Huesca

PATRIMONIO

“Ahora se puede conocer el Castillo de
Montearagón como realmente fue”

Tras la consolidación y restauración del Monumento Nacional, se han descubierto nuevos hallazgos que permiten conocer más de su historia

Interior del Castillo de Montearagón, ubicación donde se han realizado las últimas obras de restauración y consolidación.
Interior del Castillo de Montearagón, ubicación donde se han realizado las últimas obras de restauración y consolidación.
Verónica Lacasa

Las últimas obras de restauración y consolidación del Castillo de Montearagón -iniciadas en enero de 2021 y finalizadas en septiembre de 2022- han permitido conocer mucho más sobre este Monumento declarado Nacional en 1931 que más tiempo fue monasterio que fortaleza. Estancias desconocidas, cisternas y otros restos ocultos aportarán al visitante una visión más aproximada de lo que fue la vida monacal en el siglo XIX. La fecha de su reapertura al público, por el momento, sigue siendo desconocida, a la espera de realizar una última revisión de seguridad y acondicionar la zona de acceso para que vehículos y autobuses puedan desplazarse a la zona de aparcamiento.

El castillo -uno de los más intervenidos a lo largo de la historia, desde 1972- ha recibido una dotación de 1.726.520,81 euros en su última ejecución, dirigida desde la redacción de su proyecto en 2017, a asegurar la estabilidad de las estructuras para prevenir derrumbamientos. Una ejecución “global”, a diferencia de las anteriores, que solventaban problemas puntuales. En concreto, se han eliminado en torno a 9.000 metros cúbicos de relleno en 3.500 metros cuadrados de superficie. Sin duda, la actuación más destacada fue, tal y como apunta el equipo de arquitectos técnicos, sacar los escombros del interior del recinto, fruto de su destrucción en el siglo XIX con motivo de la desamortización, momento en el que hundieron el castillo para recuperar materiales y venderlos. “El espesor de escombros alcanzaba los 5 metros de altura. El castillo ha crecido, pero hacia abajo”, explica José María Sanz, arquitecto de la obra, junto al equipo integrado por Sergio Izquierdo y Javier Sanz.

Asimismo, se consolidaron muros para evitar su colapso, estabilizarlos y detener su proceso de ruina, además de obras dirigidas a la conducción de aguas pluviales o el acondicionamiento de suelos. Por otro lado, la bóveda de la iglesia, históricamente intervenida desde el siglo XIX, se reparó para una consolidación definitiva, mediante “unos tirantes para garantizar que no se hunda más”.

La bóveda de la iglesia, en el interior del Castillo.
La bóveda de la iglesia, en el interior del Castillo.
Verónica Lacasa

La intervención ha dado como fruto -sin esperarlo- el descubrimiento de nuevos hallazgos como cisternas o estancias que permitirán conocer cómo fue realmente el monumento de Montearagón, castillo sólo 60 años de su vida, “ahora se puede conocer como realmente fue”.

Nuevas propuestas de obra

Bajo el punto de vista del equipo técnico de arquitectura, más allá de las intervenciones de mantenimiento y conservación propias de un monumento a la intemperie, existen dos líneas de actuación que serían “interesantes” contemplar para futuras obras. La primera de ellas, recuperar el acceso original al castillo desde el exterior. “La subida siempre se hacía desde el lado sur por una senda que está perfectamente delimitada por restos de muros y pavimentos que se conservan perfectamente”, explica el arquitecto. Un camino en zigzag actualmente en desuso en beneficio de la entrada localizada en la parte trasera, acondicionada para la subida de coches. Por otro lado, plantean acondicionar el antemural, por su estado de degradación.

Además de las propuestas, el equipo técnico subraya las nuevas incorporaciones para hacer del Castillo de Montearagón un destino turístico completo. Los paneles informativos, complementarán las indicaciones del guía y la reconstrucción virtual, dará cuenta del aspecto e independencias que integraron el recinto militar y posteriormente religioso. Éste último proyecto, se ha realizado gracias a la información aportada descripciones del canónigo Juan de Segura de 1613, la breve descripción de Ramón de Huesca en 1797, los dibujos del pintor Valentín Carderera de 1841 a 1882 y de León Abadías Santolaria de 1859, fotos de principios del siglo XX y la información y restos aparecidos durante las obras, además de la información sustraída gracias a la retirada de escombros.