alto Aragón ha encontrado la horma de su Pereda", el narrador cántabro por el que entonces suspiraban los cenáculos literarios.

López Allué, ajeno a ciertas recomendaciones para que declinara un perfil "tan regional" para trasladar sus lugares y sus personajes más allá de Aragón, no abandonó nunca su providencial costumbrismo, seducido por unos ambientes sugerentes en "Mosén Froilán", "El amor a la tierruca", "El agüelico" o "Martín el Dorado". Agrupó sus cuentos en Del Uruel al Moncayo y Alma Montañesa. Incluso en 1928 editó sus Obras Completas, en la antesala de su óbito.

Luis López Allué fue un polemista espléndido, apoyado en su fina prosa y su briosa defensa de sus simpatías liberales y regionalistas. En las portadas de El Diario de Huesca, la firma del director era sinónimo de contundencia argumental en asuntos tan trascendentales como la ley sobre los "Grandes Riegos del Alto Aragón" (bandera de Manuel Camo Nogués, fundador del periódico oscense) que defendió con pasión a pesar de algún enfrentamiento con Silvio Kossti, Manuel Bescós, que le interpeló desde Madrid por sus presuntos intereses en diciembre de 1912. Para tales menesteres, y otros, incluidas las piezas poéticas, utilizó el seudónimo "Juan del Triso", largamente aplaudido. Tan largo fue el litigio que su posición fue "Riegos sí, política no". Su defensa de las reivindicaciones se extendieron a grandes aspiraciones como el ferrocarril directo del Cantábrico al Mediterráneo.

Era tal el arraigo de Luis María López Allué que también prologó multitud de grandes obras, entre la que destacó "El Alto Aragón Monumental y Pintoresco" de Ricardo del Arco, Cronista de Huesca, y Luciano Labastida, todo un fenómeno en junio de 1913.

El 27 de julio de 1928, El Diario de Huesca abría a toda página con una esquela de Luis María López Allué, fallecido con 68 años. Una afección bronquial fue la causa de una muerte que conmocionó a la ciudad como pocas. Todos se volcaron para rendirle tributo en la conducción del cadáver desde la casa mortuoria en la calle Cortes al Cementerio católico, previo al funeral del día 28. "El más prócer de los escritores aragoneses murió anoche, a las siete y medida, dejando este mundo, de cuyas miserias y pasiones tan conocedor era, con la placidez de una transición rápida y sencilla". El diario le coronaba como el gran maestro "de la crónica, de la poesía y del libro", y lo definía como "su más firme valedor. La firma bajo aquellos versos siempre esperados, que lo mismo destilaban gracia que encerraban la sana filosofía y siempre rebosantes de naturalidad, frescura, ingenio y amenidad, no la veremos más".

Don Luis, como le llamaban sus compañeros con profundo respeto, recibió un homenaje sobrecogedor. Silvio Kossti, en el diario del 28 de julio, resolvió rotunda su admiración: "Las musas hispánicas están de luto, para la musa festiva aragonesa luto y vacío... Lo tradicional, lo típico, el léxico vernáculo, el costumbrismo sano y regocijante de nuestra amada tierra altoaragonesa rápidamente se pierden y derivan hacia la uniformidad internacionalista y no tardarán en esfumarse totalmente... Cuántas y cuán bellas cosas enterramos hoy con Luis López". Fue una de las firmas de un ejemplar que desprendía lágrimas y orgullo a través de sus páginas.

Federico Balaguer y José Carlos Mainer han sido las dos plumas que lo han proyectado. Y este homenaje sirve para que sepan que, sobre estas terrazas y ese árbol, soplan los aires inspiradores de Juan del Triso.