Huesca

MERCADO AUTOMOVILÍSTICO

El coste de la vida alarga más que nunca el uso de los coches

Los desguaces de la provincia oscense registran un notable descenso de vehículos dados de baja

Los desguaces cada vez reciben menos coches a causa de la situación económica.
Los desguaces cada vez reciben menos coches a causa de la situación económica.
Efe

Son tiempos duros para el bolsillo y los oscenses alargan la vida útil de sus vehículos más que nunca, lo máximo posible. A falta de los datos del año pasado que todavía se están procesando, en 2021, según estadísticas de la Dirección General de Tráfico (DGT), se dieron de baja en la provincia de Huesca 4.205 turismos, frente a los 4.631 de 2019, antes de la pandemia, es decir, 426 menos. Y en 2007, en tiempos de bonanza previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, hubo 6.192 coches dados de baja que fueron a parar al desguace en el Alto Aragón, una notable diferencia de 1.987 utilitarios respecto a 2021.

Actualmente, la subida del IPC, de la luz, del gas, de la cesta de la compra y por supuesto, del precio de los automóviles, hace que afrontar la adquisición de un coche nuevo sea imposible para muchas economías familiares que van tirando con su antiguo vehículo. En estos casos, para las reparaciones cada vez se acude más a los desguaces en busca de piezas de coches usados para reducir así la factura en el taller.

La antigüedad media ronda los 20 años

Rocío Alonso, de Desguaces Alonso, explica que hoy en día llegan menos coches a esta empresa oscense, algo que se extiende a todo Aragón. Así, añade que si en 2008 la media de antigüedad de un vehículo era de 14 años en la actualidad este dato se sitúa en los 20 años, aunque se reciben utilitarios de hasta 40, “que llegan peladísimos de combustible y de todo”.

Se nota la crisis por todos lados. Estamos envejeciendo el parque móvil porque no se puede hacer otra cosa, porque no hay ayudas atractivas, porque debido a la producción los nuevos son mucho más caros que antes y porque no hay poder adquisitivo”, valora.

En esta línea detalla que en 2019, justo antes de la covid-19, hubo un repunte de vehículos que se tiraban con respecto a los años anteriores en los que parecía que se salía todavía de la crisis de 2008/2014.

En 2020, continúa, “debido a la pandemia, descendieron notablemente los coches que entraron y ahora en 2021 y 2022, dentro de que seguimos acusando la crisis sanitaria, sí que se ha notado que se recibe algo más, pero no estamos en los niveles de normalidad”.

Esto se debe, en primer lugar, a que “igual que hay gente que se ha quitado el segundo coche porque no puede afrontar el mantenimiento, ahora el que tiene un vehículo lo aguanta un poco más”. “Sí que es verdad que a lo mejor el que tiene una reparación costosa quizá no puede hacerle frente, pero si la avería no es muy grave, se van trampeando los coches porque no va bien comprar uno nuevo”, explica.

A esto se añade la falta de producción y de vehículos disponibles causada por la pandemia de la covid-19 y a la escasez de materiales y la falta de microchips. “Hay gente que ha comprado un coche nuevo hace un año y medio y todavía no se lo han servido. Y van tirando con el viejo porque hay escasez de producción y no hay la abundancia de antes”, plantea.

En tercer lugar, el aumento del precio de los vehículos y el escaso éxito de planes de renovación como el Programa Moves II y el III, de incentivos ligados a la movilidad eléctrica, son otro motivo más para seguir utilizando el coche viejo. Rocío Alonso comenta que la dificultad para solicitar estas ayudas no tan ventajosas ha provocado que este desguace reciba menos utilitarios. Como cifra orientativa, expone que si anteriormente de un concesionario de Huesca llegaban 90 vehículos al año, ahora se recogen 12.

Sobre la búsqueda de piezas de repuesto con las que solucionar averías, Rocío Alonso señala que “igual que es cierto que según qué vehículos ya no se reparan si el daño es bastante importante, sí que se mantienen muchos que son antiguos con nuestras piezas”.

Así, a este desguace se acude en busca de “cualquier cosa”. “A nivel particular, cada uno, según lo habilidoso que sea y lo que sepa reparar en casa, digamos, y a nivel taller, vendemos todo tipo de repuestos, todo con garantía de un año. Desde un piloto que se rompa hasta un motor entero”, señala.

Y aunque el coste de la vida se ha disparado el precio de la chatarra se mantiene. “Todo va en función de la demanda que hay para manufacturar la chatarra reciclada, digamos, y convertirla en otra cosa”, expone.

En cuanto al proceso de salida de los coches dados de baja, detalla que se venden a un fragmentador, que de ellos saca “la fracción de basura, eso que ya no se puede reutilizar, el vidrio, todo tipo de metales, chatarra, cobre... Y en función de la demanda que tiene todo esto sube o baja el precio”. Con la covid, continúa, “como está todo tan parado, no hay una excesiva demanda de productos. Por otro lado, como entran menos coches en los desguaces sí que pagan un pelín más por la chatarra, pero sigue en un precio normal, se mantiene porque el producto después tampoco tiene mucha salida”, explica.

Cuando un particular lleva su vehículo al desguace se le abonan 50 euros como mínimo, ya que se paga a peso. “No todos los coches valen lo mismo, hay un mínimo de 50 euros tonelada y a partir de allí se tasa en función de lo que podamos obtener de ese vehículo, dependiendo de los años que tenga, de los que esté aprovechable, del estado general, de si es un siniestro... Todo en función de la rentabilidad que le podamos sacar en la venta de repuestos”, comenta.

El precio fijo de 50 euros es para coches que se destinan a la chatarra porque están obsoletos los repuestos, por su antigüedad o su estado, “y de ellos no se va a vender nada”. A su llegada al desguace, se descontaminan, tal y como exige la ley medioambiental, y se tiran al montón de la chatarra. “Ese coche se va a fragmentar, no hemos sacado absolutamente nada porque no hay demanda para eso o porque nos entran cinco iguales a la semana”, dice.

Por otros vehículos en buen estado se paga mucho más, “en función de los que nosotros podamos aprovechar y vender”, dice, y apunta que a este desguace ha llegado “de todo”, desde Porsches a algún Jaguar o Audis de alta gama. “Lo habitual es que haya coches de marca generalista, pero también entra algún siniestro de más categoría”, concluye.