Huesca

¿QUIÉN SOY?

Miguel Escuer Azón: un camino de aprendizaje lleno de felicidad

La familia y toda la gente que le rodea hacen feliz a Miguel Escuer, que vive la vida con agradecimiento

Miguel Escuer Azón: un camino de aprendizaje lleno de felicidad
Miguel Escuer Azón: un camino de aprendizaje lleno de felicidad
S.E.

HUESCA.- Como gran persona que es, no da excesiva importancia a lo que hace ni considera que su vida merezca los focos de la prensa, pero reconoce que está tremendamente orgulloso de ella, precisamente porque es sencilla y humilde.

Miguel Escuer nació en Huesca el 13 de diciembre de 1962, en la calle Dormer del barrio de la Catedral, pero, como si fuera un inquieto explorador, su periplo vital le fue llevando por todos los rincones de la ciudad: se crió en el barrio del Perpetuo Socorro, vivió en el de San Lorenzo y su trabajo lo desarrolla en la carnicería que abrió en el de María Auxiliadora. Así que luego presume con simpatía: "ADN total de Huesca".

Repartió su tiempo escolar entre el Colegio San Vicente, el Pío XII y el Seminario, y culminó esta etapa en el Instituto Ramón y Cajal, donde cursó el Bachillerato. Su padre era chófer y su madre ama de casa. El segundo de dos hermanos, asegura que su infancia y juventud le han dejado montones de buenos recuerdos y que si hubo alguno que no lo fue tanto ha quedado completamente sepultado en el olvido, bajo la insospechada situación que nos ha traído la maldita pandemia de covid-19.

Sus recuerdos vinculados al tiempo de recreo infantil se cimentaron sobre las calles del Barrio del Perpetuo Socorro, donde la gente era como una gran familia y compartía todo tipo de juegos y entretenimientos al aire libre.

Confiesa que le preocupaba qué sería de mayor, porque durante mucho tiempo no encontraba una respuesta convincente. La casualidad quiso que al terminar el servicio militar conociera a Andrés Ferrer Olivera, que le dio la oportunidad de introducirse en un mundo que le llena plenamente y que aun hoy, después de 40 años, sigue descubriendo cada día. Y si hablamos de felicidad tiene que salir el nombre de Tere, su "compañera, amiga, confidente y consejera·, como él la describe, además de madre de sus dos hijas, Marina y Lucía, sus "suertes".

Tras absorber como una esponja las enseñanzas de su mentor, en 1998 comenzó otra etapa profesional por su cuenta, arropado por "un equipo formidable y una clientela ejemplar", para los que solo tiene gratitud.

Los mejores momentos del día los relaciona con su llegada a casa después de la jornada laboral o cuando charlan con sus hijas, que ahora están fuera de Huesca -"nos vemos poco, pero nos sentimos mucho", asegura-, pero reconoce que también se siente estupendamente cuando se ajusta el delantal y se pone a trabajar.

Miguel resume así esta parte de su vida y se refiere a toda ella, a sus 58 años de existencia, como "UN MOMENTO", así, con mayúsculas.

Un momento, que le ha permitido conocer a muchísima gente, de la que ha aprendido, aprende y espera aprender y a la que también ha ayudado generosamente a través de los más diversos proyectos e iniciativas.