Huesca

CORONAVIRUS

"Negar los aerosoles fue uno de los errores más graves en la historia de la Salud Pública"

El investigador José Luis Jiménez fue uno de los primeros científicos en advertir a la OMS de la transmisión aérea de la covid-19

José Luis Jiménez en su laboratorio de la Universidad de Colorado.
José Luis Jiménez en su laboratorio de la Universidad de Colorado.
Mariana Pereira

José Luis Jiménez es doctor en Ingeniería por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), catedrático de Química y Ciencias Ambientales en la Universidad de Colorado y experto mundial en aerosoles, esas pequeñas partículas que generan las personas al respirar, hablar, toser, gritar o cantar y que se quedan suspendidas en el aire durante horas. Este aragonés (Zaragoza, 1968) fue uno de los primeros científicos en advertir de la transmisión aérea de la covid-19. En abril de 2020, junto a otros expertos, plantó cara a la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando este organismo afirmó que decir que este virus se contagia por el aire era desinformación. José Luis Jiménez lamenta que este fue “uno de los errores más graves en la historia de la Salud Pública” y no cesa en su empeño de dar a conocer el papel de los aerosoles en la transmisión del coronavirus para salvar vidas y acabar, en un futuro próximo, con esta lacra.

¿Cree que los aerosoles son los grandes marginados de esta pandemia? ¿Por qué ha costado tanto tanto creer en ellos?

Yo no los denominaría así, hay mucha gente que está muy marginada que no recibe vacunas en países pobres. No los designaría con esas palabras, pero sí que la transmisión de la covid-19 por el aire, por aerosoles, ha sido negada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2020 planteó que decir que este virus se transmite por el aire era desinformación y que había que ayudarle a luchar contra estas afirmaciones. Esto es uno de los errores más graves en toda la historia de la Salud Pública porque ahora sabemos que prácticamente la única forma importante de transmisión es por el aire. Esto ha creado una gran confusión, también porque lo que se aprende con el trauma, cuando la gente caía como moscas en marzo y en abril de 2020, cuando nos dijeron que el virus iba por superficies es muy difícil desaprenderlo. Después ha ido cambiando lo que han ido diciendo las organizaciones de salud, pero se creó tal confusión que se siguen haciendo cosas que no sirven para nada, como desinfectar superficies. Sin embargo, otras medidas que sí sirven, que son gratis y que no cuestan mucho, mucha veces no se llevan a cabo. No se ventila, no se hacen actividades al aire libre, cuando se podrían hacer, no se presta atención al ajuste de la mascarilla y aspectos así que son muy eficaces para reducir el contagio.

Algunos estudios indican que la distancia física de dos metros no es suficiente para evitar el contagio en interiores, ¿es esto cierto?

No se trata de algunos estudios, esto está clarísimo. Una vez que entendemos que el coronavirus se transmite por el aire no hay distancia segura. La distancia solo es segura si estamos en el exterior, si nos encontramos al aire libre, a no ser que tengas malísima suerte y el aire que está respirando alguien te vaya a ti directamente, algo que no suele pasar mucho o pero que puede darse, como podemos ver con el ejemplo de algún fumador.

Al aire libre, si estás a más de dos metros de distancia ya te encuentras prácticamente seguro. Si estás a menos de dos metros hay que llevar mascarilla porque no estás seguro. En interiores está clarísimo, y lo sabemos perfectamente que la distancia no es garantía de seguridad y que hay que hacer más cosas. No te puedes quitar la mascarilla nunca en interiores cuando compartes el aire, si eres susceptible a la enfermedad respiratoria.

Si la distancia no es una garantía ante el contagio, ¿es seguro ir a comer a un restaurante o volver a la sede de la empresa con el resto de compañeros tras el fin del teletrabajo?

Claro que la distancia no es una garantía, en interiores, como en un restaurante o en el trabajo, hay que hacer una serie de capas de protección. La distancia es una de ellas, pero además tenemos que usar la mascarilla y ventilar. También filtrar el aire, si no es posible la ventilación, y reducir el número de personas y la ocupación. También hay que hablar menos o bajar el volumen. Es la suma de las medidas lo que acaba reduciendo mucho la transmisión.

Por supuesto que la vacunación es una medida súper eficaz. En España, donde las tasas de vacunación son muy altas, la situación es diferente. Las personas se pueden contagiar, pero ya no es como antes cuando no había inmunidad y esto era muy peligroso.

Además de la mascarilla o la ventilación, ¿cuál es la mejor arma para escapar de los aerosoles?

Entendiendo que la transmisión va por el aire, que al respirar aerosoles con virus se da la mayor parte de los contagios, el arma más importante, en mi opinión, es la divulgación. Lo que no se ha hecho en toda la pandemia, por ejemplo, desde el Ministerio de Sanidad o la OMS es explicar esto clara y rotundamente. Hay que saber que de algunos de los infectados, no de todos, sale como un humo infeccioso, invisible. Lo producen aquellos con alta carga viral, que son una minoría y son los que contagian. Los que tienen baja carga viral, la mayoría, no contagian. Esto se ve en muchísimos estudios.

Tenemos que pensar que la gente con la que estamos, alguno puede estar infectado. Lo que queremos evitar es respirar ese humo invisible. Una vez que entendemos esto se puede reducir mucho la transmisión.

Un problema grave ha sido que al explicar las medidas, sin argumentar su por qué, se crea una gran confusión. Pasa lo mismo si se explican de una manera muy vaga que la gente no entiende.

Ahora que ya sabemos por fin cómo funciona la transmisión, por aerosoles, habría que decirlo clara y rotundamente. Se pueden hacer vídeos usando el humo como analogía de la transmisión y esto se entiende muy bien. Una vez que se realice la divulgación, la mejor medida es hacer todo lo que se pueda al aire libre, ya sean reuniones de trabajo, familiares o de amigos. Así se reduce la transmisión por lo menos 20 veces y hay estudios que dicen que hasta mil.

En interiores, hay que mantener la distancia, usar mascarillas de buena calidad como las FFP2, o las de tres capas, y que se ajusten muy bien a la cara.

También reduce el contagio pasar el menor tiempo posible con gente, la ventilación y la filtración del aire.

Usted, que es una eminencia, ¿siente que predica en el desierto cuando habla de aerosoles y contagios?

Yo no estoy solo. Igual en España soy el que más aparece pero formo parte de grupos de decenas de científicos que llevamos un años y medio trabajando en esto juntos con gran intensidad. Podemos hacer las cosas muy deprisa porque cuando tengo una pregunta llamo a un compañero médico o virólogo y les consulto. En marzo de 2020 la OMS dijo que hablar de los aerosoles era desinformación y nos ignoró completamente. Después de este anuncio de la OMS el 28 de marzo, Lidia Morawska, una científica australiana, formó un grupo de científicos al que me incorporé y hablamos con la OMS el 3 de abril, pero nos dieron con la puerta en las narices. Fue como si les hubiésemos ido a decir que la covid se transmitía por el 5G. No nos escucharon y empecé a contactar con todos los periodistas que conocía en España. Solo me contestó uno y me dijo que no se lo creía porque los médicos le decían que esto de los aerosoles no era cierto. No nos hicieron ni caso y el tema salió muy poco en los medios. Escribimos entonces la carta que posteriormente firmaron 239 científicos y se publicó el 6 de julio de 2020, lo que ya tuvo repercusión en el New York Times y en revistas científicas. A partir de allí nos empezaron a escuchar. Los aerosoles ya no eran desinformación, eran un debate científico.

Después de aquel momento nos han escuchado, he hecho muchas entrevistas. Al final, hay una parte de la población más interesada en estos debates, en la ciencia, que lee los periódicos, pero hay otra gran parte que no.

Da mucha pena que hay mucha gente que se podría haber protegido sin mucha dificultad del contagio, de la muerte, y no les hemos dicho cómo tenían que hacerlo.

¿Cómo puede ser que después de 18 meses de pandemia todavía no se sepa bien cómo se transmite el virus?

Bueno, sí se sabe, otra cosa es que se acepte. Que la transmisión por el aire es importante está clarísimo desde la primavera de 2020. En julio del año pasado ya la evidencia era abrumadora y en febrero de 2021 publicamos en The Lancet que era la forma dominante de transmisión.

Otra cosa es que los estamentos de salud pública, epidemiólogos, no lo terminan de aceptar. Vivian bajo un dogma de 1910, que dice que si una enfermedad respiratoria se transmite en proximidad se trata de gotas que caen al suelo y no se propagan por el aire. Pensaban que la transmisión por el aire era muy difícil y poco probable. Esto es lo que creian a pies juntillas. Todo esto ha hecho mucho daño.

También lo dicen por razones prácticas. Decir que hay que lavarse las manos y desinfectar superficies es más fácil, a esto le sumas el mantener la distancia y ya puedes abrir toda la economía, que es lo que quieren los gobiernos. Les importa más la economía que la salud. Si reconocen que va por el aire, los gobiernos tienen que tomar más responsabilidades porque hay aspectos como la ventilación, que ya tienen que ver con las instalaciones. Han hecho la vista gorda para evitar este tipo de acciones y de costes.

¿Cuáles han sido para usted los grandes errores de esta pandemia? Se hubiesen salvado muchas vidas...

Un gran error ha sido no entender cómo se transmite el virus y decirle a la gente lo contrario de lo que hay que hacer. Ha hecho muchísimo daño decir en marzo de 2020, cuando estábamos todos asustados y la gente cayendo como moscas que esto va por superficies, que hay que desinfectar, y negar que la covid se transmite por el aire. La ciudadanía no se ha protegido.

En Aragón se han relajado medidas. Por ejemplo el ocio nocturno ya puede abrir hasta las 4 de la madrugada, ¿qué le parecen las flexibilizaciones?

En cuanto a la relajación de las medidas, por una parte, creo que a los gobiernos les interesa más la economía que la salud, lamentablemente. En Aragón tienen la suerte de contar con un índice de vacunación muy alta. En España está el 75 % de la gente vacunada y aquí en estados Unidos todavía vamos por el 55 %. Esto cambia mucho si se reúne gente vacunada o mayoritariamente vacunada, pues los brotes que se puede originar o la seriedad de los casos es más baja.

Sobre el ocio nocturno, si estuviese yo al cargo miraría esos horarios, pero creo que siempre que se pueda debe darse al aire libre. Si es en interiores, con ventilación y con un medidor de CO2 público que se pueda ver, de manera que si sube hasta cierto nivel habría que reducir el aforo. Así los hosteleros se pondrían las pilas para ventilar mejor, que no es tan difícil.

Respecto a las vacunas contra la covid, ya que al parecer no frenan el contagio, ¿cree que se crearon demasiadas expectativas al respecto?

Margarita del Val, que es una experta del CSIC en vacunas y virología lleva muchos meses diciendo que las vacunas no van a parar el contagio, no completamente. El tiempo le ha dado la razón. Había quien poco menos que la trataba de ignorante hace un año.

Que no frenen la transmisión no es tan sorprendente.Las vacunas funcionan así, especialmente este tipo de vacunas sobre todo porque crean anticuerpos en la sangre pero no tanto en las mucosas, por lo que el virus puede infectarlas.

Una cosa crucial que se malinterpretó por parte de la CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU) y que se ha expandido mucho, fue que en los primeros estudios de las vacunas vieron que no se contagiaba casi nadie. Lo que no entendieron es que se realizaron cuando la gente todavía estaba bastante confinada, con mascarillas y muchas medidas.

Una vez que ha habido flexibilizaciones y se han relajado las restricciones se ha visto que las vacunas solas permiten algo de transmisión. Los casos en vacunados son menos graves y aunque ha fallecido gente vacunada, la cifra ha sido mucho menor de lo que hubiese sido sin estos fármacos. Además, el hecho de que una persona vacunada pueda contagiar a los que no pueden hacerlo, a niños o inmunodeprimidos también acaba propagando la pandemia.

Por último, ¿cuándo cree que quedará bajo control la pandemia? ¿Volveremos a la normalidad?

Esto es una pregunta muy difícil y yo no soy epidemiólogo, pero le voy a dar mi opinión, basada en lo que veo y lo que hablo con otros expertos y científicos.

Esto depende de tres aspectos. El primero es la tasa de vacunación, el tipo de vacunas y las dosis de refuerzo que se administren.

En segundo lugar está todo lo que hacemos para reducir la transmisión: el uso de mascarillas, la ventilación, la instalación de medidores de CO2... Si nos aplicamos en estos aspectos el virus residual que está por ahí podemos evitar que siga contagiando.

El tercer aspecto, el más peliagudo, es qué pasa con las variantes. En enero no sabíamos de la variante Delta y los estragos que iba a causar. Ahora se habla de la variante Mu, de si se salta las vacunas... hay muchos debates científicos pero al final todo depende de lo que pase en el mundo real. Si sale alguna variante ante la que las vacunas no nos defiendan, seríamos más vulnerables.

¿Va a pasar esto? No se sabe. Es difícil. Los virus no son muy grandes y tienen una capacidad de mutación limitada, aunque la covid nos ha ido sorprendiendo. Espero que tengamos suerte, que esto no pase y que las vacunas nos vayan protegiendo y levantemos cabeza en los próximos meses.