Huesca

ENTREVISTA

Sara Giménez: “De las trampas de pobreza se sale con educación y empleo, no asistencialismo”

Es la única oscense dentro del Comité Ejecutivo Nacional de Ciudadanos

Sara Gimenez.
Sara Gimenez.
Jara Arnal

Sara Giménez se estrenó en política en “las elecciones de los 57 diputados”. Su trayectoria ligada a la defensa de los derechos humanos y la igualdad en Fundación Secretariado Gitano concitó la atención de Albert Rivera. Tras reflexionar, llegó a la conclusión de que podía “intentar influir en las políticas”. Y hoy, en vacas flacas en Ciudadanos, la única oscense en el Comité Ejecutivo Nacional se identifica con el rechazo de Cs a la corrupción y con sus valores políticos.

La suya es una apuesta transversal por la diversidad y por la igualdad.

—Me han movido las causas que siempre he defendido, y se ve en mi actividad parlamentaria. He querido influir con la pobreza, grupos más vulnerables, la igualdad… Mi contacto es con la sociedad y los grupos más empobrecidos. La comunidad gitana es mi pueblo, pero también la discapacidad, LGTBI, transexuales… Es como una visión utópica de la política: quiero mejorar la sociedad y creo que se necesitan personas con perfiles y conocimiento de lo que se habla. Nuestro proyecto tiene una pata en la igualdad y otra en la libertad, muy de centro porque me considero muy moderada y no me gustan los extremos. Valoré la lucha contra la corrupción.

Su discurso parece más patrimonio de otras opciones.

—Hay un error desde la sociedad respecto a Ciudadanos: desde el centro, hay una política muy moderna para ayudar a los grupos vulnerables. Mi idea es transformar la sociedad: hemos conseguido que el Código Penal eliminase la posibilidad de esterilización forzosa a mujeres con discapacidad. Para los presupuestos pretendemos que se mejore la situación de vivienda para una política con más vivienda social. Ahora viene la parte de igualdad de trato que ha presentado el PSOE y somos muy rigurosos para que favorezca a los grupos que siguen muy discriminados. O la pobreza infantil. En el ingreso mínimo vital la apoyamos, es una medida con músculo, pero estamos siendo exigentes porque no llega a quien tiene que llegar, hay mucho atasco en la tramitación, y trabajamos enmiendas para que las personas de pobreza extrema fuera del sistema se vean reconocidas. Pero no se soluciona sólo con una ayuda asistencialista, de la pobreza se sale con educación y empleo. Si no, las condenas a trampas de pobreza, soy enemiga de ellas y por eso me siento tan a gusto defendiéndolo desde Ciudadanos.

“Tengo una visión utópica de la política: mejorar la sociedad”

Precisamente, uno de los grandes déficits de nuestro país es la incapacidad para el consenso en las leyes educativas.

—Debe haber un pacto de Estado por la Educación, no ligada a los cambios políticos. Hay que pensar en los jóvenes y las familias. Como madre, he vivido los cambios de legislatura y no es responsable. En una materia como ésta, trabajemos de manera conjunta los partidos, con la opinión de los sectores implicados, con un proceso participativo y no como una medalla política. Cuando hablamos de la defensa de derechos fundamentales, las ideologías hay que dejarlas fuera. Vemos los datos de abandono escolar, las tasas de fracaso, la segregación, una educación poco inclusiva… El sistema tiene que ayudar para que los niños que tienen mentes brillantes y los que vienen de circunstancias más difíciles triunfen. Yo estoy aquí gracias a la educación, y he vivido las dificultades para tener una carrera universitaria. Mi perfil era otro, se consideraba que con el Graduado Escolar era suficiente. Tuve que ir peleando. ¿Qué me ha permitido tener un desarrollo profesional? La educación que es la palanca de la igualdad de oportunidades, del futuro de nuestro país.

Uno de los grandes escollos se sitúa en la Educación Especial.

—La sensatez es ver cada uno de los casos. No todos los niños están en la misma situación. Una educación inclusiva de verdad significa mantener las opciones. Aquellos que tengan la situación de dificultad y vayan a desarrollarse mejor educativamente en un centro específico y las familias quieran, ¿por qué no van a poder optar? Parto del derecho de las familias a elegir lo que consideran más adecuado para sus hijos. No es blanco o negro. Libertad de la familia y mantenimiento de las dos vías.

“La educación es la palanca de la igualdad de oportunidades del futuro”

¿No le da la sensación de que la pandemia nos ha dado la oportunidad de ver las fallas sistémicas en distintos ámbitos?

—El coronavirus ha servido para evidenciar déficits en la educación, el sistema de cuidados, el pilar del empleo y, por otro lado, nos ha abierto las posibilidades de otras formas de hacer y emprender recursos como la telemática. Y las brechas, con familias que no podían acceder porque viven en pueblos o en hogares sin medios, han salido a la luz. Hay poca valentía para dar respuestas a la sociedad, que es lo que espera de nosotros: que mejoren el sistema educativo, que los universitarios tengan becas, que mi hijo no tenga que irse a un país europeo porque aquí no haya salida, que los jóvenes puedan acceder a una vivienda hoy inviable. Siempre digo a mis compañeros: ¡altura de miras, señorías! Demos solución. Me molesta que se patrimonialicen temas como los de igualdad. La LGTBI no es del PSOE, ni de Podemos. El avance en igualdad de las mujeres, el feminismo, es de todas las mujeres. ¿Cuál es nuestra responsabilidad política? Nos vamos a enfrentar a una situación muy complicada: altos niveles de desempleo, a la pobreza extrema se suma una relativa de un nuevo pobre de familias a las que el coronavirus ha partido por dos. Familias que no cobran ERTE o tenían un negocio pequeño que no podían sacarlo adelante. Y nos vamos a enfrentar en una dimensión nacional. Aquí, o realmente se muestra unidad y se deja de enfrentar, o no avanzaremos. El otro día me sentí contenta y orgullosa de que se sacase la ley de eutanasia. Somos un partido liberal y las personas tienen derecho a decidir si quieren continuar con unos cuidados paliativos, pero si se cumple con requisitos, que puedan decidir no continuar con un calvario. Para los pilares se necesita más altura política. En Europa nos dan lecciones: todos trabajan de la mano.

¿Considera que la clase política trata a la ciudadanía como una sociedad madura?

— Hay partidos que, tal y como lanzan sus mensajes, no tratan a la ciudadanía como si fuera madura. Nuestro electorado piensa, es inteligente, razona y es el más difícil, porque es en el que menos calan los populismos. Tienes que explicar, fundamentar, porque me parecen una falta de respeto los mensajes populistas que no se pueden cumplir. Es infantilizar a la sociedad de manera indigna lo que hacen los extremos.

Del “que inventen ellos” de Unamuno a un país con poca inversión en innovación. ¿Es un lastre para el futuro?

—Hay que aumentar la inversión en I+D+i. La parte de fondos europeos que va a digitalización e investigación hay que saberla utilizar. Por eso, cuando llegaron los fondos se planteó un decreto que no contemplaba ningún sistema de fiscalización y, como partido que creemos en la coherencia y hacer bien las cosas, nos temblaban las piernas. Hay que fiscalizar para que las empresas se digitalicen e innoven, tengan apoyos, que las familias salgan adelante. Para analizar hacia dónde van a ir los empleos nuevos, que tienen que ver con la digitalización y la innovación. Si no estamos a la altura, nos quedaremos en un retroceso. Si los fondos no se utilizan con responsabilidad, será una de las meteduras de pata más grandes. Vamos a estar vigilantes. O se va utilizando el fondo o habrá un estancamiento de la ciudadanía y de la sociedad. En el uso, vamos a estar muy pendientes y con muchísima responsabilidad desde nuestro grupo parlamentario: es la oportunidad ante un grave escenario de crisis económica.

“Hay que fiscalizar los fondos a favor de la innovación”

Hablamos de Reto Demográfico, España Vaciada… Pero la querencia centrípeta se acelera. Hay que ver el aluvión inversor en Zaragoza mientras Huesca y Teruel “silban”.

—Es incoherente. Proclamamos la necesidad de incentivar la natalidad y la despoblación que tanto nos afecta. Si las políticas activas no pasan por fomentar inversiones en zonas menos despobladas, en situaciones donde hay más riesgo, estás actuando con cierta contradicción. Incluso qué impulsos se están dando a lugares de nuestra provincia donde se podrían incentivar determinadas inversiones. ¿Se realizan? No. ¿Se tiene potencial con el medio ambiente? Muchísimo. ¿Se está incentivando? Habría que ver hacia dónde van las políticas globales del dicho al hecho. La gente se va del pueblo a la ciudad por la escasez de servicios. La covid ha puesto de manifiesto las dificultades de servicios de comunicación, de dependencia, de servicios educativos. A muchas madres les es inviable compatibilizar el empleo con la familia, porque dispones de menor red. Cuando decimos de potenciar que no haya despoblación, nos meteríamos en esas políticas de fomento de la natalidad y la familia. Europa nos da 400.000 vueltas en cómo proteger a la familia, la corresponsabilidad, fomentar que haya niñas y niños, por qué la media de edad es tan elevada, las dificultades para tener niños y por eso impulsamos la iniciativa de la reproducción asistida… Pero faltan de políticas de impulso, mejorar servicios e inversiones en lugares despoblados. Y luego ves lo que dicen y lo que se fomenta es lo contrario. Al final, que se nos quede despoblado gran parte de nuestro territorio es un fracaso social.

“La despoblación es un fracaso social”

¿Percibe avances en la cultura de la diversidad?

—La covid ha manifestado un valor bueno de nuestra sociedad, que es la solidaridad. La ciudadanía ha dado la talla, con movimientos de voluntarios para ayudar a personas mayores, con situaciones difíciles, a bancos de alimentos… Tenemos que avanzar en la diversidad. Es el concepto de la propia educación. ¿Qué es la diversidad, qué es tolerar, o vivir respetando las diferencias? Somos una sociedad heterogénea. Todos nos podemos ver en una situación donde se nos pueda rechazar por determinada condición, porque eres mayor, porque tienes una enfermedad, porque tienes una condición étnica, porque eres mujer… Tenemos que abrir la mente a la diversidad. No podemos permitir discursos como los de Vox discriminatorios, que etiquetan y estigmatizan a determinados grupos y plantean la solución social genera odio y rechazo. Para mis hijos no quiero discursos de rechazo y no respeto. 

La visión de los gitanos, en cabeza de los prejuicios

¿Mejora la visión de los gitanos en el conjunto de la sociedad?

—Cuando ves los Eurobarómetros de discriminación, la valoración social con datos objetivos sobre determinados grupos de población, lamento decir que somos aquel grupo sobre el que más prejuicios de estereotipo sigue prevaleciendo. Llegamos en el año 1425 por nuestro reino de Aragón y somos un grupo sobre el que el estereotipo cuesta desvincularlo. En los últimos veinte años, el salto del pueblo gitano en cuanto a inclusión social ha mejorado mucho. Lo veo en las nuevas referencias educativas con personas que acceden a la universidad y el empleo. El sistema europeo nos ha dicho que hay que establecer normas que mejoren y bloqueen estas situaciones de discriminación. No puede ser que por ser gitanos no se les acepten en entrevistas de trabajo, o en una vivienda… Eso hay que corregirlo, hay que trabajarlo. Volvemos a la educación. Creo que los gitanos tenemos que formar parte de los libros de texto, que es otra de las propuestas que hay que elevar porque gitanos y no gitanos se tienen que conocer de la historia, de las aportaciones culturales, quiénes somos, nuestras aportaciones culturales. Conocernos es la base fundamental y que la gente sea consciente de lo que haces cuando a una familia no le quieras alquilar una vivienda o no le quieras mirar el currículum porque por unos apellidos Giménez Giménez saben que eres gitana o gitana. Es una cuestión de responsabilidad social. Se va aminorando, pero hay que avanzar. Las mujeres gitanas están rompiendo muchas barreras tanto dentro de los propios hogares rompiendo roles como en la propia sociedad. Son uno de los grandes impulsos.