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Javier Caudillo Sarasa: “Las Harineras es la operación más importante de por vida en Huesca”

Al frente de Pirineos Casa analiza con optimismo el futuro del sector inmobiliario que juega un “papel básico” en la recuperación

Javier Caudillo Sarasa
Javier Caudillo Sarasa
S.E.

No ha dudado en cambiar de vida para crecer, ampliar miras y realizarse. Tampoco ha permitido que a sus vocaciones se sume el adjetivo de frustradas. Su mente no entiende de comodidades y en su cabeza ahora mismo da vueltas un nuevo proyecto para el futuro. Javier Caudillo Sarasa (Sabiñánigo, 1958) empezó como botones a los 14 años en la Caja Rural de su localidad natal y actualmente está al frente de la consultora inmobiliaria Pirineos Casa de Huesca. Un periplo del que ha disfrutado cada etapa.

Su infancia y juventud la pasó en Sabiñánigo, junto a su padre, Valentín, su madre, Rosario -que sigue viviendo en esta localidad-, y su hermana, Charo. Cursaba sus estudios en el Instituto San Alberto Magno, pero tenía claro que lo que quería hacer era trabajar. Era común entonces introducirse pronto en la vida laboral. Su padre, que estaba en ERZ, conocía al director de la sucursal de la Caja Rural donde necesitaban a alguien para hacer recados. “Habían quitado los trajes hacía poco y me libré. ¡Imagínate a un chico de 14 años con chaqueta con botones dorados y gorra!”, exclama. “En aquellos años la banca era distinta, era todo manual, participabas en todo y si tenías interés aprendías rápido”, señala Caudillo. Interés le puso y también mucho trabajo. Enseguida le hicieron apoderado y a los 25 ya dirigía la oficina. “Fue una época en la que disfruté muchísimo, como nunca, porque entonces los directores teníamos un margen de atribución importante, no como ahora, que todo está muy centralizado y no tienes capacidad de decisión”, explica. “Entonces te sentías alguien importante en plaza, porque resolvías los problemas de la gente”, resume.

Cuando en 1991 le trasladaron a los servicios centrales a Huesca encontró que “todo era distinto”. Los sistemas empezaban a cambiar y él “no estaba muy de acuerdo” con eso. “Sabía lo que pasaba cuando tenías a un cliente delante... acababa de llegar de esa batalla”. No niega que estaba “contento” en esa responsabilidad, pero a finales del 99 decidió “dar un giro copernicano” y se marchó del banco.

Mientras tanto, dio salida a una de sus vocaciones: el Derecho. Ya casado con María Ángeles López, y con su hijo Javier, al que seguiría Cristina, y trabajando mañana y tarde en la Caja Rural, tomó la decisión de estudiar la carrera. “Fue un esfuerzo titánico, no solo mío sino de toda mi familia, sobre todo de mi mujer”, que también fue quien le dio el empujón final cuando, agotado, pensó en dejarlo. “Tengo una foto con mi hija de pequeña y todos los libros que estudié y me parece mentira haberme metido en el coco todo eso”, escenifica. “Aún sueño alguna noche que me queda Derecho Mercantil 5”, y qué alivio al despertar.

Volviendo a su decisión de “cambiar de aires”, en ella tuvo que ver que al estar en una organización pequeña se preguntaba: “¿Mi carrera dónde va, qué más puedo hacer? Llegó un momento en que ya no me aportaba”. Además, realizó un máster en Dirección Comercial y Marketing en la ESIC, donde encontró compañeros que habían pasado por 5 o 6 empresas en sectores distintos y tenían “una visión de las cosas mucho más amplia”. Aquello “me ayudó a dar el salto”. Vio la oportunidad en el sector inmobiliario, que ya le atraía. “Conocía a los antiguos socios de Pirineos, que en el año 2000, en pleno boom, pensaron que era mejor buscar a una persona que dirigiese esa expansión”, relata.

En enero de 2000 ya estaba trabajando y viviendo “unos años esplendorosos”. En 2004 “éramos 40 en plantilla, teníamos 10 oficinas”, y vendieron 830 viviendas, el récord. Esa época expansiva del sector saltó por los aires en 2007; no le pilló por sorpresa. “En 2005 ya observamos que la cosa empezaba a recalentarse mucho”, y Caudillo opina que en aquella crisis tuvo mucho que ver el sector financiero , “que daba el dinero sin ningún control” (no toda la banca, “algunos siguieron el criterio de prudencia”, matiza), y la falta de intervención del Banco de España, que estaba “totalmente” politizado. “Llegaban los inspectores con sus informes y se metían en un cajón. ¿A cuánta gente le han metido en la compra de un piso que con el tiempo ha perdido? Si no les hubieran prestado, les habrían hecho el favor de su vida”, considera. En 2008 los antiguos socios dejaron la empresa, y Caudillo se alió con la banca, “y eso nos ayudó a pasar este bache”. “Ahora hemos vuelto a la normalidad, hemos descubierto la rueda, pues vale -ironiza-, pero mucha gente se ha quedado en el camino, y eso es muy triste”.

Caudillo traslada que el sector inmobiliario “ha vuelto a respirar” y “va a jugar un papel básico en la recuperación”, porque “mueve al resto”. De hecho, “ya lo está haciendo, las ventas se están animando y las promociones de obra nueva están empezando a funcionar. Somos optimistas”. Y en Huesca se va a llevar a cabo “la operación más importante de por vida. Esto no se va a volver a repetir porque no hay nada parecido”. Se trata del proyecto de las Harineras, donde Pirineos Casa gestiona la venta de suelo para 600 de las 1.300 viviendas, algo que eleva su prestigio. Calcula que en dos años habrá grúas trabajando y que en cuatro se entregarán las primeras viviendas.

Y mientras disfruta de aficiones como la informática y la guitarra -otra vocación que no ha querido dejar en el tintero-, pero sobre todo de su nieta, Julia, Caudillo analiza el futuro, con su hijo Javier, ingeniero industrial con especialidad construcción, que ya entró en la empresa en 2009, y su hija Cristina, arquitecta. Un “cóctel interesante” para abrir nuevos horizontes.