Huesca

DE CERCA

Alicia Gallán Elfau: “El peor error es pensar que en igualdad está todo conseguido”

“Tenemos que recuperar la idea de que las mujeres siempre hemos estado presentes en todas las facetas de la vida”

Alicia Gallán Elfau.
Alicia Gallán Elfau.
S.E.

Esta defensora de la igualdad de género nació en Huesca en 1969, es licenciada en Historia por la Universidad de Zaragoza, diploma en Relaciones de Género y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid y facilitadora de círculos de mujeres desde 2005. Trabaja exhaustivamente por los derechos humanos y se emplea a fondo en la tarea de construir una sociedad mejor, cultivando los valores de la empatía y la tenacidad aplicables a administraciones públicas y empresas privadas. 

¿Cuál es el emoticono que define su personalidad?

—El que sonríe con los mofletes enrojecidos y los ojitos cerrados.

La sonrisa es el lenguaje universal de las personas inteligentes. ¿Sonreímos poco?

—Sí, sonreír es la forma más inteligente de dirigirte a los demás porque propicia un ambiente agradable y facilitador, una pena que ahora sea tan difícil ver cuándo sonreímos.

Genio y figura. ¿Se identifica?

—Un poco sí, sin algo de genio y figura no podría haber superado dificultades y obstáculos que me he ido encontrando en la vida, algunas específicas por ser mujer.

¿Qué es lo que le gusta exprimir hasta la saciedad?

—La sensación de tranquilidad y calma tras el trabajo hecho y de saber que mi familia está cuidada y bien.

Así que lo relaciona con su trabajo constante por la igualdad de género.

—Sí, totalmente. Para mí es fundamental el equilibrio, no, la armonía entre mi vida laboral y mi vida afectiva y familiar. A veces, mi vida laboral requiere más tiempo y atención y, en otras ocasiones, es mi vida afectiva y familiar la que lo requiere. Me resulta imposible pensar en vivir más en una faceta que en la otra. Es muy gratificante alcanzar objetivos profesionales pero no lo sería tanto si tuviera que sacrificar, completamente, el tiempo de cuidado a mi familia, cuando lo necesita. Tampoco podría ser feliz dedicándome sólo al cuidado y a la atención de mi marido, mi madre,...

¿Cuándo se dio cuenta de que era necesario rescatar los nombres femeninos de la historia del planeta?

—Fui consciente de ello cuando realizaba una formación como promotora de género. En los contenidos sobre la Historia de las mujeres, me encontré con que la primera figura era Olympe de Gouges. Sin menoscabar su importancia, la sorpresa fue que no hubiera ninguna anterior y que se nombrara a mujeres sueltas, como si no hubiera relación entre unas y otras, también que no se considerara “aportación histórica” a todo el trabajo realizado por las mujeres.

¿Siempre han sido silenciadas?

—El patriarcado ha utilizado, y utiliza, todas las herramientas a su alcance para esconder a mujeres brillantes, y a las menos brillantes pero también fundamentales, a las siguientes generaciones. Eso nos obliga a estar recuperando constantemente a nuestras referentes, a nuestro linaje y es agotador.

¿Rescatar esas historias nos ayuda a prosperar como sociedad?

—Estoy segura de que nos beneficia. Es una forma simbólica de rehabilitar el prestigio de las mujeres, como linaje. Por una parte, tenemos que recuperar la idea de que siempre hemos estado presentes en todas las facetas de la vida y, por otro, que vuelva a considerarse como “conocimiento” y “sabiduría” lo que las mujeres/cuidadoras sabemos, porque lo experimentamos. Nos hace mucha falta, como sociedad, la capacidad de identificar las necesidades del grupo y de saber focalizarnos en solventarlas, la capacidad, en fin, de apartar nuestros deseos personales y volcar nuestra energía en favor del cuidado. Hoy, necesitamos, como sociedad, dejar de atender caprichos y objetivos individuales y centrarnos en lo que, como especie, necesitamos para superar la situación de pandemia, el calentamiento global, la contaminación o la crisis económica…

Defiende que el mundo evoluciona hacia la igualdad ¿por eso ofrece actualmente la posibilidad de asesorar y formar a empresas en este aspecto?

—Sí, el mundo empresarial necesita de este asesoramiento para librarse de inercias que ya resultan obsoletas. Por ejemplo, hay muchas empresas que pueden estar perdiendo clientela porque piensan que los hombres son los que compran los coches, por ejemplo, y las mujeres las que se ocupan de la alimentación. Esto ya ha dejado de ser así.

¿Cómo mejorar?

—En mi opinión, el peor error que se está cometiendo, a nivel colectivo, es pensar que en el tema de la igualdad entre hombres y mujeres ya está todo conseguido o, al menos, lo fundamental. Algo que nos ayudaría muchísimo es que la sociedad se implicara activamente en frenar cualquier comentario, gesto o actuación que menosprecie a una mujer en concreto o a todas en general.

¿El negocio es la negación del ocio o usted se divierte currando?

—¡Qué pregunta tan complicada! Cuando trabajo, no me divierto como cuando estoy con mi marido o con mis amigas, charlando y riendo. Lo que siento es satisfacción, por estar dedicando mis esfuerzos a algo positivo y beneficioso para toda la sociedad, que es para lo que me he preparado durante años.

¿La inmigración es una bendición o una necesidad?

—Si se produce es porque hay una necesidad de origen. Hay muchos lugares en el mundo en el que vivir es una heroicidad.

¿A quién le haría usted sin dudarlo la reverencia?

—A todas las abuelas del mundo empezando por mi madre. No he conocido a ninguna que no haya cuidado de alguien en su vida.