Huesca

HUELLA DE CARBONO

Roberto Cacho: “La lucha climática es por nuestro propio bienestar”

El concejal repasa las medidas que la ciudad está llevando a cabo y va a seguir realizando los próximos años para reducir las emisiones de CO2

Roberto Cacho
Roberto Cacho
Ayuntamiento de Huesca

Formado en Humanidades por la Universidad de Zaragoza, el concejal de Servicios Generales y de Medioambiente del Ayuntamiento de Huesca es un hombre polifacético laboralmente, preparado como profesor de Secundaria y con amplia experiencia como asesor inmobiliario y financiero, como empresario hostelero y como autónomo en el sector agrario. No obstante, una de sus pasiones es el Medioambiente, uno de los ramos de su concejalía, donde Roberto Cacho no solo es alguien muy instruido sino también muy implicado.

En julio se hizo público en los medios de comunicación que Huesca posee la certificación oficial de su huella de carbono según criterios del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

—La certificación de huella de carbono hoy por hoy no resulta obligatoria. Y conseguirla supone en realidad un trabajo ingente que está todavía por acometer. Pero el Ayuntamiento de Huesca, en busca de una ciudad más verde y sostenible, creyó que era fundamental tenerla en el ámbito público, en lo que respecta al consistorio. Somos miembros de la Red de Ciudades por el Clima, y fuimos elegidos junto con otras 25 ciudades, entre las que también se encontraba Zaragoza, para un plan piloto de estudio y reducción de la huella de carbono. Utilizando los datos de 2020, se calculó que la huella de carbono del ayuntamiento es de 80 kg de CO2 por habitante. Este índice se obtiene según las emisiones de este gas que se generan directa e indirectamente en todos los lugares que dependen del ayuntamiento, como edificios públicos, jardines, escuelas públicas...

¿Cómo cree que se puede cumplir el reto de disminuir cada vez más estas emisiones?

—Vamos haciendo medidas día a día. Se han comprado furgonetas eléctricas, se han cambiado las calderas de edificios públicos y se han puesto enfriadoras nuevas. Veremos cuánto nos reduce el carbono.

¿Y el objetivo último es...?

—Habría que llegar al CO2 cero en 2030, lo que es fácticamente imposible. Tenemos fondos europeos para iniciar en 2023 la instalación de placas solares. Por ello, en 2024 habrá un importante incremento de la energía limpia en nuestra ciudad, lo que reducirá todavía más las emisiones contaminantes. Una vez que se hayan disminuido en todo lo posible, se deberá pasar a la fase de la compensación, por ejemplo a través de una plantación forestal que, por lo menos, tendrá que estar 30 años con unas especies de árboles muy determinadas, como la carrasca. En 2023 habrá que empezar a preparar estudios en los que ver qué lugares son aptos dentro de la ciudad para llevar a cabo esa plantación forestal.

¿Considera que Huesca es una ciudad concienciada con el cambio climático?

—Estamos muy concienciados por vivir en un entorno lo más natural, verde y sostenible posible. Desde 2016 el ayuntamiento no utiliza químicos en el mantenimiento de la ciudad. Eso supone un trabajo ingente, pero redunda en un beneficio incalculable para nuestros ciudadanos. En esta línea, Huesca fue la primera capital de provincia, fuera de Cataluña, en tener la aplicación ‘Reciclos’, para fomentar el reciclaje en contenedores amarillos. En materia medioambiental ha renovado por cuarto año consecutivo el galardón de Bandera Verde en el parque universidad. También ha obtenido tanto el Premio Medioambiente Aragón de 2022 como el Premio al Desarrollo local de la diversidad. La importante reducción de consumos de agua es también un magnífico ejemplo. Todo esto redunda en nuestro propio bienestar, miramos por nosotros mismos, por nuestro beneficio, y podemos estar muy orgullosos de nuestra conciencia global.

¿Hay un presupuesto en la ciudad destinado a frenar la crisis climática?

—No hay un presupuesto específico, pero sí muchas partidas en distintos departamentos que se mueven en acometer actuaciones en esa línea: arreglar caminos para hacer senderismo; todo lo relacionado con parques y jardines y con el abastecimiento de agua; la sustitución con led en iluminación de la vía pública; el establecimiento de placas solares... Y estas actuaciones requieren partidas económicas que, en definitiva, suponen una apuesta clara por seguir lo previsto en la Agenda 2030.

¿Hasta qué punto la educación es importante?

—Resulta fundamental y además es la mejor herramienta que podemos tener. Se han activado iniciativas para proceder a una educación ambiental, en especial para los más pequeños. Los niños son esponjas, que asumen muy bien las propuestas de reciclaje, de disminución de gastos de energía. Son el mayor altavoz para llegar a toda la ciudadanía.