GENTE DE AQUÍ
Eduardo Cuello: “Siempre tuve claro que la opción que me gustaba era la arquitectura”
Con 46 años de profesión, dice que siempre ha intentado meterse “en la piel del cliente”
Después de 46 años de profesión, el arquitecto Eduardo Cuello Oliván (Huesca, 1950) sigue en activo. Había terminado los estudios en la Universidad de Barcelona en 1974 “y en enero de 1975 hice la mili; por 3 números no fui al Sáhara, que vivía entonces una época convulsa” por la Marcha Verde marroquí. Hizo el servicio militar en el Sancho Ramírez, de Huesca, donde “estuve al frente de las obras, me tocó fortificar todas las garitas que hay ahora, e hice una galería de tiro, un frontón, la pista de deportes e instrucción y un montón de obras en el interior”. Y tenía “cierta libertad” para trabajar por la tarde en sus proyectos.
Explica Eduardo que “había vivido la construcción en la familia; mi abuelo materno era de familia de albañiles, él se hizo constructor y su primera obra de contratista fue el Olimpia, el año 23, y ya antes había estado haciendo el cuartel de Artillería y trabajando también en la presa de Tormos. Antes de la guerra hizo en Huesca muchos edificios significativos como Correos, chalés en la calle del Parque... y en casa siempre se había vivido el tema de las obras”. Luego continuaron sus tíos, en la contrata, y el hermano pequeño de su madre, también es arquitecto. “En ese ambiente familiar, enseguida me incliné por la arquitectura, siempre tuve claro que era la opción que me gustaba”.
Empezó la carrera en Madrid “cuando aún no había cumplido los 17 años y en el 68 marché a Barcelona, que era una escuela más abierta, intelectualmente mucho más interesante que Madrid, que era muy clasista”.
De su trabajo, dice: “He intentado siempre meterme en la piel del cliente, entender lo que quiere y con eso he funcionado. Mi preocupación siempre ha sido, principalmente, construir bien, que la obra sea perdurable, nunca he pretendido estar a la moda ni salir en revistas, aunque he hecho ese tipo de arquitectura”
Cuando empezó, “me dejé la piel en la carretera por toda la provincia, lo que me permitió conocer toda la idiosincrasia de las diferentes zonas. En esos años, sobre todo la segunda mitad de los 70 y los 80, era una sociedad en pleno cambio y había gente muy interesante con la que ampliabas tu formación”. Unos años en los que había un peonaje formado “por gente con un nivel humano y esa educación que se daba en las familias, con unos principios y unos valores, que realmente era muy importante, gente que merecía un respeto total”.
Comenta, además, que ha trabajado en la ciudad “con los promotores más activos en los años de mayor actividad en el sector”, pero también “he hecho muchas obras en el mundo rural”.
Reconoce que vivió una época que ha ido siempre “hacia adelante, que había un gran espíritu de trabajo y de concordia”. De las muchas obras que llevan su firma en Huesca, “tengo un especial cariño al Olimpia, porque es una obra que construyó mi abuelo como contratista, es una obra que se hizo con una gran economía y donde quedan de manifiesto los oficios que había entonces, y luego nosotros hemos tenido que hacer un nuevo teatro, hemos mantenido lo que era la sala pero transformando todo para que pudiera adaptarse a las necesidades de hoy día, pero si que me queda el haberme tenido que enfrentar con una herencia”. También ha colaborado con la Cruz Blanca “muchos años, con ampliaciones en San Lorenzo y cuando llegó la nueva obra, una experiencia que valoro por la posibilidad de conocer otra gente”.
Es Eduardo Cuello, además, conocido en la ciudad por su pertenencia a la Asociación Obreros de San Pedro. “Es -explica- casi una anécdota porque yo estaba y sigo estando en la junta de Amigos del Castillo de Montearagón, y me encontraba por la calle a Jesús Vallés, que me decía: Montearagón es una ruina, queda lejos de Huesca, San Pedro tenéis que… Yo planteé en la junta de Montearagón que extendiéramos la labor a temas más de patrimonio de la ciudad y que San Pedro me parecía un tema a defender, pero se votó y no se aceptó. Yo no era muy partidario de crear otra asociación, pero...”. Era “cuando se planteó el plan especial del centro histórico de la ciudad y San Pedro iba a quedar exento totalmente, demoliendo las casas de la calle Ramiro el Monje”, pero al final “acabó con una solución salomónica, que yo entiendo era la más factible en su momento y causaba menos controversia y menos problemas, que era abrir lo que se ha abierto. Ha costado muchos años pero se ha puesto en valor toda esta zona de los ábsides y ahora falta continuar, faltan las catas arqueológicas y todo ese espacio hay que dignificarlo y hacerlo transitable para las visitas”.
Sobre patrimonio, añade que “lo primero que hay que hacer en Huesca es un catálogo serio poniendo los valores que hay y con eso plantear actuaciones”. Y sobre el debate del patrimonio, afirma: “va mucho por modas y hay épocas donde no hay ningún problema en reconstruir lo que ha hecho falta y otras en las que no se puede tocar absolutamente nada. Ahora estamos un poco en esa época que culturalmente hay que conservar todo”.
Es también Cuello miembro de Rotary, “la mayor organización de servicio del mundo y cuyo fin es intentar mejorar la vida de la gente, el humanismo, el fomento de la paz…”. Fue gobernador de la zona norte, de Santander a Cataluña, y dos veces presidente del club rotario de Huesca y lo será una tercera, a partir del próximo 1 de julio. Y él diseñó el monumento a la paz realizado en Huesca por los rotarios y en la provincia, “nuestro programa líder es el Vino Solidario con Enate”.
Valora “haber nacido aquí, ser de aquí” y ahora “disfruto mucho leyendo Historia y con la bicicleta, un deporte que me aporta salud y relajo y enfrentarte contigo mismo en retos de superación”.