Huesca

dificultades para independizarse

La juventud se emancipa cuando está a punto de dejar de ser joven

Solo un 15,9 % de este grupo de población vive independiente, mientras que en el 2013 era del 20,9 %

La tasa de emancipación en Aragón se sitúa en el 13,8 %.
La tasa de emancipación en Aragón se sitúa en el 13,8 %.
Laura Ayerbe

En términos relativos, la juventud en España se emancipa cuando deja de ser joven (etapa que suele durar hasta los 24 o los 30 años). El último informe del Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), señala que la edad media en la que las y los jóvenes consiguen salir de la casa familiar era, a finales de 2022, los 30,3 años.

El organismo señala “la falta de acción política y la gran especulación en el mercado de la vivienda” como principales motivos de que la tasa de emancipación de la juventud en España se sitúe en el 15,9 %, un porcentaje que se estanca con respecto al primer trimestre de este 2022 y que supone cinco puntos menos que en 2013, cuando era de un 20,9 %. La cifra actual no llega a la mitad de la media de la Unión Europea según Eurostat, que la establece en el 31,9 %. En Aragón, esta tasa se sitúa en el 13,8, algo más de 25.000 personas.

Según el informe del segundo trimestre de 2022 del Observatorio de Emancipación del CJE, poseer estudios superiores no garantiza, en ningún caso, poder emanciparse. Tan sólo el 22,9 % de las personas jóvenes que habían completado enseñanzas de formación profesional de nivel superior o estudios universitarios lo había logrado. La diferencia entre quienes tienen estudios superiores y quienes no los tenían, se asegura, no es tanta.

Una formación que, además, suele ser superior a la posteriormente demandada en los puestos de trabajo, siendo dos de cada cinco personas jóvenes que, con estudios superiores, estaban desempeñando un puesto de trabajo que requería una menor formación que la suya.

Con trabajo pero sin poder acceder a una vivienda

El acceso a la vivienda, clave en el proceso de emancipación, se ve limitado por los recursos económicos y es que, el Consejo de la Juventud advierte que tener un trabajo no es garantía para poder acceder a una vivienda, ni de compra ni de alquiler.

En 2020, el salario medio de una persona joven estaba en 16.721,3 euros brutos al año, según el INE. En la capital oscense, según la oferta existente, un apartamento de una habitación está entre 475 y 590, mientras que un piso de dos habitaciones está entre 530 y 780 euros. Además habría que sumar los 141 euros que, según el CJE, cuestan de media los suministros y servicios de una vivienda (como recibos de agua, luz o gas). Según estos valores se estaría destinando hasta el 66 % del salario bruto a pagar el alquiler.

Una alternativa sería compartir vivienda “con personas que no pertenezcan a su familia”. El alquiler de una habitación en pisos de tres y cuatro habitaciones en la capital altoaragonesa está ahora mismo entre los 200 y 300 euros, una cifra que está “peligrosamente cerca”, califica el informe del CJE, “de la recomendación a la que llegan la mayoría de los estudios, que establecen que el precio de la vivienda habitual no debería suponer más del 30 % del salario de una persona”.

Por otra parte, acceder a una hipoteca tampoco es fácil para las personas jóvenes. La necesidad de aportar al menos un 20 % del precio final del piso en concepto de entrada -lo habitual es que las entidades bancarias financien hasta el 80 %- obliga a tener entorno a unos 24.200 euros, si se toma como referencia el precio medio de la vivienda usada (121.433 euros) referenciada en el sexto informe del Sector Inmobiliario en Huesca Capital, elaborado por Fincas Pirineos.

Según el Consejo Español de la Juventud, el problema no es solo el hecho de que una persona joven trabajadora no pudiera, por lo general, emanciparse en solitario, sino que una de cada cinco personas de menos de 30 años con un puesto de trabajo se encontraba en pobreza o riesgo de exclusión social.

La imposibilidad de acceder a unas condiciones que permitan poder vivir de forma digna e independiente, recuerdan en el informe del CEJ, causa no solo problemas materiales en la juventud, sino que también afecta a su salud mental

“A corto plazo no hay idea de salir de casa”

Bárbara Calvete Moros (25 años) lleva un año pensando en independizarse. “Te vas haciendo mayor y buscas tener un espacio tuyo, pero entre los trabajos que hay, los sueldos y las ofertas de alquiler que están altísimos y las viviendas para comprar igual...”, ve complicado independizarse: “A corto plazo no hay idea de salir de casa”.

Trabaja a media jornada como recepcionista y atención al cliente en un estudio de nutrición, llevando las redes del centro y gestionando otras de terceros, por su cuenta, con otra compañera.

Su situación es la misma que la de su grupo de amigas: “Estamos todas viviendo con nuestros padres; muchas opositando, otras estudiando para tener más formación y poder llegar a un mejor trabajo. Solo una vive sola de alquiler”. Una situación que no imaginaba de más pequeña: “Con esta edad te idealizabas en otra situación”.

Por el momento, “ir trabajando para ahorrar” y “seguir mirando pisos para comprar”, ver si le dan una hipoteca, pues es la opción que contempla frente al alquiler. Y descarta el compartir piso: “Si me voy, me voy sola. Quiero hacerme mis comidas. Sí que en algún momento me lo he planteado, pero pienso en la autonomía que me daría el estar sola”. l

“Siendo mileurista, lo veo complicado”

“El principal problema que veo para emanciparme sería conseguir un trabajo estable”. Eduardo Cantero (30 años) trabaja como operario en un almacén, aunque se formó para ser programador informático. Desde que terminó sus estudios a los 26 años, no ha logrado “entrar en ninguna de esas empresas” que hay en Huesca.

Uno de los problemas que ha tenido para ubicarse en el sector fue la pandemia: “Eso también fue un freno para seguir buscando empleo”. Por otro lado, ha estado apoyándose en ETTs, pero “hay que estar muy encima de estas empresas para que te lo consigan”, explica. En su actual trabajo, está contratado de manera indefinida, aunque todavía está en periodo de prueba de dos meses.

Al plantearse alquilar, por los precios que se manejan en Aragón, vaticina, que “siendo mileurista ya complicado. Faltaría comidas, seguros... Así a bote pronto, iría muy justillo a fin de mes”. La opción de compartir piso “sería una experiencia, eso sí”, pero la falta de intimidad, el ir “con gente que no conoces a vivir en la misma casa, y te limitas a una habitación y una zona en común. ¿200 euros para acabar ocupando 25m2 como mucho? No lo veo tampoco”. ¿Y la compra”, “descartadísima. No tengo tanto dinero ahorrado ni de coña”.

¿Solución a corto medio plazo? “Sinceramente, no lo tengo claro. Cuando esté fijo en algún sitio cree que podrá volar del nido. “Con unos 1.200 ó 1.500 uno puede pensar en irse”.