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“Las clases bajas han abandonado las aulas por un marcado filtro económico”

Los profesores José Ángel Bergua y Jorge Bielsa analizan la situación actual

Estudiantes en un aula del campus de Huesca.
Estudiantes en un aula del campus de Huesca.
S. E.

El curso 1988-89, el Campus de Huesca contaba con 980 universitarios. Tres años después, la ciudad ya había duplicado esta cifra llegando a los 1.981 estudiantes y para el curso 1994-95, el número de alumnos ya superaba los 3.200. La recién inaugurada Escuela Universitaria de Estudios Empresariales y el desarrollo de la Escuela Politécnica formó a las primeras generaciones de la ciudad que optaron a una educación superior y ahora sus hijos ocupan esas mismas aulas.

El profesor de la Universidad de Zaragoza José Ángel Bergua ha visto pasar a muchos de ellos. Observa cómo sus aulas han involucionado y las clases bajas de la estructura social han abandonado progresivamente las aulas, determinadas por un marcado “filtro económico”, revela. “En parte porque sus expectativas han podido sentirse defraudadas o porque quieren conseguir una pronta independencia económica y la Universidad no encaja en sus expectativas de vida”, asume.

Para José Ángel Bergua, la Universidad siempre ha estado distanciada de la sociedad, “lo cual no es necesariamente malo”, subraya. “Imparte una formación que no está ligada a las urgencias del mercado de trabajo. Transmite un espíritu reflexivo, abierto y que no está asociado a la creación de una fábrica de profesionales”, argumenta.

“Necesitamos materia gris, pero no es hormigón”.

“Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. Jorge Bielsa, profesor de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, comparte esta frase atribuida a Derek Bok, presidente de la Universidad de Harvard, y añade una de cosecha propia: “Necesitamos materia gris, pero no es hormigón”.

Bielsa expone que “una de las pocas cosas claras en literatura (económica) y que no se discute” es que la inversión de un país en la educación es el factor que más determina su desarrollo a medio y largo plazo. “Es de primero de crecimiento económico”, afirma categórico sobre el desarrollo futuro que pierde una sociedad con cada joven que no puede estudiar por falta de recursos.

El profesor de Análisis Económico explica que hay diferentes modelos de crecimiento, pero en el predominante en “los países occidentales más avanzados”, el crecimiento de la productividad tiene como factor más importante la mejora del capital humano. “La mayor parte de las diferencias en la productividad entre países es por su capital humano, lo que incluye la formación”, ratifica.

Pero España “no” ha optado por incidir en la formación. “No vale formar bien solo a una élite del 5 %, porque también hay puestos intermedios muy importantes, sino que hay que hacerlo de forma generalizada, para todos, como en Finlandia”.

Sin ir fuera de nuestras fronteras, Bielsa expone que en Aragón se ven casos concretos “clarísimos”, con “ciertas comarcas donde el nivel de sus institutos” es bajo y eso lastra el crecimiento futuro, tanto del país como de las personas.

En cambio, esa apuesta de los países “más avanzados” por mejorar la educación para lograr un mayor crecimiento económico de la nación, también tiene beneficios para la sociedad. En este sentido, Bielsa señala la mejora de los salarios y de la renta per cápita como ejemplos más palmarios.

Bielsa afirma que hay decenas de casos reales que avalan lo determinante que es la educación para el desarrollo de un país, pero se detiene en la comparación entre Suecia y Argentina. “Hace un siglo tenían una renta per cápita similar, pero ahora Suecia triplica o cuadriplica la argentina. ¿Qué ha pasado en 100 años? Suecia ha apostado por el capital humano y la formación, y la productividad se ha multiplicado por 4 respecto a Argentina, que produce lo mismo que hace 100 años”.

Eso sí, para extender la educación superior a un nivel más generalizado, es necesario “estar dispuesto a renunciar a otras inversiones”. Bielsa alude a, por ejemplo, infraestructuras de comunicación y, aun reconociendo que son vitales, apunta que “es mejor a largo plazo” apostar por la formación para, así, incrementar la renta per cápita y la productividad. “Es donde más rinde la inversión pública”, asevera. l