Huesca

pATRIMONIO

La estatua de la plaza de La Inmaculada de Huesca ya luce renovada

Esta imagen data del año 1954 y ha sido rehabilitada en las últimas semanas tras una inversión de 3.000 euros

Estatua de La Inmaculada, ubicada en la plaza que lleva su nombre en la capital oscense.
Estatua de La Inmaculada, ubicada en la plaza que lleva su nombre en la capital oscense.
A.H.

La estatua de La Inmaculada, que se encuentra en la plaza oscense del mismo nombre, ya luce completamente renovada.

La imagen, que data del año 1954, ha sido restaurada en las últimas semanas tras una inversión de cerca de 3.000 euros. Unos trabajos de mejora que se unen a los realizados en la plaza, ofreciendo una nueva imagen provisional y que terminará cuando se asuma el tramo de reurbanización del Coso Alto.

El concejal de Servicios Generales, Roberto Cacho, ha recordado que con los trabajos de limpieza y conservación de La Inmaculada “se pone el broche final de toda la reurbanización y mejora que se ha acometido en la plaza en los últimos meses”.

Desde el Archivo Municipal explican que en 1651 Huesca es asolada por una epidemia de peste, enfermedad que causa estragos y se lleva por delante una cuarta parte de la población. Sin embargo, al acercarse la fiesta de La Inmaculada, el mal se contiene, por lo que se achaca a la Virgen el milagro de detener la infección.

En agradecimiento la ciudad, junto con la Catedral y la Universidad Sertoriana, hacen promesa de agradecimiento, plasmándose ese voto conjunto en la celebración de la ceremonia de Tota Pulchra, Bien de Interés Cultural Inmaterial desde 2014. El papa Pío XII convocó el primer Año Mariano en 1954, de lo que Huesca se hizo eco y, entre otras cosas, inauguró esta estatua el 8 de diciembre de 1954 en el lugar que ocupa actualmente.

La imagen, que fue pagada por los propios vecinos de la ciudad, es obra del escultor Fructuoso Orduna y está realizada en mármol blanco. Tiene un peso aproximado de 3.500 kilos y una altura de 2,4 metros. Además, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Huesca instauró la tradición del encuentro del Miércoles Santo en presencia de esta Inmaculada, dentro de los actos de una Semana Santa que cuenta con la declaración de Interés Turístico de Aragón.