Huesca

ENTREVISTA 

"En Ucrania, por cada bando han fallecido ya unas 100.000 personas, es una guerra extraordinariamente cruel"

El teniente general en la reserva Francisco Gan ofrece este miércoles en el Palacio de Congresos, a  las 19:30, una conferencia sobre la invasión rusa

El teniente general en la reserva Francisco Gan Pampols.
El teniente general en la reserva Francisco Gan Pampols.
S. E.

El teniente general en la reserva Francisco Gan Pampols (Figueras, 1958) ofrecerá este miércoles, 21 de diciembre, en el Palacio de Congresos de Huesca, a partir de las 19:30 horas, la conferencia “La guerra de Ucrania y sus consecuencias”. En la ponencia, que abrirá las Jornadas de Seguridad y Defensa que han organizado de forma conjunta el Ayuntamiento y la Subdelegación de Defensa en Huesca, Francisco Gan Pampols abordará este conflicto que hoy cumple ya 300 días. El ponente, que cuenta con una brillante trayectoria militar de 44 años, demostrará sus conocimientos sobre la invasión rusa en Ucrania en esta sesión abierta a todos los públicos y con entrada libre.

Ha sido director de la Academia General Militar y director del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas españolas. También participó como jefe de operaciones en misiones de Naciones Unidas y la Otan en Bosnia-Herzegovina y como jefe de Estado Mayor de la Brigada Multinacional Oeste en Kosovo, además de otras misiones de reconstrucción en Afganistán. En la guerra de Ucrania asegura no ver el final y advierte de que entre muertos y heridos por cada uno de los dos bandos ya han fallecido no menos de 100.000 personas, lo que significa que es una guerra "extraordinariamente cruel".

¿Cuáles son las consecuencias más alarmantes de este conflicto armado?

—Hay consecuencias en el entorno inmediato, es decir, las que se están produciendo sobre el terreno. Ucrania es un país soberano que ha sido invadido por otro país, la Federación Rusa, y se está produciendo un conflicto con un número de bajas muy elevado, con un grado de destrucción enorme que va a acabar resultando en un proceso de reconstrucción largo, extraordinariamente caro y, sobre todo, se habrá producido una trinchera de ocio entre estos dos países que tienen más en común que lo que les separa. Si ampliamos un poco el foco, lo que estamos viendo es que en el centro de Europa se ha vuelto a producir una guerra convencional como no habíamos visto desde el final de la II Guerra Mundial con países que no están directamente implicados pero que están apoyando decididamente a Ucrania. Son la mayoría de los países del bloque occidental, en concreto, todos los que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y la Unión Europea (UE). Lo que se está produciendo es casi una guerra por delegación. Está luchando Ucrania pero hay un montón de países que le están favoreciendo para que pueda continuar la lucha contra la Federación Rusa. Esto está produciendo económicamente un impacto importantísimo en todo lo que es la UE. Además de una crisis que veníamos arrastrando se ha sumado ahora otra que es la de la provisión de productos energéticos, en concreto, gas y petróleo. Pero no solo esto porque la Federación Rusa y Ucrania son productores de materias primas importantes como alimentos, hierro y algunos metales críticos para el desarrollo.

Y si hablamos a un nivel ampliado esto ha generado prácticamente una crisis global, en el sentido de que hay crisis ahora mismo de subsistencia en algunos países de África, hay desabastecimiento de productos energéticos en otros, hay roturas de cadenas en logísticas, roturas de stocks en determinados productos, así que como una piedra lanzada en un estanque las ondas acaban alcanzando a todas las orillas.

¿Somos conscientes de todas estas consecuencias y de los efectos a largo plazo que causará esta guerra?

—Creo que todavía no. Aún estamos en el proceso de determinar el verdadero alcance y el impacto que va a tener todo lo que está ocurriendo porque las consecuencias a largo plazo todavía no somos capaces de vislumbrarlas. La economía de la Federación rusa se está resintiendo, y más que se va a resentir, pero ahora mismo Ucrania, hoy por hoy es un estado fallido, necesita ser subsidiado permanentemente para sobrevivir. No puede producir, sus sistema energético está gravemente dañado y hasta que no se resuelva este conflicto no existen visos de una normalización desde la que pueda encarar un futuro en el que se decida qué va a ser de Europa a partir de ese momento.

Entonces, ¿la resistencia ucraniana es algo real o es una impresión?

—Es extraordinariamente real, si no fuera por esa resistencia la Federación Rusa habría conquistado completamente Ucrania. La resistencia ucraniana es heroica en el sentido de que su población está sometida a unas privaciones enormes, a un invierno crudo. Se encuentra sin luz, sin agua, sin calefacción y sus soldados, como los rusos, están muriendo en el frente. Son muchos los fallecidos, no pocos. Quizá no tenemos una información fidedigna porque solo viene de una fuente, pero entre muertos y heridos por cada uno de los bandos no menos de 100.000, lo que significa que es una guerra extraordinariamente cruel. ¿Qué pasara? Pues dependerá. Ahora mismo parece que el frente está más o menos estabilizado, el invierno es una época durísima para combatir porque las temperaturas han bajado mucho, porque la guerra va agotando a los dos contendientes a pesar de que a Ucrania se le sigue apoyando decidídamente y de que la Federación Rusa sigue manteniendo su voluntad de invadir, al margen de que sea ilegal, ilegítimo y cruel. La realidad es esa.

¿ Y cómo se comporta el ejército ruso? Se ha hablado mucho de la guerra del desgaste, que sigue atacando Kiev...

Los ataques son regulares, lo que pasa es que se nos va informando pero sigue habiendo intercambios artilleros y lanzamientos de misiles y utilizaciones de drones prácticamente todos los días. Aparentemente, e insisto en que no tenemos una muy buena información al respecto, el ejército ruso tiene la moral baja, pero a pesar de eso está resistiendo. Es decir, ahora, desde hace un mes no se ha producido movimiento en la tabla en el frente. Desde la caída de Jersón, los frentes están estabilizados, con zonas en las que se intercambian acciones ofensivas y defensivas.

¿Qué se puede aprender de una guerra de esta magnitud, en cuanto a estrategia militar y a armamento?

—De todas las guerras lo primero que hay que aprender es que lo mejor que puede pasar es que no empiecen. Son un fracaso de la política y de la negociación. En cuanto a los conocimientos que pueda dejar todavía es muy pronto, no tiene mucho sentido hacer ahora una extrapolación de lecciones estrategias y tácticas. Estamos viendo una guerra que es del siglo XX con medios del siglo XXI. En algunas cosas observamos algo que es futurista y en otras que pertenece a principios del siglo XX, como la guerra de trincheras. Hay que dar un poco de tiempo para ser capaces de hacer un juicio un poco más ajustado sobre qué ha cambiado o qué va a cambiar respecto a los conflictos del futuro. Lo que sí que se puede adelantar, porque es una enseñanza que extraemos de la historia, es que la próxima guerra se peleará pero de otra forma completamente distinta a como se emplea esta.

¿Y cómo será?

—No tengo bola de cristal pero será distinta, con una tecnología más avanzada, habrá elementos disruptivos porque la tecnología lo es siempre, que no conocemos ahora y que aparecerán, pero no se puede saber.

¿Cómo valora el papel de España en el marco de esta contienda?

—España es solidaria con la UE y la Otan, que son las dos organizaciones internacionales políticas de seguridad y defensa. En este sentido es solidaria con los demás.

¿Cree que algún día se podrá juzgar a Putin por todos estos crímenes de guerra?

—Creo que hay que ser realista, es decir, si no se produce un cambio radical de gobierno en la Federación Rusa me parece muy difícil que el presidente de un país que tiene armas nucleares pueda acabar delante de una corte penal internacional.

¿Quién piensa que ganará y cuánto tiempo le puede quedar a esta guerra?

—No puede saberse. En cuanto a ganar o perder, ahora mismo están perdiendo todos y mucho. El que más está perdiendo en vidas y en destrucción es Ucrania. A continuación es la Federación Rusa y le sigue la Unión Europea. Todos estos países están perdiendo en cuestiones de calidad de vida, oportunidades, competitividad, vidas humanas, futuro... La guerra acabará cuando se decidan a sentarse a una mesa de negociación para ver hasta qué punto se es capaz de ceder en algunos aspectos y de llegar a acuerdos, como en todos los conflictos bélicos. Tendrán que pactar un alto el fuego.

A nivel humanitario, con una crisis de tanta magnitud, ¿cree que se podría hacer algo más?

—Creo que no se está abandonando al pueblo de Ucrania en absoluto, la revés, no s estamos enfocando tanto en él que hay muchísimas desgracias en el mundo que han salido del foco. La hambruna que se está produciendo en el cuerno de África, las guerras que están asolando la franja sáhara sahariana... Hay tantas desgracias ahora mismo que parece que nos hemos centrado prácticamente en Ucrania, que lo merece porque está sufriendo muchísimo pero no es el único sitio del mundo.

Finalmente, ¿qué le diría a los oscenses para que vayan mañana a su conferencia?

—Que si tienen interés en oír un punto de vista que es un poco extenso, que habla de antecedentes históricos, de geografía y de algunas opciones estaré encantado de compartirlo con ellos.