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Sebastián Sanvicente Campo: "Me sale la sinceridad por las orejas y actúo mirando a los ojos"

Ha estado 18 años al frente de CCOO en la provincia y 8 en el Ayuntamiento de Huesca con el PSOE, defendiendo los intereses colectivos

Sebastián Sanvicente, en su casa de Jaca.
Sebastián Sanvicente, en su casa de Jaca.
S.E.

De todas las etapas de su vida se muestra satisfecho Sebastián Sanvicente Campo (Borau, 1941), que se ha movido con destreza en el sindicalismo y la política con el interés de defender lo que consideraba justo y ayudar a los demás. Puede presumir de que siempre va de frente y le gusta recibir el mismo trato, huye de los extremismos de cualquier tipo y cuando ha asumido un compromiso se lo ha tomado muy en serio. Los principales han sido 18 años como secretario general de CCOO en Huesca y 8 en las filas del PSOE en el Ayuntamiento de la capital oscense.

Sebastián siempre presume de ser de Borau, “un pueblecito precioso del Pirineo”, donde su padres, Mariano y Amalia, se dedicaban a la ganadería. El sexto de nueve hermanos, recuerda con cariño su paso por las Escuelas, entonces llenas de niños y niñas, y también cuando ayudaba en casa cuidando las vacas y ovejas. Tras el Servicio Militar, que hizo de voluntario en Jaca 20 meses -una decisión que tomó su padre por el temor de que, como a uno de sus hermanos, le tocara en África-, decidió ir a trabajar a Candanchú “para ganar algo, que era necesario”. Estuvo unos cuatro años, hasta que se presentó la oportunidad, a través de uno de los empresarios de la estación, de entrar en la plantilla de 450 trabajadores de su fábrica de plásticos en Zaragoza. De ahí pasó, tras 8 años, a otra mayor, de 1.200, dedicada al carrozado de autobuses, en la que permaneció cuatro más.

“Nunca me ha gustado mezclar competencias, o una cosa u otra”

En ese tiempo en Zaragoza, se casó con Mercedes Castán y tuvieron a sus dos hijos, Daniel y Santiago. Se conocen desde niños y ya han superado las bodas de oro, toda una vida compartida, también en su interés en “trabajar por los demás”, apunta.

En la capital aragonesa, “creció ese gusanillo sindical que debería tener toda la clase trabajadora”, considera. “En las grandes fábricas de Zaragoza había muchos problemas” y entró en el comité de empresa de la suya para intentar ir dando soluciones. “En ese tiempo igual era demasiado duro en la forma de actuar, pero nunca insultando -algo que detesta-, luego fui moderando esas formas”, aclara.

El siguiente paso laboral fue “un salto mortal” de regreso a su tierra, donde se instaló en Jaca y trabajó en Astún. “Estaba en el montaje de telesillas y telesquís, me gustaba”, recuerda, pero también veía “cosas raras” y planteó hacer elecciones sindicales. Conociendo su trayectoria en ese sentido en Zaragoza y su decisión en la lucha social, sus compañeros le eligieron para que les representara. “Ya empezaron las reuniones en Jaca, Huesca, Zaragoza...”, y desde la secretaría regional, Lorenzo Barón le propuso hacerse cargo de CCOO en la provincia altoaragonesa. “Me lo pensé, quizá no lo suficiente -ríe-, y acepté”.

“No soy un forofo, ni del fútbol ni de nada”

Entre tanto, como afiliado al Partido Comunista, se presentó a las primeras elecciones democráticas del 79 al Ayuntamiento de Jaca con el Movimiento Comunista de Aragón. “Conseguimos el hito de dos concejales y quedarnos a media docena de votos del tercero”, resalta. Tras poco menos de medio mandato, dejó la concejalía para entrar en la unión local de CCOO Jacetania. “Nunca me ha gustado mezclar competencias, o una cosa o la otra. Eso siempre lo he tenido claro”, asegura. Con el tiempo y en una asamblea con la presencia de Santiago Carrillo, en CCOO “decidimos que no nos cuadraba el proyecto de IU, y pasarnos al PSOE”, donde sigue militando actualmente.

En la capital oscense estuvo 18 años al frente de CCOO, un sindicalismo, opina, “bastante diferente al de ahora. Todo ha avanzado para bien. Entonces las cosas eran bastante duras, no todas las empresas tenían un estilo correcto y había que emplearse a fondo”. Recuerda ese tiempo “con satisfacción, lo hice a gusto. Si no me hubiese gustado ayudar, no lo hubiera hecho. He defendido con seriedad y rotundidad los intereses de los trabajadores, y he procurado siempre hacer las cosas bien”, por lo que tiene la “tranquilidad de haber cumplido” desde su puesto “en esa defensa de los trabajadores”.

“Las cosas eran bastante duras, había que emplearse a fondo”

Expone que nunca ha sido “un radical” y que le ha gustado defender los planteamientos “con coherencia, diálogo y tratando a la gente como hay que tratarla, sin insultar nunca”, insiste. Sus claves en la negociación han sido, “además de la experiencia, mucha mano izquierda, cuidar mucho el lenguaje” y una inusual capacidad de convencer. “Muchas veces me dicen que no encuentran el camino para negar lo que planteo; les debo dar pena porque si no no lo entiendo”, dice entre risas. Pero tiene claro lo que más le caracteriza y cuál ha sido su fuerza: “Me sale la sinceridad por las orejas. Soy claro y sincero y actúo mirando a las personas a los ojos”, apostilla.

Dejó el sindicalismo en 1999 por la política en el Ayuntamiento de Huesca, cuando Fernando Elboj le invitó a participar en su candidatura. Fue 4 años concejal con dedicación exclusiva haciéndose cargo de diversas áreas y otros cuatro jefe de gabinete del alcalde. “Me gustaba más lo sindical que lo político, y en ambas he preferido la primera línea, que en política creo que es el ayuntamiento. De todas formas, entiendo que se pueden parecer, porque en uno trabajas en defensa de los trabajadores y en el otro de los intereses de todos los ciudadanos”. También se muestra satisfecho de esos años: “Procuramos hacerlo bien y creo que lo conseguimos. De hecho, en las primeras elecciones sacamos 7 concejales y sumamos 5 más en la segunda”, resume sobre un trabajo “duro y bien hecho”, que, eso sí, le dejó agotado.

Como jubilado, volvió a Jaca en 2007, aunque sus inquietudes no le dejaron parar y se enroló en la candidatura del PSOE durante un mandato en el Ayuntamiento de Borau y, aunque intentó huir de ese cargo, accedió a la presidencia del Club de Fútbol Jacetano. Es un gran aficionado a este deporte (ha sido el socio 12.775 del Zaragoza y el 177 del Huesca), pero “no un forofo, ni del fútbol ni de nada -remarca-. Los forofismos hacen estallar a las personas que no se saben controlar”.

Su positividad y sentido del humor le siguen acompañando a sus 80 años, y su interés ahora es “estar tranquilo y viajar”, sin olvidar esa voluntad de ayudar a los demás, tras una vida en la que, resume, “lo que he sabido hacer es trabajar”.