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Joaquín López Pardo: "Hay una fiesta en el mundo de las aves que no sabes hasta que entras"

El oscense está considerado como el primer ornitólogo moderno de la provincia altoaragonesa y en 2016 recibió el Premio Félix de Azara de la DPH por su contribución

Joaquín López Pardo: "Hay una fiesta en el mundo de las aves que no sabes hasta que entras"
Joaquín López Pardo: "Hay una fiesta en el mundo de las aves que no sabes hasta que entras"
P.S.

HUESCA.- Joaquín López Pardo (Huesca, 1949) está considerado como el primer ornitólogo moderno de la provincia de Huesca, un pionero en este terreno, sensible y altruista, que ha dedicado su vida al estudio, cuidado y divulgación de las aves como animales imprescindibles en el ecosistema altoaragonés.

Su labor, discreta y generosa, ha sido fundamental en una provincia que atesora 24 Zonas Especiales de Protección para las Aves (ZEPA) y su figura representa un referente para muchas personas fascinadas por esos seres con pico y plumas, que tan icónicamente representan la idea de la libertad.

De espíritu independiente es también Joaquín, el mayor de tres hermanos, que comenzó a forjar su compromiso naturalista a los 12 años, cuando, de manera casual, se encontró una pinzona vulgar anillada, que procedía de una isla alemana del Mar Báltico. Éste fue el detonante que despertó su curiosidad y su pasión por todo este inabarcable universo alado. "Hay una fiesta dentro del mundo de las aves que no sabes hasta que te metes", asegura.

A los 16, se ofreció al Icona para atender en una torre de su propiedad cualquier pájaro "averiado" que pasara por sus manos, y explica que, entre los asiduos, procedentes de Gurrea, Tardienta, Sabiñánigo, Benasque o cualquier otro punto del territorio altoaragonés, el grupo más recurrente ha sido el de los buitres leonados.

El 2 de junio de 1969, precisamente el día que cumplía 20 años, Joaquín López Pardo ingresó en la Sociedad Española de Ornitología y en 1977 comenzó a anillar aves.

Fue también el fundador del primer grupo de naturalistas de Huesca, el Grupo Ornitológico Oscense. "Siempre les digo a los jóvenes, que van pelados de dinero, que los pájaros no les van a cobrar por mirarlos y es una buena manera de llenar la mañana", comenta.

De esa manera, él mismo iba ahorrando para comprarse libros y guías, porque ha sido un autodidacta. Hacía sus propias fichas y habrá puesto aritos de metal o de plástico en las patitas de más de 60.000 ejemplares, para los que siempre reivindica su protección. Lo cierto es que ha enseñado a varias generaciones a amar a estos animales y con socarronería afirma que le ha tocado hasta hacer de niñera. "Llegábamos muchas veces tarde a casa y el teléfono ardía, todas las madres llamaban nerviosas para ver dónde estaban sus hijos", recuerda.

Por su "consulta", han pasado y recibido cuidados, busardos, aguiluchos, búhos, milanos, alcotanes, grullas, patos, cernícalos, garzas, halcones, críalos, cárabos, águilas reales y hasta un quebrantahuesos, entre otras especies.

Su anecdotario es de lo más divertido y variado. En Curbe encontró una corneja negra completamente blanca, una víbora le mordió en un dedo -los reptiles le fascinan-, ha sido atacado por rapaces, un águila le atravesó la mano con una de sus garras, ha sufrido caídas, le han escayolado, le han dado puntos de sutura y hasta tuvo que ingresar en un hospital. Todo, por amor a los pájaros.

Fue, además, invitado en el programa Estudio Abierto de Televisión Española, donde le contó a José María Íñigo cómo una liebre macho había parido varias crías.

Su buena mano con las aves hizo que la Policía Local y muchos vecinos de Huesca conocieran pronto su dirección y le llevaran aves heridas. En 1993, le sorprendieron con una hembra adulta de quebrantahuesos procedente de Caldearenas, un ave en peligro de extinción de las más representativas del Pirineo oscense y aún le brillan los ojos cuando lo cuenta.

Después, se abrió el Centro de Recuperación de La Alfranca, en Zaragoza y relata con cierto pesar que ahora ya casi no le llevan animales heridos.

PREMIO FÉLIX DE AZARA

La labor de Joaquín López Pardo se vio reconocida con el premio Félix de Azara que otorga la Diputación Provincial de Huesca el 29 de enero de 2016, coincidiendo con la mayoría de edad de estos galardones, la máxima distinción medioambiental que concede esta institución. "No me lo esperaba, me imagino que es un reconocimiento a toda la vida dedicado a los bichos y me alegra. Siempre iba a todas partes en bicicleta, en invierno pelándome de frío y en verano, asándome de calor".

Joaquín fue el primero en instalar, en el Alto Aragón, nidos artificiales para cigüeñas y en recopilar en una publicación, más de 600 nombres de aves en lengua vernácula de alrededor de 60 pueblos de la provincia de Huesca. Y en proyecto queda un segundo libro. Además, López Pardo ha elaborado censos a nivel local y estatal de aves acuáticas, cigüeñas y rapaces y ha colaborado en estudios científicos con la Universidad de Zaragoza. Ahora está realizando un listado de aves albinas.

No le gusta demasiado el cuidado que algunas personas brindan a sus mascotas, a las que tratan más como a personas que como animales, y echa de menos un poco más de conciencia ecologista en general.

En una pequeña libreta, su "ordenador" como él dice, apunta desde siempre todo aquello que le llamaba la atención. Sigue conservando esa costumbre, como su desprecio por los "escopeteros" y por aquellos que se dedican a robar nidos. Y si hablamos de hábitos, en su reloj siempre aparece la hora solar y con su personal manera de explicarse aclara: "A la que se mueven los animales, no la que manda el Gobierno".