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Paola Savicente: "No imagino mi vida sin plantas"

Se dedica a la venta de flores, plantas y al trabajo en floristerías desde hace 20 años, un mundo al que llegó por casualidad 

La pasión que Paola siente por las plantas le llegó a los 19 años.
La pasión que Paola siente por las plantas le llegó a los 19 años.
S. E.

No recuerda su vida sin las plantas y de ahí se entiende que lo primero que manifieste por ellas es “respeto”, porque “lo primero es que estén todas bien cuidadas”, pero la pasión por las plantas que siente ahora le llegó estrenada la edad adulta.

Paola Savicente, oscense de las que se fue y regresó, se ha dedicado a la venta de flores, plantas y al trabajo en floristerías desde los 19 años. Un mundo en el que aterrizó por casualidad. “Había terminado un módulo de marketing y estaba en un momento en el que no sabía qué hacer con mi vida”.

Llegó a la floristería de una conocida del dueño del bar en el que entones trabajaba y tras dos o tres días pensándoselo, finalmente aceptó el trabajo que le ofrecieron. “Era un sitio increíble, una tienda muy bonita, nunca había visto algo así, tenía algo de artístico”; al poco de empezar, “me enganché”.

Decidió formarse, en Barcelona; estudió Arte Floral, “que igual ahora es más habitual pero por entonces (entorno al 2000) no lo era tanto”. Después continuó especializándose con cursos monográficos “de bodas, (para crear estructuras) de grandes dimensiones, de color, de complementos, no he parado”. Mientras, cambió de floristería, en 2002, en donde trabajaría hasta 2020.

El parón obligado por la pandemia la dejó sin trabajo, pero le dio el tiempo para aterrizar una idea que había empezado a idear en su cabeza. “Yo ya tenía este local en mente, pasaba muy a menudo por aquí, y sabía que tenía que ser este”,

Cactus nació el 4 de agosto de 2021 y “cuando abrí la tienda me di cuenta de lo que echaba de menos estar rodeada de plantas, el olor”, y es que ha pasado los últimos 20 años acompañada “de muchas plantas”.

Tenía claro que quería establecerse como taller floral; siempre le ha gustado trabajar con las manos y desde que empezó, esa parte más artesana de la floristería le fascinó, porque “ya no solo abarca la venta de flores, sino muchas otras cosas”.

El nombre le vino a la cabeza un día de repente, “no lo pensé mucho pero es verdad que me gustan los cactus, me parece una planta especial, no para todos los públicos, pero con una belleza diferente, por su fortaleza...”, pero no determina qué hay en el interior, donde además abundan las crasas, que conviven con orquídeas, tillandsias, gaultherias, bulbos de jacinto, pachiras o amarantas, estas dos últimos, algunas de su preferencia.

La convivencia con estos seres vivos lleva irremediablemente a crear ciertos vínculos, que en su caso le han hecho incluso emocionarse cuando ha vendido algún ejemplar especial; “con una pachira -las que tienen el tronco trenzado- casi me eché a llorar, tenía un tronco que nunca he visto nada tan bonito”.

Observarlas, como a las marantas, que se van moviendo conforme avanza la luz del sol hacia la oscuridad, “parece que te dicen, ¡ey!, estoy viva”; descubrir una variedad nueva que no conoce y seguir investigando en su casa; cuidarlas, sabiendo que tienes que estar pendiente de ellas, incluso en mitad de las vacaciones; su belleza, su adaptabilidad, poder tener ejemplares propias de otros países, un mundo que tiene “tan interiorizado que no imagino mi vida sin plantas”.