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Mamel Jaén Ester, hostelero con boda en El Alcoraz

Atendiendo a los clientes en la terraza de La Corralaza es, seguramente, la persona que más kilómetros ha hecho en la plaza Alfonso El Batallador

Mamel Jaén Ester, en una imagen de niño y en la actualidad atendiendo a la clientela.
Mamel Jaén Ester, en una imagen de niño y en la actualidad atendiendo a la clientela.
S.E.

Juan Manuel Jaén Ester, Mamel -“mi hermana mayor, Yolanda, antes de nacer ya me llamaba así’-, vino al mundo en Huesca en 1976.

Pasó en sus primeros años por las monjas de San José y luego por Salesianos, una primera etapa de su vida “muy divertida, con casi todos mis recuerdos aquí en el bar”. Habla de La Corralaza, en la plaza Alfonso el Batallador, gestionado durante años -“desde que yo tenía un año y poco”- por su padre, Juan, hasta que le sucedió.

Con los años se aficionó al baloncesto. “A nosotros siempre nos ha gustado mucho el baloncesto. Empecé en el Boscos, en Salesianos, y pasé al Peñas, donde estuve hasta junior, con Camarero, Zamora y Palacín, que ellos llegaron a la ACB”.

Dejó los estudios en la ESO e hizo la FP sanitaria, “pero al final me quedé en el bar. Desde los 14 años estoy trabajando en La Corralaza, al principio los fines de semana, echándole una mano a mi padre”.

También se formó en la Escuela de Hostelería, donde no tituló pero se quedó con cosas que le ayudaron en su labor hostelera. A los 19 comenzó un ciclo de año y medio en El Oscense e hizo la mili en Aviación de Gran Canaria, “donde estuve de camarero del general, aunque también fui jardinero”. Al acabar el servicio militar, “me fui a hacer la montaña, estuve una temporada en El Tobazo”, y con 21 años ya comenzó a trabajar a jornada completa en La Corralaza, junto a su padre.

En aquellos años este bar era conocido como el ‘frankfurt del Tubo” y ahora es la ‘hamburguesería de la plaza Alfonso El Batallador”. En el 2013 -comenta Mamel- “hicimos la reforma y dimos un salto de calidad que estuvo muy bien. La hamburguesa se puso de moda y nosotros nos animamos y nos adaptamos a los tiempos. Ahora tenemos trece tipos de hamburguesas. También el frankfurt se está poniendo de moda y tenemos varios tipos”.

Su clientela: “gente joven y mucha familia”, y si hace buen tiempo, en la terraza. “Yo llevo muchos años sirviendo en la terraza, llevo un montón de kilómetros en la terraza, no sé si alguien ha hecho más kilómetros que yo en esta plaza”.

Y como respuesta a las restricciones de la covid-19, “la terraza, la poníamos hasta con solo 4 grados, y el ‘take away’, venir a recoger, y el servicio a domicilio, lo que nos ha ayudado bastante a mantenernos, y más en un local pequeño como este”.

Mamel, cuando se le dice que tiene suerte al estar su local en lo que algunos llaman ‘la milla de oro’, sonríe y dice: “‘milla de oro’, pero me parece que todos los jefes trabajamos”, aunque reconoce que “sí se trabaja aquí, es una zona que se ha hecho de referencia. Hace años estábamos solos prácticamente, cuando pasaban los coches, y se ha ido haciendo zona y estamos bien”.

Su tiempo libre, que no es mucho, lo dedica “a la familia; yo he sido muy salidor y ahora no salgo”.

Y entre el montón de anécdotas que acumula, Mamel comenta su boda. “Nos casamos con Bebes en el campo de fútbol de El Alcoraz. Íbamos a hacer una boda en ‘petit comité’, más en familia, pero se empezó a hacer grande y al final, allí nos llevó Luis Ardid. Fue una boda muy divertida”. Y es que, además de ser fiel seguidor del baloncesto, “también soy socio del Huesca, aunque voy poco al fútbol porque los horarios no coinciden”.

Algo que no perdona son las vacaciones con su esposa. “Siempre en el Caribe”.