Huesca

CORONAVIRUS

Mucha burocracia y menos presencialidad de la querida

La mayoritaria atención telefónica requiere más tiempo y conlleva mucho trabajo administrativo

atención telefónica
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Efe

La presencialidad se está recuperando paulatinamente en la sanidad aragonesa, pero aun así sigue siendo inferior a la que querría la profesión médica. La atención telefónica, aunque conveniente para casos concretos, conlleva mucha “pérdida de tiempo” y un trabajo burocrático inmenso.

El representante provincial de Cemsatse, Ramón Boria, apunta que las llamadas telefónicas para atender a un paciente “pueden llevar 15 minutos”. “Y a eso le sumas que hay mucho trabajo administrativo. Se ha doblado todo y ahora también se recupera mucho de lo no hecho durante la pandemia porque mucha gente que no venía, ahora quiere recuperar sus análisis, controles...”.

El presidente del Colegio de Médicos, José María Borrel, expone que “la maldita cita telefónica” ha creado “un cuello de botella” que “impide que veamos presencialmente más pacientes de los que podríamos y nos gustaría ver”.

“No tiene sentido ese tiempo perdido y los errores que se producen por hablar por teléfono”, asegura Borrel. La atención telefónica y el trabajo administrativo asociado supone, además, que “se amontone todo, retrasos diagnósticos y muchas cosas”.

Peores pronósticos

Otro perjuicio muy común por el peso mayoritario de la asistencia telefónica es el de “la persona que ha llamado cinco veces al centro de salud y al final desiste hasta que no puede aguantar más y tiene peor pronóstico”. “Esto se da a diario”, sentencia el presidente del Colegio.

Borrel también quiere dejar claro que, en contra de lo que “todavía piensa alguna gente”, los centros sí dan atención presencial, aunque es cierto que solo para casos concretos tras pasar el filtrado telefónico. “No toda”, admite el presidente del Colegio, pero sí hay consultas en persona.

Como Boria, afirma que el teléfono supone una pérdida de tiempo respecto a la atención presencial y que la burocracia “se ha multiplicado por mucho” no solo para los médicos, sino también para los administrativos de los centros, que “están al borde del infarto y no paran por la notable burocracia y por las citas y descitas de las vacunaciones”.

El personal de enfermería tampoco se libra porque, explica Borrel, el trabajo adicional con la anhelada campaña de vacunación contra la covid “les lleva como locos”.