Huesca

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La hostelería, una constante en la vida de Daniel García Ortas

Pasó parte su infancia jugando en el Laurentino, el bar de su abuelo en Jaca, y actualmente trabaja en el bar Rugaca y se ha hecho cargo del hostal  

Dos imágenes de Dani, de niño jugando y en la actualidad.
Dos imágenes de Dani, de niño jugando y en la actualidad.
S.E.

Su relación con la hostelería comenzó pronto en el Bar Laurentino, en Jaca, donde Daniel García Ortas nació en 1992. “Mi padre era investigador del IPE y trabajaba mucho, y yo siempre estaba en el bar con mi madre, que ayudaba a mi tía”. Hasta los 12 años, cuando murió su abuelo y poco después traspasaron el bar.

De esos años, recuerdos del Colegio San Juan de la Peña y el IES Pirineos, y de las comidas y reuniones familiares en el Laurentino. Luego el inicio en deportes como la escalada, la natación o el judo, siendo este el que más le gustaba, “porque tenía cierta disciplina y una educación en valores, y tal vez influyó también que me gusta depender de mí mismo, por eso los deportes de equipo no me van”. Y el judo “no se me daba mal, gané campeonatos de Aragón y de sector y en nacionales, fui sexto”.

Tenía una clara querencia a la hostelería, “pero mi abuela me dijo que era muy dura, muy sacrificada y mi abuelo, que había recibido la medalla provincial de la Hostelería por su entrega, también decía que era más duro trabajar en un bar que en el campo”.

Así, a los 18 años fue a Huesca a hacer el grado de FP de Técnico Superior de Actividades Físicas y Deportivas en el Pirámide (primera promoción) y no tardó en llegar el reencuentro con la barra, pero de otra manera. “Al primer mes ya trabajaba en hostelería, por la mañana y fines de semana, y por la tarde estudiaba”.

Estuvo en el Sunset Boulevard, el Cubitos, Rafaela Estación, El Trinche Asador, Saqués, Casa Mariano y en 2016 inició su carrera en el Bar Rugaca, donde ahora es el máximo encargado.

Hasta su entrada en el Rugaca, durante unos 3 años “di clases de judo en el club Kanpai de Jaca, de lunes a jueves, y los fines de semana trabajaba en hostelería en Huesca”. Poco a poco “cogí todo el peso de la dirección del club Kanpai, pero en abril de 2016 tuve un accidente de tráfico y me replanteé todo. Dejé el judo y desde entonces me dedico plenamente a la hostelería”.

Como encargado del Rugaca valora que ”tenemos una terraza privilegiada y en parte gracias a ella hemos podido aguantar la covid, que la gente ha respondido muy bien, para quitarse el sombrero, aunque también detrás, aquí hay una gran empresa que te da garantías”. Resalta, además, que el Rugaca “tenía la fama de ser el mejor café de Huesca y un botellero muy completo, que eran nuestros puntos fuertes junto al buen servicio”, y su objetivo fue potenciar esto. La empresa le ha ayudado en su formación en coctelería y en cafés, “que era lo que me daba una satisfacción más inmediata, al minuto ves el resultado, y depende de ti mismo esa elaboración, esto fue lo que más me enganchó al café”. Tanto que en octubre pasado fue tercero en la final nacional del Concurso Barista, celebrada en Barcelona.

En fechas recientes, creó una empresa “y desde hace un mes llevo el Hostal Rugaca, mi propio negocio”. Y está satisfecho, ya que “este mes, que es temporada baja, las cuentas me salen”.

Dos trabajos “que se complementan muy bien”, dice, y añade que siempre con la misma máxima: “Esforzarme al máximo para conseguir el mejor resultado”.