Huesca

HUELLA DE CARBONO

Descarbonización: el gran desafío para salvar el planeta del calentamiento global

Europa tiene como objetivo ser neutra en emisiones en 2050

Para lograr la descarbonización es fundamental el desarrollo de fuentes de energía alternativas y de nuevos combustibles.
Para lograr la descarbonización es fundamental el desarrollo de fuentes de energía alternativas y de nuevos combustibles.
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Como subraya Terry Swearingen, enfermera norteamericana y activista ambiental, ganadora en 1997 del Premio Goldman, considerado el Nobel del medioambiente, los seres humanos «vivimos en la Tierra como si tuviéramos otra a la que ir». Al menos de momento, esa posibilidad parece lejana mientras nuestro planeta se encuentra acosado por un enemigo extraordinariamente peligroso: la crisis climática.

Según precisa el informe ‘Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España’, promovido por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), los riesgos derivados del cambio climático son hoy enormes, a causa del incremento de las temperaturas máximas y mínimas; de las cada vez más frecuentes y prolongadas olas de calor; de la notable disminución de las precipitaciones y del aumento de fenómenos extremos. En los mares y océanos el problema resulta especialmente grave, como constatan el aumento en 2ºC de la temperatura superficial del agua, la subida del nivel del mar y algunos cambios sobre la salinidad y el oleaje.

En España, el cambio climático es una de las cuestiones que en la actualidad más preocupa a la ciudadanía, incluso más que la guerra, según arroja un estudio elaborado este año en 14 países por Transatlantic Trends. En este mismo sentido se manifiesta la información ya citada del MITECO, en la que se revela una mayor conciencia de la realidad actual y de los auténticos riesgos del cambio climático entre un grueso poblacional que, en un 93,5%, ya lo considera como una problemática real, subrayando incluso, el 73,3%, que no se le está dando la importancia que realmente reviste.

Para combatir la crisis climática, resulta imprescindible la defensa ambiental y la conservación y protección de los valores ecológicos para frenar el calentamiento global. Y es necesario trabajar en favor de la descarbonización de la economía. Para el año 2050 la Unión Europea tiene como uno de sus objetivos preferentes el ser neutra en términos climáticos. Es decir, lograr una economía con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. España no ha quedado al margen de este trascendental reto, activando toda una serie de estrategias y políticas. La promulgación de la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de Cambio Climático y Transición Energética, supone un importante paso en este sentido.

Aunque el objetivo parece muy complicado, hay expertos que creen que es posible. De hecho, nuestro país podría llegar en los treinta próximos años a reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, convirtiéndose así en uno de los líderes de la economía descarbonizada en todo el planeta. Es la opinión que se desprende del reciente trabajo «España cero neto: el polo de descarbonización de Europa», elaborado por McKinsey & Company. Para ello sería necesaria una inversión cercana a los 85.000 millones al año en tecnologías limpias o verdes. La meta es llegar a una economía circular, resiliente y neutra en carbono, lo que contribuiría a una notable mejora de la calidad del aire y a la prevención, reducción y control de la contaminación ambiental.

Las grandes alternativas

Para proceder a la descarbonización de la economía, es particularmente importante el desarrollo de fuentes de energía alternativas y de nuevos combustibles. En lo referente a la energía solar, nuestro país tiene un 35% más de irradiación solar que el resto de países del sur de Europa, lo que podría convertirlo en el centro neurálgico de la producción solar fotovoltaica del continente. El hidrógeno verde es igualmente un combustible al que se le augura un papel angular como vector energético del futuro, al posicionarse como la gran alternativa para aquellos sectores que, como la petroquímica, el refino, el acero, o el transporte marítimo y aéreo son difíciles de electrificar. En cuanto a la energía eólica, existe un reto de futuro que aspira a que en el 2050 genere más de un tercio de la electricidad mundial, frente al 6 % actual, como recoge el Manifiesto Global de Energía Eólica para la COP27 de septiembre de este año.

Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía, el número de empleos mundiales destinados a la producción de energía limpia ha gozado de un importante repunte, y en los próximos años experimentará un notable incremento, compensando la disminución de los empleos de combustibles fósiles. Ello conllevará que los legisladores deberán adaptar el Derecho a las nuevas necesidades sociales, fomentando el desarrollo de novedosas capacidades para garantizar una transición energética lo más adecuada posible. El reto es mayúsculo y, a la vez, apasionante.