Huesca

La plaga de estorninos se dispara hasta más de 30.000 ejemplares

La población se ha cuadruplicado en los dos últimos meses pese a las medidas disuasorias

Una bandada de estorninos en la ciudad de Huesca.
Una bandada de estorninos en la ciudad de Huesca.
Pablo Segura

Más de 30.000 estorninos utilizan la ciudad de Huesca actualmente como dormitorio para pasar el invierno. Las molestias de suciedad y ruidos que ocasionan estas aves, que al amanecer y al atardecer sobrevuelan el centro y otras zonas de la capital evocando la película ‘Los Pájaros’ (1963) de Alfred Hitchcock, son ya un clásico para muchos vecinos de la capital oscense, a la que llegaron hace casi 30 años.

Fue en otoño de 1993 cuando el parque Miguel Servet se convirtió inesperadamente en un dormidero urbano de decenas de miles de estorninos. Nacho Arizón, presidente del Grupo Ornitológico Oscense (GOO), considera que las técnicas empleadas por el Ayuntamiento de Huesca para ahuyentar a los estorninos de esta gran zona verde es “una pérdida de tiempo”.

Lo cierto es que hace dos meses, en noviembre, el Consistorio cifraba en 7.000 los ejemplares de estas aves que habitaban en la ciudad, pero el dato se ha cuadruplicado y ya supera los 30.000, según informan las mismas fuentes. 

El Ayuntamiento continúa actualmente con las medidas que tratan de frenar la presencia de estos pájaros en la ciudad. También se combate la población de palomas y tórtolas, así como los asentamientos de estorninos y otras aves gregarias durante los periodos de migración, a través de una empresa de control de plagas, explican dichas fuentes.

Nacho Arizón advierte que en la capital oscense hay dos especies de estorninos: el pinto, que viene solo a hibernar y se cría en el norte de Europa; y el negro, que permanece todo el año en la ciudad y cuya población se estima en 3.000 ejemplares.

Ante la elevada cifra de estas aves que asolan la ciudad plantea que “años atrás ha habido hasta más de 100.000 en el parque Miguel Servet”.

Para él las técnicas disuasorias no tienen sentido “y ahora menos que hace 30 años porque los estorninos pintos son migradores y los que están viniendo ahora no son los mismos que hace tres décadas porque no viven tanto, con lo cual no han vivido otra cosa que venir a dormir en invierno al parque y es difícil sacarlos. Creo que es prácticamente imposible”.

En esta línea plantea que desconoce cuál sería la solución pero afirma que siempre ha dicho que las inversiones destinadas durante estas tres décadas no han servido “para nada”. “Si se lo hubiesen gastado en limpiar la ciudad hubiera sido mejor invertido. Los últimos años además se han ido al pinar del Hospital Provincial, a los árboles de la plaza Cervantes, a los de las calles Fuente del Ángel y Fuente del Ibón. Lo que hemos hecho ha sido repartirlos por toda la ciudad, por todo el casco urbano”, advierte.

Y apunta que “el problema que tenemos con los estorninos es que, poco a poco, sobre todo en los últimos años y también en parte gracias a la concentración parcelaria, han rotulado la mayoría de los carrizales y estas aves han encontrado refugio en las ciudades, donde además están más calientes”.

Los estorninos, apunta, se irán en primavera “porque son migradores y se van, sin más, no por los petardos. Y en época de cría hay menos porque duermen cerca de los nidos”.

Nacho Arizón se refiere además al “mucho estrés” que las técnicas utilizadas para controlar a estas aves en el Parque Miguel Servet ha causado en otras especies. “Todos los intentos que se han hecho durante estos 30 años para echar a los estorninos han repercutido sobre todo en el gorrión común y en el gorrión molinero, que ahora duermen en las afueras, en los plataneros. Las molestias las hemos ocasionado más nosotros que los propios estorninos, aunque hayan sido ellos los que indirectamente hayan provocado esto”.

Como nota curiosa comenta que cada 15 de agosto, con la traca final de las Fiestas de San Lorenzo, “la gente no se da cuenta pero en la plaza de Navarra hay un dormidero de lavanderas blancas y siempre que suenan los petardos saltan unas 400 que ese día se dan un disgusto, pero como solo es una vez al año permanecen allí”.

Pero el lanzamiento de cohetes y bengalas en el parque Miguel Servet durante el otoño y el invierno repercute en la mayoría de las especies que habitan en esta zona verde. También se han visto afectadas las urracas porque Huesca fue durante muchos años uno de los mayores dormideros de picarazas de Europa, y ahora se han desplazado.

La lista de perjudicados la engrosan carboneros, herrerillos, mirlos y petirrojos, que son habituales en el parque. También verderoles y verdecillos, que también crían en los árboles pequeños de zonas como la calle Zaragoza o en los cedros del paseo Ramón y Cajal.

Los estorninos pintos comenzarán a abandonar la ciudad entre los próximos meses de febrero y marzo, y ya desaparecerán hasta septiembre, cuando regresen y vuelvan a juntarse en la capital oscense.