La recuperación de la natalidad
LA CRISIS del coronavirus nos hizo ansiar la “nueva normalidad”, que en vista de que de normal tenía más bien poco y que además se resistía mucho, empezamos a olvidar el concepto, hasta ahora, que la caída de la incidencia acumulada nos ha permitido volver a hablar de “nueva normalidad”, aunque en realidad la que deseamos era la anterior: la normalidad a secas (si fuera posible). De ansiar la “nueva normalidad”, pasamos a desear la recuperación económica, sobre la que se habla a diario y sobre la que también se sueña mirando a Europa. De la que no se habla tanto, como hemos apuntado en alguna ocasión en estas líneas, es de la recuperación emocional, y tampoco de la recuperación de la natalidad, seguramente porque ambas (simplificando mucho, eso sí) pueden darse a partir de la primera.
Huesca sigue siendo mes tras mes la provincia del país donde más ha aumentado la cifra de nacimientos porcentualmente con respecto al año pasado, pero este marcó un mínimo. Entre enero y agosto de este año, han nacido 1.178 bebés, pero son casi la mitad de los que se alcanzaban antes de la anterior crisis. Esta cifra se encuentra por debajo de la media de entre 1996 y 2021, que se sitúa en 1.399 nacimientos en el mismo periodo de ocho meses. Además, en los años de pujanza económica anteriores a la crisis, nacían 2.278 niños entre enero y agosto.
En este caso, la estadística hay que leerla muy bien para que no resulte confuso el hecho de que Huesca sea la provincia donde más crece la natalidad. Es necesario mantenerse a la cabeza del ranking, pero es evidente que no se puede hablar todavía de recuperación de la natalidad. Si antes había problemas de despoblación, ahora también. La recuperación ha de ser global, pero parece que va por buen camino.
