Huesca

infraestructuras

El 95 % de los edificios residenciales de Aragón no son accesibles

El 90 % de las comunidades cuentan con un sistema de apertura manual de la puerta de entrada y puertas con peso excesivo

Vista aérea del barrio del Actur en Zaragoza
Vista aérea del barrio del Actur en Zaragoza
S.E.

El 95 % de las comunidades de vecinos de Aragón no son accesibles, lo que puede poner en riesgo la seguridad y la vida de personas con discapacidad, según un estudio de la Asociación para el desarrollo y adaptación integral de entornos (Adaine).

El objetivo principal del estudio ha sido el poder reflejar la realidad de lo que estas personas se encuentran en las comunidades de propietarios y en qué punto se halla la implantación de las directrices marcadas por la Accesibilidad Universal en Aragón.

En el caso de Zaragoza, las zonas de entrada del 60 % no son accesibles, con desniveles imposibles de salvar en muchos casos, por lo que la autonomía de las personas discapacitadas a la hora de salir o entrar de los inmuebles se ve mermada o suprimida, sobre todo para usuarios de sillas de ruedas, de productos ortopédicos y de apoyo para la deambulación o que, por circunstancias puntuales o permanentes, ven disminuida su movilidad, pero también afecta a personas ancianas, niños, embarazadas, personas con coches de bebés o de compra, quienes sufren disminución visual o aquellas que necesitan trasladar maletas o bultos, entre otros.

El 90 % de las comunidades cuentan con un sistema de apertura manual de la puerta de entrada, puertas con peso excesivo y pomos exteriores e interiores no ergonómicos que a veces provocan una dependencia de otras personas para poder acceder y manipular las mismas.

Además, en el interior solo el 50 % se encuentran a cota 0 y solo el 1 % de las comunidades cuentan con rampas con pendientes correctas.

Las zonas comunes en el exterior y de ocio no suponen la máxima problemática, salvo en los accesos, ya que un 60 % tienen desniveles y carecen de rampas.

En el caso de las comunidades con piscina, el 100 % de las valoradas no cuentan con facilidades de acceso o con un sistema adaptado para que los usuarios con movilidad reducida puedan entrar dentro del vaso.

Ninguno de los espacios de la comunidad tiene en cuenta las discapacidades sensoriales y cognitivas y no se incluyen sistemas y formatos complementarios de información y comunicación aumentativas y alternativas, (pictogramas, braille, audio, lectura fácil, contrastes y tamaño adecuado).

Hay excesivas dificultades en la identificación de espacios y en la comprensión de algunas señalizaciones, lo que implica, en muchos casos, la necesidad de ayuda externa para acceder a ella, o provocan desorientación y aislamiento.

El nivel de lúmenes comprobado esta desajustado con el que requiere el espacio, lo que provoca deslumbres o reflejos si es elevada o sombras y fallos en caso de defecto, lo que hace difícil la localización de los espacios, la detección de obstáculos, desniveles o peligros y no permite distinguir y apreciar la información, ni ver fácilmente y sin fatiga.

Los autores del estudio consideran "de vital importancia" estas carencias a la hora de realizar cualquier evacuación en caso de alguna emergencia porque si una persona no es capaz de realizar esos recorridos de forma autónoma, su seguridad y su vida están en riesgo.

En el caso de los sistemas de emergencias/evacuación, aunque existe una normativa adecuada a las alturas y actividades que se realizan en los diferentes espacios no hay un protocolo ni una normativa concretos que especifiquen un plan adaptado para estos casos y, en general, no hay un plan más allá de las recomendaciones generales que deben seguir cualquier persona en caso de evacuación.

Solo el 50 % de los extintores están colocados en una zona accesible a todos, y ninguna cuenta con zonas, refugios o puntos seguros en caso de emergencia ni existe una señalética adecuada de rutas de evacuación a seguir ni mapas indicativos adaptados.

Carencias que, en su conjunto, obligan a muchas personas a quedarse en casa, vivir recluidos y aislados, pasando muchos días sin poder salir a la calle, si no hay una persona que se encargue de ello, de modo que sus relaciones sociales y afectivas, su calidad de vida, independencia y autonomía, la plena participación e integración "se ven afectadas de forma alarmante" o pueden verse “obligadas” a abandonar su hogar para ir a una residencia o cualquier otro lugar que sea más accesible.

Desde Adaine apuntan que la implementación de medidas sencillas, señales visibles, iluminación adecuada, colores y las formas visuales y sonoras marquen direcciones, formatos aumentativos y alternativos de comunicación pueden ayudar a la mayoría de los usuarios a desplazarse y disfrutar del entorno de forma autónoma y segura.