Huesca

CRISIS DEL CORONAVIRUS

La fatiga pandémica y el miedo a contagiar crecen tras un año de covid

El coronavirus pasa factura a la salud mental de los altoaragoneses, con una “incertidumbre generalizada”

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Ambiente en el Coso.
Pablo Segura Pardina

El año que llevamos de pandemia de covid ha dejado casi 500 muertos en el Alto Aragón, muchos pacientes con secuelas pese a haber superado la enfermedad, miles de parados y una incertidumbre honda y general sobre el futuro. El desasosiego y una fatiga pandémica cada vez mayor está pasando factura a la salud mental, como vienen advirtiendo profesionales de la materia desde hace meses. El miedo a contagiar más que a contagiar también está incrementando los casos de personas que tienen temor a salir de su casa.

“Últimamente sale mucho miedo a contagiar más que a contagiarse, sobre todo de cara a los mayores, y eso es muy ambivalente porque genera malestar por no poder ver a los mayores”, manifiesta José Manuel Lalana, psiquiatra del Centro de Salud Pirineos en la ciudad de Huesca. Las consultas a los profesionales de salud mental aumentan, pero más destacable es el incremento de las atenciones “que necesitan una respuesta rápida inmediata”. Lalana explica que en salud mental se atiende, ya antes de la pandemia, “a una parte de la sociedad que es vulnerable, que está muy afectada por la crisis”. Y el coronavirus “ha sido un rompehielos que les ha pasado por encima”.

De la “certeza absoluta” de hace un año -“tú te quedas en casa y no se mueve ni dios” para que esto acabe- hemos pasado a una “incertidumbre” generalizada. Y eso pasa factura porque “uno de los problemas es que no sabemos cuánto durará”. Y cuanto más se prolongue, “más difícil” será retomar o aproximarse a la normalidad previa a la covid.

En este año de pandemia, el psiquiatra del Centro de Salud Pirineos recalca que “hay gente que lleva meses sin salir de casa” y también “otros que avanzaban en temas agorafóbicos y han retrocedido, pero también es la sociedad quien se lo ha pedido (el aislamiento social para evitar contagios). Es una situación muy complicada y a largo plazo es mala porque pueden perder amigos, pareja, trabajo...”.

José Manuel Lalana: “Hay gente que lleva meses sin salir de casa y también otros que avanzaban en temas agorafóbicos y han retrocedido”

La covid también transformó la atención sanitaria, que pasó de ser presencial a ser mayoritariamente telefónica. “Se ha hecho asistencia telefónica para el sufrimiento mental grave porque no se ha podido hacer otra cosa, pero se ha visto muy afectada y se ha empeorado psicológicamente”. Lalana apunta que, afortunadamente, “nada en salud mental es irreversible per se” y que, “con mayor organización social y colectiva y desde la cercanía, esta (la salud mental) se puede restituir”.

De un modo más general, Lalana sostiene que “este tipo de crisis, ya no tanto sanitaria sino de sistema, tiene muchas variantes e indudablemente afecta al sufrimiento y a la capacidad de afrontarlo”. Eso sí, Lalana precisa que este dolor y cómo se encara “no afecta a todos por igual”, sino que depende también de las “clases sociales”: “Cuanto más precario o vulnerable, también te afecta de una manera u otra”.

La pandemia, sus consecuencias y el efecto de las medidas para paliarla, sobre todo el evitar contactos con otras personas, lleva a una “crisis en las relaciones sociales”. El aislamiento que se ha fomentado ha llevado a que “también la angustia y el sufrimiento haya subido”.

El miedo más que a contagiarse a contagiar una enfermedad que mata a aproximadamente uno de cada 33 contagiados -es lo que supone el 3,2 % de letalidad del portal de transparencia- ha repercutido en el estado psicológico de la población. “Las ideas obsesivas de contaminación se han visto potenciadas: primero porque es real; segundo porque el mensaje de la sociedad ha sido este”.

Lalana explica que entre las personas que ya tenían conductas fóbicas, estas se han reforzado, “pero también hay nuevas personas que tienen miedo a salir”. Y el perfil, en contra de lo que se pueda pensar en un primer momento, es “bastante transversal: jóvenes, mayores, hombres, mujeres...”.

José Manuel Lalana: “Se ha hecho asistencia telefónica para el sufrimiento mental grave porque no se ha podido hacer otra cosa"

Al respecto, el psiquiatra sostiene que ya antes de la covid estas conductas fóbicas eran “frecuentes”, pero ahora crecen. “El coronavirus ha venido y es real, pero en muchos casos también es por el fomento del individualismo y el neoliberalismo, por la total competencia, el pensamiento contra lo colectivo, y eso fomenta” esas actitudes fóbicas. Para Lalana, otro tipo de sociedad no causaría tanto quebrando en lo tocante a salud mental en esta situación.

“Es imposible hablar de salud mental sin justicia social. La mayoría creemos que la salida pasa por un fomento más de lo colectivo, que es el fundamento de la salud mental comunitaria”, afirma Lalana, quien también señala que “se nos pide al sistema sanitario lo que debe ser una respuesta social donde el sistema sanitario es parte (de la respuesta), pero no toda”. El profesional de salud mental también repara, aparte de los precarios, en los empresarios y comerciantes que han cerrado o tienen miedo de cerrar sus negocios por la “desesperación” que les causa bajar la persiana definitivamente.

Y volviendo al impacto de la pandemia y las medidas anticovid en la sociedad y en sus distintos grupos, Lalana pone de relieve la evidencia de que “no es lo mismo estar confinado en un piso de 30 metros con varias personas más en el Perpetuo Socorro que en una parcela de 1.000 metros en Padre Querbes, por ejemplo”.

Tampoco son las mismas las “preocupaciones”: “Yo, por ejemplo, soy funcionario y no puedo tener las mismas preocupaciones para dar de comer a mis hijos que las que tiene el dueño de un bar”.

Futuro

Lalana, sobre la evolución futura de la situación, recuerda que la OMS ya habla de que la próxima pandemia será de salud mental. El psiquiatra oscense también cree que “habrá una mayor avalancha” de casos, pero matiza que estarán ocasionados “sobre todo desde el punto de vista social”, es decir, por “la caída del PIB, el aumento de paro...” y su repercusión en la salud mental. Previene al respecto contra la tentación de “intentar cubrir el malestar social con lo psiquiátrico”, y señala que la solución de este problema “dependerá mucho de nosotros y de los medios que haya. Si el sistema público y de comunidad, con intervenciones grupales y menos farmacología, tienen más, podremos dar una respuesta”.

Resumiendo el fuerte vínculo entre condiciones materiales y salud, “si se considera la salud pública, hay que invertir en los condicionantes sociales de la salud pública y de la salud mental”. “La salud pública es lo que nos iguala, es una garantía de la equidad”, reflexiona Lalana, quien, no obstante, insiste en prevenir los problemas que son el origen.